El contento (Samtushti) llena el corazón con deleite divino. Indica una etapa de desapego del mundo, porque el mundo hace que uno pase del dolor al placer y viceversa. Desistan de intentar obtener alegría o de evitar el dolor y permanezcan imperturbables ante los altibajos. El éxito no debe incrementar su ego, ni el fracaso sumirlos en el abatimiento. Los honores no deben hacerles perder la cabeza, ni el deshonor hacerlos caer en la aflicción. La ecuanimidad y la serenidad son las señales de Samtushti. El devoto debe dar la bienvenida con gratitud a lo que le suceda, según ha sido dispuesto por la Divina Voluntad a la que se ha rendido. Los devotos deben estar libres de ansiedad y miedo, orgullo y envidia. Los cuatro enemigos que intentan arruinarlos son la ira, la envidia, el odio y la horda de deseos. Consideren tanto lo alto como lo bajo como roles en el juego Divino. La prescripción moral básica para cada devoto que aspira a estar cerca y ser querido, es adorar a Dios y ofrecerle amor en cada ser viviente. Discurso del 2 de agosto de 1986.