Discursos dados por Sai Baba
{SB 11} (27 de 54 discursos 1971 a 72)
46. 26/09/72 El sube y baja
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 08 cap. 23 )
El sube y baja
26 de Setiembre de 1972
Prashanti Nilayam
EL HOMBRE SE HA engañado creyendo que la naturaleza es un rival al cual debe derrotar y conquistar; lucha y sufre pérdida y dolor en esa acción. Considera heroico soportar penurias en lo que él llama la conquista de la naturaleza, pero si sintiera parentesco con ella, que está igualmente saturada de divinidad y que proclama con igual claridad la inmanencia de Dios, sería más dichoso y tranquilo. Cuando vean en todas partes, en cada pulgada de tierra, en cada ser, pequeño o grande, la huella de Dios, percibirán a la naturaleza con una nueva vestimenta de gloria, como una manifestación que demanda adoración en vez de explotación y sojuzgación.
El ego en el hombre lo hace ir contra todo; abátanlo y todo se convierte en familiar. El ego es el primer brote que surge de la semilla de la ignorancia, que no es una adquisición positiva; tan sólo es la ausencia de conocimiento. Cuando brilla el conocimiento, ambas naturalezas, interna y externa, son divinas. No existe nada que no sea ello. Cuando se experimenta esto, el amor inunda el corazón y fluye hacia todos. No hay independencia, sólo existe interdependencia, porque todas las olas dependen del mar. Ustedes utilizan las palabras «yo mismo»; ¿quién es este «yo» que es dueño de ustedes y a quien poseen como ustedes mismos? Es la Divinidad en ustedes y en todo. Swecha es la palabra en sánscrito para designar el deseo de uno, el deseo o ficha de swa, esto es, uno mismo. Dado que el ser de uno y el ser de todo lo demás son lo mismo, swecha debe ser el factor común de todos los deseos, es decir, el amor. Escuchen a la voz de Dios, que advierte, dirige, impulsa y previene; entonces no podrán estar equivocados.
Se puede decir que el amor es una virtud universal y que se manifiesta generalmente en todas las relaciones humanas. Pero está siendo limitada y envenenada por cuestiones insignificantes y marchitada por el odio y la envidia. El amor debe visualizar lo mejor de los demás y no lo peor. El amor no puede ignorar la divinidad en los demás, los ciegos tienen el derecho de negar la luz, pero aquellos que ven no tienen tal exención. Cuando estos hombres juran ver sólo los muchos, y no al Uno, seguramente es culpable su vista. Traten de corregirla a través del sadhana.
Tienen ustedes tres medios de comprensión: el poder de la voluntad, el poder de la actividad y el poder de la razón. Enfoquen los tres hacia Dios, deséenlo, sírvanlo y conózcanlo. No permitan que los sentidos y !as emociones se escapen con ustedes a sus espaldas. Manténganlos bajo control. Antepónganles la meta de Dios. Si sus emociones determinan una dirección, guíenlas en la dirección contraria; ésa es la manera de contrarrestar su malignidad.
Sucedió una vez que Krishna, Balarama y Sathyaki, que eran entonces niños de apenas cuatro o cinco años de edad, se perdieron en una espesa jungla. Estaban !os tres solitos cuando comenzó a caer la noche y no podían seguir el camino que los llevaría a Gokula. ¡Claro! Ya lo habrán ustedes adivinado. Fue una estratagema del travieso Krishna, que ya a esa corta edad no hacía nunca nada sin tener en mente un propósito profundo, y ese propósito invariablemente era enseñar una buena lección a alguien. Decidieron pasar la noche en el mismo lugar donde se hallaban al oscurecer. Krishna los atemorizó con descripciones de fantasmas, monstruos y demonios que en busca de presas humanas recorrían esos lugares. Decidieron que dos de ellos dormirían durante tres horas mientras el otro vigilaba.
El deber de Krishna consistía en esa ocasión en hacer la guardia y estar pendiente de lo que pudiera ocurrir, de 7 a 10 de ta noche; a Sathyaki le tocaba de 10 a 1 a.m. y Balarama comenzaría a velar a la una, terminando a las cuatro de la mañana. Sathyaki se levantó a las 10 y Balarama y Krishna se acostaron sobre lechos de hojas secas y durmieron profundamente. Justo entonces hizo su aparición un demonio ante el pequeño Sathyaki y se echó sobre el niño, que se defendió heroicamente dando y recibiendo golpes y una buena cantidad de rasguños y mordidas. Finalmente, el demonio se tuvo que retirar dejando a Sathyaki bastante mal parado pero feliz. Los otros dos niños seguían durmiendo; no habían sido molestados en lo más mínimo por el ruido del combate. Sathyaki había devuelto golpe por golpe y lesión por lesión. A la una de !a mañana despertó a Balarama y se tendió sobre el montón de hojas secas como si nada hubiera pasado. El demonio también retó a Balarama a entrar en combate pero se tuvo que ir humillado porque Balarama era igual de fuerte que él y sus golpes eran aún más terribles que los de Sathyaki. Balarama se volvió a acurrucar en el montón de hojas después de despertar a Krishna, que ahora debía vigilar en Brahmamuhurta, que es el periodo favorable en que los dioses son propicios, es decir, hasta el amanecer.
Llegó el demonio rugiendo como un tigre herido, avanzando ferozmente sobre el pequeño niño divino. Krishna volvió su dulce carita hacia él y recompensó al demonio con una adorable sonrisa. Esa sonrisa desarmó al demonio: cuanto más tiempo permanecía bajo su influjo, más débil se tornaron su cólera y su maldad. Finalmente, el demonio se hizo más dócil que una oveja. Cuando los otros niños despertaron, se sorprendieron con la victoria que Krishna había logrado con ayuda del arma del amor. No se puede destruir la cólera con cólera, la crueldad con crueldad, el odio con odio. La cólera se puede vencer sólo con tolerancia; la crueldad, sólo con la no violencia; el odio únicamente cede ante la caridad y la compasión.
También Arjuna, en una ocasión, culpó a su hermano mayor, Dharmaraja, de indiferencia ante los sufrimientos de sus otros hermanos, de su reina Draupadi y sus hijos; le recriminó duramente su ciega adherencia a !a moralidad y virtud, a pesar de las atroces provocaciones que sus primos les lanzaron y que merecían una represalia. Corno resultado, dijo Arjuna, «nuestra madre vive alejada de nosotros, nuestra esposa es insultada frente a toda la corte, nosotros vagamos como exiliados en la selva, mi hijo fue atrapado y muerto y hemos sido difamados y deshonrados impunemente. Y, mientras tanto, tú has soportado toda esta ignominia, satisfecho con tu adherencia a la «virtud»». Cuando hubo terminado su reproche, Dharmaraja contestó calmado, sin muestra alguna de resentimiento: «Paciencia, tolerancia, amor, sólo éstos pueden traer el éxito; ¿de qué sirve la victoria si se gana con falsedad y ferocidad? Una guerra tal fomentará eternas guerras. Siempre debemos actuar como si estuviéramos ante la presencia de Dios, como si Él estuviera vigilando y sopesando cada pensamiento, palabra y acción. Véanse a ustedes mismos en todos; vean a todos en ustedes mismos, ése es el camino a la paz y alegría duraderas. No busquemos el imperio externo; seamos gobernantes del imperio interno. No tratemos de enfrentar al enemigo externo, permitiendo al enemigo interno incrementar su poder. Tenemos a Krishna con nosotros, y así, ¿quién nos puede derrotar? Triunfaremos si ganamos su gracia».
Nunca se desvíen del camino de la rectitud, cualquiera que sea el problema o la tentación. No desmayen; no retrocedan. Jamás permitan que se quebrante su fe. Si les dan importancia a riquezas, hijos, fama o fortuna, estarán mostrando que su devoción no está dirigida a Dios, sino a riquezas, progenie y demás. Si profesan devoción a Dios, ¿cómo deben manifestarla? Yo se los diré: manifiesten cualidades, virtudes, amor y fortaleza divinos. Vuélvanse Sai, sean Sai.
Cuando el Chitravati se desborda, a dicho fenómeno lo llamamos inundación; cuando las aguas vuelven a su cauce lo llamamos río. Cuando avanzan los deseos, planes, apetencias y anhelos, lo llamamos «mente»; cuando se apaciguan, lo llamamos conciencia. Cuando la tela blanca es
tá sucia, es mente; cuando se restaura la blancura al lavarla, es conciencia. Cuando los deseos por poseer los vuelven avaros, lo llamamos mente; cuando el amor los inclina a reverenciar, adorar, simpatizar y servir, entonces lo denominamos conciencia. La mente puede ser transformada en conciencia sólo a través de jijñasa, la indagación, y sadhana, la disciplina. La indagación es la etapa de estudiante o del principiante, sadhana es trabajar ya en un empleo; cuando superan estas dos etapas, pueden permitirse estar en calma, contentos, amando a todos y siendo amados por todos, como el anciano que se jubila con una pensión. Cuando se manifiesta su divinidad innata, ésta adopta la forma del amor. Ramakrishna Paramahansa no podía soportar que alguien caminara sobre el césped; él mismo sentía el peso de los pies.
Manténganse siempre ocupados, en actividad, para así usar su tiempo y sus habilidades con el mayor provecho. Ése es su deber y el deber es Dios. El perezoso y el inactivo vacilarán ante la actividad por temor al agotamiento, fracaso o pérdida. Los individuos emotivos y apasionados se precipitan y siempre esperan obtener resultados rápidos y se desaniman de inmediato si éstos no llegan. Las personas equilibradas siempre están activas, porque ése es su deber, no se agitan por nada: ni por el fracaso ni por el éxito. Para los devotos de Dios, la actividad es un medio de adorarlo y dejan el resultado a su voluntad. Saben que son sólo instrumentos en las manos de Dios. Los devotos de Dios siguen el camino sátvico (puro). La verdadera naturaleza del hombre es sátvica, mas debido a la ignorancia y a la obediencia sumisa a los sentidos, el hombre sufre dolor y pesar; ésta es la triste situación, no sólo en la India sino en todo el mundo.
Traten de santificar cada actividad de trabajo dedicándola a un fin divino. El universo es la obra de Dios y, por lo tanto, lleno de significado y virtud moral. Véanlo como tal y obtengan el mayor beneficio. Sin dedicación, el trabajo es como una flor de papel, inadecuada para ser ofrecida a Dios; barata, sin fragancia, seca.
Ofrezcan a Dios verdaderas flores cultivadas en el jardín de su corazón, fragantes, llenas de deleite. Vean a todos como un rayo de Dios.
La vida es como un sube y baja, con el hombre sentado en una tabla equilibrada sobre un tronco redondo: jñana shakti, su naturaleza básica de sabiduría. Cuando la tabla baja de un lado, es shakty, bhakti yoga, adoración emocional; cuando baja del otro lado es kriya shakti, karma yoga, actividad para adorar a los hombres como encarnaciones de la Divinidad, servicio al hombre, adoración de la naturaleza cultivando amor y ternura. En tanto el sube y baja se asiente sobre la sabiduría, uno está a salvo. La sabiduría es el estar conscientes de que Dios es todo. Él es la semilla, el universo es el árbol; instintos, impulsos, emociones, pasiones, son las ramas y sus vástagos; la inteligencia es la flor; la conciencia pura y sin ataduras es la fruta; el amor es la dulzura de la fruta.
Prashanti Nilayam
26 IX 72