El aspirante espiritual debe tener en cuenta la distinción entre la conducta de la persona corriente (sahaja) y la del aspirante espiritual. La persona corriente no tiene fortaleza (sahana), es engreída (ahamkara) y está llena de deseos relacionados con el mundo (jagat), a través de los cuales está tratando de tener una existencia satisfactoria. Los aspirantes que se dedican a la contemplación del Señor (Sarveswara-chintana) tan incesantemente como las olas del mar (sagara), acumulan la riqueza (dhana) de la igualdad y del mismo amor hacia todos, y se contentan con el pensamiento de que todo es del Señor y nada es suyo. A diferencia de la persona corriente, el buscador espiritual no se doblegará fácilmente ante el dolor o la pérdida, la ira, el odio o el egoísmo, el hambre, la sed o la inconstancia. Reñir por cada pequeña cosa, perder los estribos, entristecerse ante la más mínima provocación, enojarse ante el menor insulto, preocuparse por la sed, el hambre y la pérdida de sueño: ¡estas nunca pueden ser las características de un verdadero aspirante espiritual! (Prema Vahini, capítulo 59, edición en inglés)