La acción desinteresada es el ideal que debe buscarse. Pero hoy, todo es medido por el resultado, la ganancia que suma. Si abanicas a una persona por amor, cuando te detengas, la persona no podrá culparte, pero cuando el sirviente contratado se detiene, el amo lo reprende. En el primer caso, la acción se realiza sin deseo egoísta (en la forma de nishkama); no hay objetivo de obtener ganancia. El deseo de usufructo es como los colmillos venenosos; cuando son quitados, la serpiente del karma se vuelve inofensiva. La disciplina correcta para alcanzar la actitud de desapego del fruto (nishkama) es la dedicación, y ello es posible cuando tienen fe intensa en Dios. Esa fe se vuelve constante a través del esfuerzo espiritual. Actualmente, la práctica espiritual es como los tentempiés que uno toma; pero los platos principales son todos del mundo, vienen del mundo. Sin embargo lo espiritual debe ser la porción más grande del alimento. Divino Discurso del 15 de septiembre de 1963.