El respeto mutuo puede construirse sobre la fe en que todos son hijos de Dios y todos son divinos. Sobre esta base puede haber cooperación y entusiasmo por el trabajo. Entonces, cada uno hará lo mejor que pueda, conociendo su deber y responsabilidad. El futuro del país depende de la habilidad y el empeño de la juventud. Todas mis esperanzas están basadas en los estudiantes, los jóvenes. Me son muy queridos. Ellos no tienen faltas. Son los padres y la escuela los culpables de toda la rebeldía y violencia. Ellos los llevan por mal camino. En vez de llenarse la cabeza de hechos y cifras, llenen de amor y luz el corazón. Tengan confianza en los vastos poderes del Ser Divino (el Atma), que es la realidad de ustedes. Tengan fe en la gracia de Dios, la que pueden conseguir mediante la oración. (Discurso, 5 de enero de 1975)