Siempre buscamos la felicidad mediante el intento de satisfacer nuestros deseos. Si un deseo es satisfecho sentimos alegría, y cuando no lo es sentimos pena. Pero el problema es que la hoguera del deseo arde cada vez con más furia, pidiendo más combustible. Un deseo conduce a diez, y nos agotamos tratando de agotar las demandas del deseo. Tenemos que ser redirigidos desde este camino de incesante deseo hacia el camino del contento interior y la alegría. Penamos porque hemos desarrollado apego a lo irreal. Cultivamos un desmedido afecto por el dinero, pero estamos dispuestos a sacrificar las riquezas con el objeto de salvar la vida de nuestros hijos, ya que el apego a los hijos es más fuerte que el apego al dinero ganado. ¡Nos rebajamos al punto de que no nos importen los hijos si la elección es entre nuestra supervivencia o el bien de ellos! Pero la dicha que obtenemos cuando residimos en el Atma, fuente de toda alegría, es ilimitada e imperecedera. Esa es la verdadera alegría. Sathya Sai (Discurso, 14 de diciembre de 1958)