( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 04 cap. 34 ) 14 de Diciembre de 1964 Yerpedu EL HOMBRE ES víctima de muchos sufrimientos; la vida es una Serie de molestias y de miserias para aquellos que se identifican con el cuerpo, pero ellas no pueden causar ansiedad a aquellos que saben que el cuerpo es sólo un vehículo. Debo enfatizar esto ahora, al inaugurar este centro de salud. La salud del cuerpo es importante porque su falta afecta el equilibrio mental y la concentración. Cuando el cuerpo está en buen estado de salud las funciones mentales Se desenvuelven sanamente; cuando el cuerpo sufre, la mente se vuelve inestable. Así, esta balsa llamada cuerpo, siendo el único medio que tenemos para cruzar el océano de la vida (samsara) con sus múltiples cambios, debe conservarse en buen estado. La falsedad, la injusticia, la ansiedad, producen filtraciones que aflojan los puntos de unión de la balsa. Con una balsa tan endeble es tonto intentar la travesía. Una vez que ésta se ha efectuado, la balsa debe abandonarse; ya no se necesita más. La balsa humana es la más eficiente; está hecha con discernimiento (víveka), inteligencia (vichakshana) y renunciación (vairagya), maderas duras que pueden soportar el golpe de las olas y la fuerza de la corriente. Si no aprovechan al máximo esta oportunidad, puede que no Se les vuelva a presentar en mucho tiempo. La devoción y la moralidad son importantes tanto para la salud física como para la salud mental. Ellas liberan la mente de la agitación, la alimentan con alegría y contento; aquietan el sistema nervioso e incluso ayudan en los procesos físicos. Las flores de esta guirnalda apenas ayer eran botones que florecieron esta mañana; están comenzando a marchitarse ahora mismo y mañana se pudrirán y secarán. Pero el cordón que las mantiene. unidas, abarcando a todas, no está sujeto a tal cambio; ayer era cordón, es cordón hoy y seguirá siéndolo mañana. Acepten al inmutable Atma y al cambiante cuerpo como tales y convénzanse de la esencia eterna y universal de su ser. Como hombres pensantes y juiciosos, es su responsabilidad desempeñar este deber para con ustedes mismos. ¡Y también para con su país!, pues la India mereció el honor de ser la Maestra del Mundo porque su gente siempre insistió en esa gran responsabilidad y trató de cumplirla. Pero cuando los indios descuidaron esto y atribuyeron valor al bienestar físico y al prestigio social, este país cayó en el pantano de la lucha competitiva. Ahora el hombre, enclaustrado en cohetes, se enorgullece en desplazarse alrededor del mundo a velocidades increíbles e incluso compite en carreras espaciales hacia la luna, pero no ha tenido éxito en penetrar ni siquiera un centímetro dentro de los más íntimos rincones de su propia mente ni en controlar los desvaríos que prevalecen en ella. Para salvarse de ser arrastrados por el flujo de lo cambiante, deben nadar río arriba, contra la corriente, lo que es, en verdad, una determinación difícil de emprender. Tengan todos sus bienes y riquezas como en custodia para el Señor, quien se los dio; incluso a su familia deben tratarla como una responsabilidad sagrada, como personas que el Señor les ha encargado para amarlas, cuidarlas y guiarlas. Así, deben elevar su apego por ellas al nivel de adoración y hacer de él un instrumento para su progreso espiritual. El ministro Balarami Reddy expresó el deseo de que este centro de salud, que lleva el nombre de Gopalakrishna, prospere año con año. Pero el progreso de un hospital no debe juzgarse por el número de pacientes que vienen a tratarse. Debe educar a la gente de los alrededores en los principios de la salud y la higiene y velar para que la zona esté libre de enfermedades. Y entre los medios para asegurar la salud, la disciplina espiritual es el más importante. Nunca deben enredarse en las redes de los problemas de este mundo. Traten de escapar hacia el aire más puro del espíritu tanto como les sea posible, llevando el nombre del Señor en la lengua. De las 24 horas del día tomen seis para sus necesidades individuales, seis para el servicio a los demás, seis para el sueño y otras tantas para morar en la presencia del Señor. Estas últimas seis horas los dotarán de una fuerza de acero. Gopalakrishna, el presidente, describió los verdes campos que circundan a las aldeas y dijo que no existe nada tan afín a la felicidad como la vida de pueblo. Los pueblos son la base de la nación. Las ciudades anhelan el contento y la alegría de los pueblos. Las ciudades están perdidas en la confusión, el ruido y la furia egoísta. Los campesinos que aran la tierra y alimentan a la gente son en verdad hombres santos que ayudan a sus hermanos y a sus hermanas en su apremiante necesidad. Ellos soportan la dura faena alegre y silenciosamente. Pero ustedes no se desanimen. Sean como dioses y podrán compartir del néctar de la inmortalidad, así como lo hicieron ellos. Si son como los asuras (demonios) no podrán participar del néctar divino. Dejen que su amor fluya hacia todos; ustedes ya tienen amor, pero ahora lo distribuyen con egoísmo y a cuentagotas. O al menos no odien a los demás, ni hablen mal de ellos o busquen cuantificar sus faltas. No se pongan tristes ni se sientan heridos cuando otros son felices; traten de compartir su felicidad y de ser felices ustedes mismos cuando los que los rodean lo son. Su conversación debe ser suave y dulce; no imiten el rugir del león O el sisear de la serpiente. En un pueblo, en donde todo mundo se conoce y donde la vida es tan íntima e interdependiente, esta clase de dulce conversación, motivada por el amor, es esencial. La lengua es ahora el arma más afilada en el arsenal del aldeano; arruina muchos hogares, separa a hermanos y vecinos. ¡Hace más estragos que una bomba! Este centro de salud será eficiente si la gente del pueblo aprecia sus servicios y coopera con estos doctores y no desperdician sus esfuerzos, disputando entre sí. Desarrollen amor y cooperación; entonces los pueblos podrán prosperar. De otra forma, aun las mejores intenciones de la familia real de Venkatagiri o de las dependencias del gobierno se frustrarán. La presencia del ministro y del presidente del Samithi en este lugar es una señal de que harán lo mejor por ustedes; ahora está en ustedes hacer el mejor uso de la ayuda que ellos ponen a su disposición. Si hacen esto, yo sé que la familia real de Venkatagiri estará realmente feliz. Tengo que decirles algo más sobre este centro de salud. El swami Malayala, que hizo este lugar famoso y populoso al establecer aquí su ashram y su escuela, deseaba que se añadiera un hospital a los servicios de este pueblo. Ahora, con la inauguración de este centro, su deseo se ha cumplido. No dejen que las plagas de la ira, la lujuria y la codicia dañen la cosecha de abundancia que ustedes buscan con ahínco y constancia. No usen sus manos para dañar o herir a otros; úsenlas más bien para llevar el ritmo cuando cantan los nombres del Señor, nombres perfumados con su gloria. Éste es el Consejo que les doy. |