( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 06 cap. 49 )
La vía de los sabios
7 de Julio de 1968
Kampala
DIOS ES LA FUENTE de todo amor; amen a Dios, amen al mundo como la vestidura de Dios, no más, no menos. Por medio del amor pueden fundirse en el océano de amor. El amor cura toda mezquindad, odio y aflicción. El amor afloja los lazos y salva al hombre del tormento del nacimiento y la muerte. El amor ata todos los corazones en una suave y sedosa armonía. Vistos a través de los ojos del amor, todos los seres son hermosos, todas las obras son buenas, todos los pensamientos son inocentes. El mundo entero es una sola familia.
El hombre nace en sociedad, es criado en sociedad, es formado, bien o mal, por la sutil influencia de la sociedad. Él, a su vez, como miembro de la sociedad influye en las personas que entran en contacto con él. Su vida es moldeada por las normas, modos y patrones de comportamiento de la sociedad en la cual nace a consecuencia de los efectos de su karma acumulado. El cuerpo y el país están inextricablemente entrelazados. Para el espíritu del hombre el cuerpo es una envoltura y el país es otra. Usen a la sociedad para su elevación; traten de darle forma a la sociedad de manera que ayudé a la elevación de los individuos y no los aleje de Dios.
Todos anhelan seguridad, paz, alegría y felicidad, pero la mayoría cree que éstas pueden obtenerse de la naturaleza que los rodea. El resultado es que malgastan sus años en comer y beber, jugar y descansar, ganar y gastar. El hombre se mueve de la cuna a la tumba y de nuevo de otra cuna a otra tumba hasta el infinito, yendo a la deriva, sin conocer ni el lugar desde donde ha comenzado su viaje ni el lugar al cual sus pasos lo llevan a través de las edades. El hombre ha obtenido cualidades únicas de mente y corazón a través de una serie de vidas llenas de esfuerzo como miembro de las especies inferiores: esa victoria se ve ahora reducida a cenizas debido a esta desidiosa pereza.
Deben tener la destreza requerida para nadar sobre las olas de la alegría y la aflicción, del dolor y los éxitos. Deben ser maestros en el arte de estar totalmente contentos, perfectamente tranquilos y no afectados, sea lo que sea que le suceda al cuerpo, a los sentidos o a la mente; todos son inertes mientras no estén impulsados por el Yo interno que es inteligencia, conciencia. Aprendan la destreza para lograr y mantenerla paz interna, el arte de estar siempre consciente del Alma como la realidad interna, y entonces podrán moverse en el mundo con seguridad y tan velozmente como quieran.
El hombre está enfermo, pero recurre a remedios que no pueden curarlo. Diagnosticar por sí mismos, descubrir la causa básica, aplicar el remedio apropiado; ése es el camino de los sabios. No corran detrás de charlatanes o de falsas panaceas. Después de preparar el suelo de su corazón y arrancar las malas hierbas, siembren las semillas del Amor. Déjenlas crecer regándolas con la fe para que produzcan las flores de la fortaleza; luego, recibirán la fruta: la paz. Ésta es la tarea, éste es el deber; éste tiene que ser el voto.
Las formas de adoración, las frases con que se le alaba o el estilo para dirigirse a Él pueden variar; pero todas las religiones están dirigidas a la misma consumación. La misma corriente sanguínea circula por todos los miembros del cuerpo. La misma corriente divina activa todo el universo. Visualicen a ese Supremo Arquitecto, a ese incomprensible Diseñador, a ese invisible Dador de Vida. Esto se llama la realización de la paternidad de Dios y la hermandad del hombre. No se dejen enredar en el negocio del vivir; en su lucha por la sobrevivencia y el éxito, no olviden al Dios que ha hecho posible la vida.
La vida es como un periódico: léanlo superficialmente: los titulares, algunas columnas que les llamen la atención… y tírenlo. No le den más importancia. Mañana será basura. Así también, la vida sólo vale una lectura superficial; no la guarden para una segunda leída. Un nacimiento es suficiente; hagan que la muerte que les aguarda sea la última.
Si ponen atención en lo individual, las diferencias empiezan a aparecer ante ustedes; fijen su atención en lo colectivo y de ese modo los puntos de identidad se harán más evidentes. Si se concentran en los rótulos externos: hindú, cristiano, musulmán, parsi, budista, desarrollarán orgullo, desprecio u odio, pero si se concentran en la lucha que el hombre libra por elevarse desde la carne para alcanzar el nivel de la divinidad, encontrarán que todas las etiquetas son insignificantes. Entonces todo es amor, cooperación, apoyo y aprecio mutuos. Vayan al sentido interno, al significado más profundo de los símbolos, ritos y ceremonias religiosos. Las formalidades externas están de acuerdo con las necesidades del lugar, el momento y la persona. Algunos entre ustedes gustan de un plato dulce más que de otro; otros no están de acuerdo en que su plato favorito sea el más sabroso, pero cualquiera que sea el plato, todos están endulzados por la misma sustancia: el azúcar; igualmente, todas las cosas y seres son endulzados por el mismo principio: Dios.
Aquellos que critican y hacen preguntas tales como «Si Dios existe, ¿dónde está?», «¿Cómo es?», no han progresado más allá de las primeras letras del alfabeto de la indagación espiritual. Sólo cuando hayan dominado todo el alfabeto podrán utilizar las palabras; después podrán proseguir con las frases, parágrafos y libros enteros. A menos que conozcan el Yo, ¿cómo pueden conocer el Yo de todos los «yoes», el Yo que hace que cada «yo» experimente su yoidad? El humo de la ignorancia esconde este Yo detrás de los «yoes». Esto se llama maya en la filosofía hindú. Es comparada con una encantadora, una bailarina, una mujer ladina que seduce la inteligencia por su danza, una nartaki. Esta nartaki puede ser inmovilizada por el kirtan (canto comunitario de los nombres y la gloria de Dios). Kirtan no es sino un anagrama de nartaki; la sabiduría es la ignorancia superada. Los cantos mantendrán la visión clara y la dirigirán a lo sublime y lo supremo.
Todos son estuches del amor divino; compártanlo, expándanlo, expresen ese amor en actos de servicio, palabras de benevolencia, pensamientos de compasión. Lo mismo que cuando se despiertan saben que el sueño que tuvieron duró sólo pocos minutos aunque la serie de sucesos soñados cubría muchos años, cuando se despierten a la sabiduría este breve «sueño» de la vida les parecerá algo transitorio. Estén siempre llenos de alegría para que cuando la muerte los llame, puedan dejar la vida con una leve sonrisa y no gimoteando de aflicción. Los bendigo para que puedan conformar sus vidas y actividades de tal forma que esta alegría suprema sea su posesión duradera.
Kampala
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