Todos, sin importar el país, la raza o el período de nacimiento, nacen en el mundo cargados con tres deudas. Una deuda es una obligación que surge de lo que ustedes han recibido anteriormente. La primera deuda es con la Divinidad. La segunda es con los Sabios (rishis). La tercera es con los propios padres. Podemos identificar fácilmente estas deudas en el cuerpo humano como diferentes fuerzas divinas que lo nutren y lo protegen. La energía Divina impregna todo su cuerpo, se llama Rasa (Esencia Divina). Tenemos una deuda de gratitud con Dios que no sólo nos ha dotado con este precioso cuerpo humano sino que también lo está sosteniendo. Podemos disfrutar plenamente estos dones de Dios sólo cuando cumplimos con nuestras deudas con Dios. ¿De qué manera? Realizando acciones correctas, prestando servicio a otros seres saturados con la misma Divinidad y consagrando nuestras acciones para servir a la sociedad. Cancelen su deuda con Dios ahora o, quizás, en el transcurso de muchas vidas futuras. Entre más pronto la paguen, más rápido realizarán a la Divinidad. Discurso del 10 de octubre de 1983.