El sabio campesino (02/09/1958)

656

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 01 cap. 14 )

El sabio campesino

2 de Septiembre de 1958

Mirthipadu

Hoy estoy muy alegre por la presencia de personas dedicadas a un duro trabajo y que sacrifican su propia comodidad a fin de brindarles felicidad a otros. Lo que el mundo necesita es trabajo hecho con ese espíritu. Cada hombre tiene a la divinidad dentro de sí, así como tiene la verdad y la dulzura. Pero no sabe cómo manifestar esa divinidad, cómo realizar esa verdad, cómo probar esa dulzura. Por ende, lleva las dos cargas gemelas de la alegría y del dolor atadas en los extremos de un palo que descansa sobre sus hombros. El valor es el tónico necesario para obtener tanto la salud física como la salud y la fuerza mental. Abandonen toda duda, toda vacilación y todo temor. No ofrezcan oportunidad de que estos tres enemigos aniden en sus mentes. El hombre, por medio de la fuerza interna, divina, con la cual está equipado, puede lograr lo que quiere; puede hasta volverse Madhava (epíteto de Vishnú o Krishna) mismo.

Para ayudarse a olvidar el temor y la duda mantengan el nombre del Señor siempre en los labios y en la mente. Contemplen las formas sin fin del Señor, su ilimitada gloria, mientras reciten su nombre. Apéguense a Él; y entonces su apego por los objetos temporales se desvanecerá o por lo menos, empezarán a verlos en su adecuada proporción, como dotados sólo de una realidad relativa. Cuando el pequeñísimo ego asume una enorme importancia, es cuando causa toda esa molestia. Esta es la raíz de todo el trabajo. En sus corazones está el atmarama, el Rama que confiere felicidad eterna.

De modo que repitan el nombre de Rama, el sol que puede hacer florecer el loto del corazón. Rama no es el hijo de Dasaratha sino el gobernante de los Dasa lndriyas, o los diez sentidos. La recitación del Ramanama (nombre de Rama) debe hacerse automática como la respiración, tan frecuente y esencial como ella. La palabra Rama contiene el bija-aksharas o sea la palabra o sonido, tanto del mantra de Shiva como del de Narayana, pues está compuesto por las segundas sílabas de ambos: Naa-raa-yanaaya y Namah-Sivaya. Por lo tanto, este nombre es aceptable por todas las sectas; también les confiere poder y todo el capital espiritual que necesitan.

La verdadera bienaventuranza sólo se puede ganar por medio de la transformación de los impulsos que agitan la mente. No se puede encontrar en la riqueza. ¿Creen ustedes que los ricos son felices? Pues, pregúntenmelo y les revelaré que están llenos de aflicción pues vienen a mí en gran número para que les brinde ayuda. No tienen ninguna paz. Un físico fuerte no da paz de por sí, ni la proporcionan la educación, el ascetismo o los rituales. Sólo el morar constante con el nombre del Señor da esa paz inquebrantable, que no es afectada por los altibajos de la vida. Hace del hombre un dhiira o una persona provista de calma y valor.

Sai Baba hasta hoy era para ustedes un nombre sin forma, pero ahora ha venido con forma y pueden mantener esta forma en sus mentes. El nombre Rama también tiene una forma y deben visualizar la forma cuando repiten el nombre; entonces el nombre se concreta y su repetición o japam se hace más fácil. Vivan siempre en la presencia de ese nombre llenos de esa forma. Entonces la vida se hace una sola y continua adoración del Señor. En verdad, ustedes los campesinos son almas santas, pues se doblan bajo el peso del servicio que rinden y con las manos elevadas en oración, laboran noche y día para convertir el polvo y la tierra en la nutritiva cosecha de granos que alimentará a todos los hombres.

Esta tarea es sagrada y el producto de sus esfuerzos también es sagrado. ¿Por qué no hacer esta tarea más fructífera con el cultivo de las virtudes? Esta es la verdadera cosecha que agrada al Señor y que sostiene al mundo.

Inquietud y aflicción siempre habrá de uno u otro tipo, en el pasado, en el presente y en el futuro, estén despiertos, soñando o durmiendo. Pero pongan su fe en el Señor y hagan sus tareas dedicándolas a Él, y la inquietud y la aflicción desaparecerán. Un día, Naranda alardeaba delante de Vishnú que ningún devoto podía ser mejor que él; pero ese alarde mismo iba en contra de la primerísima calificación de un bhaktha, que es la liberación del egoísmo. Así, Vishnú le habló de un campesino que araba su pedazo de tierra como un devoto mayor que él y le recomendó a Narada que lo visitara y aprendiera de él el arte de la devoción. Narada se sintió muy humillado y se fue al pueblo indicado sintiéndose muy mortificado. Encontró al campesino ocupado en su ronda de deberes en el campo, en el establo y en su casa, y a pesar de la más atenta observación, no pudo oírlo decir el nombre del Señor más de tres veces en un día; una vez al levantarse de la cama, otra vez al almorzar y la última, al retirarse a dormir. Narada se sintió naturalmente exasperado de que se le juzgara inferior a este pobre espécimen de bhaktha. Él siempre cantaba melodiosamente los lilas del Señor, regando por doquier el mensaje de la importancia de cantar el nombre del Señor y he aquí que se encontraba con un hijo de la tierra con manos callosas que sólo recordaba al Señor tres veces al día y a quien sin embargo Vishnú juzgaba superior a él. Fue corriendo al cielo, con su cara encendida por la ira y la humillación, pero Vishnú sólo se rió de su apuro. Le dio una vasija llena de agua y le pidió que se la pusiera en la cabeza y siguiera determinado recorrido sin derramar una sola gota. Narada así lo hizo, pero cuando le preguntaron cuántas veces había recordado el nombre del Señor, admitió que en su ansiedad por caminar sin sacudir la vasija y derramar el agua, había olvidado por completo el nombre. Entonces Vishnú le dijo que al campesino que llevaba en su cabeza cargas más preciosas y más derramables que una vasija con agua y que tenía que tener cuidado de no dañar a ninguna de ellas, por fuerza debía de admirársele por recordar al Señor por lo menos tres veces al día.

Por lo tanto, les será de gran beneficio el recordar al Señor con agradecimiento por lo menos tres, o aun dos veces al día; esto les dará una gran paz. No abandonen sus deberes mundanos, pero háganlos con el nombre de Dios en sus labios, invitando la gracia de Dios a que se pose en sus cabezas. No se mezclen en los asuntos de sus vecinos ni de otros en forma tal que se vean enredados en ellos. Gasten su tiempo en la contemplación de las bellezas de la naturaleza que están desplegadas ante ustedes en la tierra y en el cielo; las verdes extensiones de los campos que han cultivado, las frescas brisas que traen contento y alegría en el aire, el panorama de las nubes coloreadas, el trinar de los pájaros; y canten las glorias de Dios en los terraplenes de los campos y en el borde de los canales. No hablen con odio en medio de todas estas pruebas de amor; no se enojen en estos alrededores plácidos; no perturben el cielo con sus gritos o maldiciones. No contaminen el aire con alardes vengativos.

Los retoños necesitan agua y abono para crecer y producir una rica cosecha. El diminuto retoño del anhelo espiritual por la liberación de la esclavitud también necesita de estos dos elementos. Este es el verdadero cultivo (krishi) que deben emprender. Esta es la marca del sabio campesino.

Por encima de todo, enderecen sus hábitos, purifiquen su conducta, limpien su comportamiento. Un hábito malo que se ha enraizado profundamente en esta área es el fumar tabaco, un mal que se está volviendo rápidamente universal. Destruye el arogyam, el ananda, el uthsaaham, y hasta el andam, o sea, la salud, la felicidad, la actividad y el encanto. El humo no aplacará su sed ni llenará su estómago hambriento. Desfigura su cara y ennegrece sus pulmones. Los debilita y los enferma. Contrólense y no cedan a las trampas de los amigos o de la sociedad o de lo que se mal llama convencionalismo social y no se conviertan en presa de este y otros malos hábitos.

El cuerpo es el templo del Señor; manténganlo fuerte y en buenas condiciones. Es dañado por las comidas y bebidas de tipo rajásico (que provocan las pasiones) y tamásico (que producen ignorancia) y también por las actitudes rajásicas y tamásicas, como la ira, el odio, la codicia, etc., o la pereza, el sueño y la inactividad. Cuando se violentan y se enojan con alguien, vayan tranquilamente a tomarse un vaso de agua fría o repitan el nombre del Señor para dominarse, o vayan a su cama y acuéstense hasta que el ataque de ira haya pasado. Mientras están enojados ustedes se ofenden mutuamente; el genio se eleva, se genera calor y se hacen lesiones perdurables. Cinco minutos de ira dañan una relación durante cinco generaciones, recuérdenlo. Este asthipanjaram o jaula de huesos (el cuerpo) es el verdadero Hasthinapuram (la ciudad capital de los Kauravas) en el cual tenemos al rey ciego, Dhritharashtra, el símbolo del ajñana o falta de sabiduría, así como a Yudhishtira o el símbolo del sujñana o conocimiento correcto. Dejen que ganen las fuerzas de Yudhishtira, con la ayuda de Sri Krishna; dejen que su lengua, acostumbrada a la amargura de la fruta de margosa de los triunfos y desastres mundanos, pruebe la dulzura del namasmarana. Experiméntenlo durante un tiempo y se sorprenderán de los resultados. Podrán sentir la vasta mejoría en paz y estabilidad, dentro de ustedes y alrededor de ustedes. Aprendan esta fácil lección, sumérjanse en la alegría y dejen que otros compartan esta alegría con ustedes.

Mirthipadu, 02-09-1958.