Busquen el conocimiento espiritual (jñanam) que es el asiento de la dulzura. Desháganse del deseo de disfrutar de los sentidos, el cual, al igual que el placer que obtienen al rascarse un eczema que les pica, sólo empeora la dolencia. No pueden curarla cediendo a la tentación de rascarse. Cuanto más se rascan, más tentados a continuar están, hasta que el sangrado aparece. Por lo tanto, desistan de esa búsqueda vana y concéntrense en asuntos espirituales; o, al menos, muévanse en el mundo con la conciencia siempre presente de que el mundo es una ciénaga, una red, una trampa en la cual el apego y el deseo los precipitarán. Sean verdaderos devotos y vuélvanse tan pequeños que se puedan escabullir fuera de los grilletes de los sentidos, o sean verdaderos sabios (jnanis) y vuélvanse tan inmensos que puedan escapar rompiendo los grilletes. Discurso del 16 de diciembre de 1964.