Yashoda sigue el rastro de Krishna hasta su escondite, siguiendo las huellas que deja después de romper la vasija de leche cuajada que ella estaba batiendo. Esta es una historia simbólica para ilustrar el modo en que el Señor rompe su identificación con el cuerpo y nos conduce hacia Él mediante los signos y señales que proporciona a nuestro alrededor. Estos signos están siempre presentes en la naturaleza que nos rodea, en la belleza del sol naciente, en el éxtasis del arcoíris, en la melodía de las aves, en la superficie de los lagos adornados con lotos y en el silencio de las montañas nevadas. Dado que Dios es rasa (la dulzura o la esencia), toda la naturaleza, que es Él mismo en acción, es dulce y encantadora. Con forma o sin forma, Él es ananda, la bienaventuranza. Dénle la bienvenida en el corazón como a Rama (Aquel que es la dicha e imparte dicha) o como a Krishna (Aquel que los atrae mediante la dicha que imparte), y vivan con Él todos sus momentos, ofrendándole su meditación, su adoración y su contemplación. Esto abrirá las puertas de la sabiduría y la liberación. Sathya Sai (Divino Discurso, 16 de agosto de 1968)
