¿De qué sirve una montaña de conocimiento libresco, si no pueden obtener felicidad verdadera como seres humanos? ¿Acaso Dios no los cuidará, si instalan su fe en la Divinidad? ¿Qué se obtiene de la preocupación incesante por ganarse la vida y olvidar al Señor omnipresente? La esencia de la educación consiste en el cultivo de buenas cualidades y el desarrollo de los valores correctos para una vida con sentido. Todos claman por la paz diciendo: «Quiero paz». Pero, ¿se puede encontrar la paz en el mundo externo, que solo contiene trozos de paz? La paz debe ser encontrada dentro de uno mismo, librándose del «yo» y el «deseo». La paz es destruida por el ego y los deseos insaciables. Refrenen sus deseos. Incontables preocupaciones de diferentes clases afligen al hombre. Solo enfocando su mente en Dios, se puede liberar de ellas. La gente debe reducir sus deseos y cultivar el desapego (vairagya), así puede tener verdadera paz mental. (Discurso del 25 de diciembre de 1989).