La piedra filosofal (27/09/1968)

606

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 06 cap. 59 )

La piedra filosofal

27 de Septiembre de 1968

Prashanti Nilayam

EL HOMBRE ESTÁ provisto de muchas destrezas; se le ofrecen muchas vías, se le indican muchos caminos. El objetivo de todos estos dones es desarrollar en él el espíritu de devoción y dedicación y liberarlo de la dicotomía de la alegría y la aflicción. Cuando el hombre ve como Dios al universo, desaparece la capacidad de éste de conceder la experiencia dual; el hombre conoce la verdad y está tranquilo. Dios es Uno e Indiviso (Ekam eva advitiyam Brahma), o Uno sin segundo, o sea el Principio inmanente, de modo que el hombre debe esforzarse por conocer a Dios, quien es la verdad. Un soldado es honrado y recibido con beneplácito en su casa sólo cuando ha ganado la batalla, no cuando ha huido o no ha tenido ningún contacto con el enemigo, o cuando se ha entregado mansamente o cambiado feliz de bando. No es el uniforme ni las medallas los que son honrados; es el bravo corazón que late dentro de su pecho, es el brillo en los ojos que revela al héroe bañado de victoria. Cada ser humano está dedicado a una batalla con los insidiosos enemigos internos. ¿Cómo puede alguien moverse con la cabeza erguida y un semblante orgulloso cuando sus enemigos están celebrando su victoria dentro de él? ¿No es una gran humillación? Las fuerzas de la lujuria, la codicia, la ira, el odio, el orgullo, la maldad, la envidia y la avaricia están celebrando triunfantes danzas de victoria en el corazón mientras la humilde víctima, su prisionero, busca ser honrado y alabado.

Los enemigos internos pueden ser destruidos por la luz de jñana (la iluminación que acompaña al conocimiento de la realidad). Para adquirir esa iluminación, uno tiene que cultivar el espíritu de búsqueda imparcial, firme y decidida, basada en las revelaciones hechas en los Vedas acerca de la naturaleza del hombre y de Dios, y sobre la relación entre los dos. Hay que estudiar los Vedas con respeto, porque ellos nos dan la llave de este jñana. Los Vedas son la piedra filosofal que transforma todo metal en oro, a todo estudiante en aspirante espiritual (sadhaka) y a todo aspirante espiritual en sabio. Ignorantes de su valor, los pandits que han aprendido los Vedas de memoria los utilizan como medio de vida, como un campo fértil para argumentaciones dialécticas vacías. Sus disputas y comentarios solamente han difundido la incredulidad entre las masas, porque ellas no se dejan impresionar por el escolasticismo y los sofismas. Cuando Sri Rama decidió acabar con su carrera de avatar y se fue al turbulento río Sarayu, un perro también lo siguió. Cuando le preguntaron por qué había seguido ese camino, dijo: «Yo deseo ir al Paraíso con todos ustedes, en mi vida pasada yo era un gran yogui, pero resbalé y caí del camino recto del autocontrol, me volví esclavo del engaño; expuse los Vedas como me dictaba mi capricho, en forma rara pero atractiva; por eso me he vuelto este animal que está feliz de ladrar y morder. Las personas que me animaron con sus alabanzas son ahora las moscas y los zancudos que se apiñan sobre mi piel y me fastidian. Ayúdame, ¡oh Señor!, a huir de esta desgracia; he pagado mi karma, he cumplido con mi sentencia». Ésa es la consecuencia de la falta de respeto por los Vedas; estúdienlos con reverencia para poner en práctica lo que enseñan. Desistir de la práctica es en sí mismo una irreverencia.

Quienquiera que hable, lo que sea que se diga sobre los Vedas y el Vedanta, si es dicho con reverencia y un anhelo sincero, merece ser escuchado atentamente. Yo noto un gran defecto en ustedes: cuando estoy diciendo mi discurso, escuchan cada una de mis palabras con gran avidez y entusiasmo, pero cuando los pandits y otras personas les están hablando sobre temas que son valiosos para ustedes, de su propio y profundo estudio y práctica espiritual, aunque ustedes están sentados debidamente en silencio, no encuentro la misma avidez y entusiasmo. Esto no es correcto; el agua de lluvia es agua de lluvia, caiga por una tubería o del techo, o corra por un canal o una acequia. Lo que otros dicen es también auténtico y útil. Lo que deben cuidar y atesorar en su memoria es la propiedad curativa de la medicina, no la etiqueta del envase o el nombre del fabricante o del vendedor.

Benefíciense de la medicina, cúrense; sean iluminados; conozcan su realidad.

Prashanti Nilayam

27 IX 68