La devoción no consiste en vestir una tela naranja, organizar festivales, realizar sacrificios rituales, rasurarse la cabeza, acarrear una vasija de agua o un barrote, tener el cabello enmarañado, etc. El Señor no te juzgará en ningún momento en base a la religión o casta a la que pertenezcas, ni a los preceptos que tradicionalmente sigas. Las verdaderas características de la auténtica devoción son: 1) Tener una mente pura (antah-karana) 2) La ininterrumpida contemplación en Dios, cualquiera sea tu profesión en la vida cotidiana 3) El sentimiento de que todo es creación de Dios, y por lo tanto, todo es uno 4) La aceptación de todas las personas con el mismo amor 5) El desapego a los objetos de los sentidos, y 6) La práctica de hablar con la verdad. Quienquiera que seas, cualquiera sea tu condición, si no das cabida al desánimo, si no tienes ningún temor, y si recuerdas al Señor con fe inconmovible y sin motivos ulteriores, con seguridad todos tus sufrimientos y penas se desvanecerán. (Prema Vahini, Capítulo 61)