Deben esforzarse constantemente por deshacerse de las malas tendencias. Rastreen, identifiquen y abandonen los rasgos malignos heredados que se encuentran enraizados en la mente. De estos rasgos, los peores son el odio y la envidia, que son originados en un intenso egoísmo. Estas son cualidades animales y no deberían tener cabida en un ser humano. Como estos rasgos aparecen con regularidad, deben ser desechados inmediatamente. Esto requiere un “yajna” interno continuo, a diferencia del “yajna” externo que se realiza solo una vez al año en un lugar en particular. El “yajna” interno debe realizarse en todo momento, en todos los lugares y en todas las circunstancias. Cada vez que surge un pensamiento o deseo pernicioso, debe ser extirpado sin piedad. Es solo mediante la vigilancia constante y el esfuerzo continuo, que se puede ganar la gracia Divina. Cuando los malos rasgos son desterrados, la Divinidad puede manifestarse en toda su gloria. Discurso del 10 de octubre de 1983.