Jesús sabía que todo es voluntad de Dios. Así que, aun cuando sufría la agonía en la cruz, no abrigó ningún mal deseo contra nadie y exhortó a los que estaban con él a tratar a todos como instrumentos de la voluntad de Dios. ¡Es muy difícil desarrollar una fe inquebrantable y practicar esto en la vida diaria! La mente, como se quejaba Arjuna, salta de la creencia a la duda, causando agitación y confusión. Sin embargo, ¡pueden conquistarla con su propio esfuerzo! La abeja negra puede hacer un agujero en la madera más dura. Sin embargo, cuando está sorbiendo el néctar de la flor de loto y llega el crepúsculo, los pétalos abiertos se cierran sobre la abeja, aprisionándola, ¡sin esperanza de escapar! ¡La abeja negra no sabe cómo lidiar con la suavidad! De la misma manera, la mente pone en juego sus trucos y salta por todas partes; pero cuando se la coloca a los pies de loto del Señor, se vuelve inactiva e inofensiva. Cultiven el desapego y sometan los caprichos de la mente, y manifiesten la Divinidad latente dentro de ustedes. (Discurso del 24 de diciembre de 1980)