Había una vez un hombre que alquiló un viejo elefante para la procesión de los novios en ocasión de las nupcias de su hija. Luego de la ceremonia, cuando la procesión regresó al hogar, la novia descendió del palanquín y en ese instante el elefante se desplomó y murió. El dueño del elefante quedó consternado al oír la noticia, y se rehusó a tomarla como una desgracia inevitable. Insistió en que un animal idéntico le fuera devuelto con vida. Para ello acudió a la corte. El juez dispuso algunas vasijas de arcilla detrás de la puerta por la que debía entrar el avaro dueño. Cuando este abrió la puerta, todas las vasijas se rompieron. El juez insistió en que le restituyeran las mismas vasijas. De este modo, el cerebro del hombre en cuestión recobró el sentido. No tengan este tipo de fanatismo extremo. Modifiquen su rigor con un poco de discernimiento. Sean razonables, considerados, compasivos y llenos de tolerancia ante otros puntos de vista. Mejórense a sí mismos día a día, en estos aspectos. Sathya Sai Baba. (Discurso del 14 de enero de 1967).