Discursos dados por Sai Baba
{SB 14} (47 de 60 discursos 1978 a 80)
42. 22/11/79 El reino
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 10 cap. 46 ) El reino 22 de Noviembre de 1979 ¡ESTUDIANTES, ENCARNACIONES del Alma Divina, defensores y promotores de la educación!: Este Kaliyuga ofrece más facilidades para la liberación que cualquier otro anterior, porque la educación está mucho más difundida ahora. Hasta en los más remotos lugares de cada país hay instituciones educativas, pero es una lástima que la paz mental se haya vuelto tan escasa. ¿Por qué la paz ha permanecido fuera del alcance, a pesar de la abundancia de aparatos y dispositivos que ofrecen al hombre comodidad y placer? La falla está en la conducta humana, que va por malos caminos. Cuando el hombre piensa, habla y actúa virtuosamente, su conciencia está limpia y tiene paz interna. Se dice que el conocimiento es poder; pero la virtud es paz. Aun ahora, el mundo venera a los grandes hombres y mujeres de vidas ejemplares llenas de virtud. Jesús, Mahoma, Zoroastro, Buda, Shankaracharya, Madhavacharya, Ramanujacharya y otros fueron merecedores de lealtad y adoración de la gente debido sólo a la pureza de su conducta y acciones. Se han vuelto residentes inmortales en los corazones de la humanidad. La erudición no puede conceder esta alta influencia histórica. El conocimiento libresco les puede ayudar a exponer o a exhibir su habilidad dialéctica, pero, ¿cuál es realmente la amplitud y la profundidad de su experiencia? Solamente examinen cuán engreídos se han vuelto. El hombre debe llenar su vida cotidiana con palabras veraces, actos virtuosos y pensamientos sagrados. La educación los debe equipar con un discernimiento agudo para descubrir estas virtudes. Deben saber lo que es la verdad y desarrollar amor y lealtad hacia ella. Y, recuerden, los actos de virtud se desarrollan al vencer los deseos egoístas. Deben mantener ideales elevados y estar dispuestos a sacrificar hasta sus vidas en el logro de ellos. Nunca contaminen sus palabras con falsedades, nunca envenenen sus pensamientos con odio y codicia, nunca degraden su cuerpo con violencia. Es trágico que ni siquiera una pequeña fracción de la comunidad de estudiantes valore estos ideales y se esfuerce por cumplirlos. En este país tenemos suficientes científicos, eruditos, maestros espirituales y expertos políticos. Pero, ¿de qué sirve? Trabajan sin comprensión mutua, cada uno desligado del restó. Un científico es el rival de otro; un intelectual está en disputa con otro experto en el mismo campo. Y en lo que se refiere a los políticos, mientras menos se diga, mejor. Cuando este vicio de la desunión impera, la paz y la prosperidad no se pueden establecer en el país a pesar del progreso tecnológico, los conocimientos y discursos espirituales; aquéllas sólo se pueden desarrollar cuando en el corazón del hombre crecen la cooperación mutua, los sentimientos amistosos, el amor y la compasión. El mundo puede brillar, fresco y hermoso, lozano y grandioso, con festones y banderas en cada umbral, cuando estas cualidades sean practicadas por el hombre. Hoy en día, existe una gran necesidad de que todos mediten sobre los axiomas de Dharmaraja, el mayor de los hermanos Pandavas. Cuando en una ocasión Krishna le preguntó dónde estaban sus hermanos, él contestó: «Algunos de ellos están en la ciudad de Hastinapura y otros están en el bosque». Krishna estaba visiblemente sorprendido y dijo: «¡Dharmaraja! ¿Qué le ha sucedido a tu cerebro? Todos ustedes, los cinco hermanos, están aquí en el bosque, como tú bien lo sabes. ¡Nadie está en la ciudad de Hastinapura!» Dharmaraja contestó: «Perdóname Señor. En total somos ciento cinco hermanos». Krishna creyó que estaba equivocado. Él mencionó los nombres de los cinco y le preguntó la razón por la cual había añadido cien más. «Los hijos de mi padre son cinco; su hermano, el ciego Dritarashtra, tiene cien hijos. Cuando peleamos con ellos, nosotros somos cinco y ellos son cien. Pero cuando no, somos ciento cinco». Así, cuando el odio y la codicia terminan en riñas, la hermandad se rompe y los corazones se alejan. Hoy día, esta división en facciones es evidente en todos los campos, incluyendo aun nuestros centros. Como resultado natural, rápidamente están aumentando la ira, la envidia, la facción y la fricción. Ésta es la razón por la que los estudiantes tienen que desarraigar de sus mentes estas tendencias malignas. El principal motivo de todos estos defectos es el egoísmo, la creencia de que el pequeño yo tiene que ser satisfecho a toda costa. Yo obtengo mucha felicidad observando a los animales salvajes en su propio habitat. Sus movimientos, su relación con los demás de su especie y sus vidas libres, sin restricciones, son agradables a la vista. Ellos no se lamentan por la salud y felicidad de otros animales. No se afligen, lamentándose de su mala fortuna, comparando su suerte con la de otros habitantes del bosque, ni claman por fama. No planean y se preparan para ganar posiciones de poder y autoridad sobre otros animales, ni están ansiosos de acumular superfluas posesiones. Cuando consideramos estos rasgos, llegamos a la conclusión de que están llevando vidas de un nivel más elevado que la de los hombres. Éstos tienen las ventajas adicionales de la educación, el sentido moral y la capacidad de juzgar y discernir, pero todavía están atrapados en las redes de la codicia, y ésta es el semillero del pesar. La educación de hoy promueve la codicia en lugar de someterla. El objetivo es obtener mayores ingresos económicos. Así, la lucha está dirigida a la obtención de títulos que permitan mayores salarios. E1 hombre educado está ansioso de explotar a la sociedad, de robarle a la buena o a la mala. No anhela dar a la sociedad, beneficiarla. Está preocupado por lo que puede obtener de la colectividad y no con lo que puede darle. Los muchachos de los pueblos son desagradecidos con sus padres, quienes han renunciado a su riqueza y comodidad para poderles dar la oportunidad de estudiar. Tan pronto obtienen su título (que en el mejor de los casos es como una escudilla para mendigar), se van a las ciudades y allí aceptan un trabajo por una miseria. Se establecen en las ciudades, olvidando a sus padres y tratando con desprecio los oficios tradicionales que han heredado de ellos. Pero sus vidas en las ciudades no son más tranquilas; los llevan a hábitos ruinosos y dañinos hasta que suspiran por paz y alegría. En vez de eso, deberían permanecer en los pueblos donde primero vieron la luz y aplicar las habilidades que han adquirido para el servicio de sus paisanos. Ésta es su verdadera tarea. Sé que es muy difícil para los estudiantes resistir la frívola influencia de la sociedad y de los mayores. No encuentran inspiradores ejemplos a seguir. Pero los estudiantes egresados de la Universidad Sathya Sai deben entrar en el mundo armados con valentía, compasión y paz interna, y brindar a la gente servicio libre de egoísmo. Manténganse siempre alertas y no se desvíen de los ideales señalados por mí. Participen en todas las actividades con humildad, sentido de honor y habilidades necesarias para triunfar. Distínganse en los campos moral, material, ético y espiritual. No se pierdan tan pronto salgan del área de Brindavan. Mientras están dentro de ella, su forma de vestir y sus modales, su carácter y conducta, son diferentes a los que muestran cuando salen. Esta reincidencia en los anteriores e indeseados niveles, revela una falla fundamental en el carácter. Este tipo de estudiantes pueden ser hechos a un lado, porque no son de ninguna ayuda para nadie. En vez de eso, son una carga para la sociedad. Son personas débiles que se deleitan en la imitación. Los héroes son aquéllos que confían en su propia experiencia y valorizan su herencia nacional. Ustedes han residido en Brindavan por cinco, siete o nueve años y han experimentado un amor materno más intenso que el que mil ma Por supuesto, les estoy advirtiendo para que no caigan en formas equivocadas de vida. Un día, el pandit Madan Mohan Malaviya se afeitó su gran bigote, y fue a ver a un viejo amigo, quien se sorprendió y le preguntó: «Señor, ¿por qué esta transformación?» La respuesta fue: «Yo me dejé crecer este bigote por el orgullo de ser un hombre, pero me di cuenta de que no alivié el sufrimiento de un solo semejante. Así que sentí que no había justificación para usarlo». La virilidad se manifiesta comprometiéndose en el servicio social y reduciendo el dolor y la pobreza de seres humanos. Hagan que se les juzgue no por sus ropas o por un bigote, sino por sus motivos y acciones y su progreso en la práctica de los ideales inculcados en ustedes por Sathya Sai. No busquen obtener trabajos para poder tener altos ingresos. Dondequiera que estén, vigilen de no desviarse hacia caminos equivocados. El dinero viene y va; la moral viene y crece. Amasar dinero es fácil; nadie debe ser apreciado por eso. Puede ser acumulado por medios crueles o injustos, con falsedad y chantaje. Sólo los mendigos están movidos por el impulso de acumular riqueza, así que ustedes se reducen al nivel de mendigos cuando llevan adelante sus estudios con el único propósito de volverse ricos. Estudien y adquieran conocimiento para rescatar al mundo de la decadencia, para desarrollar paz y alegría en todos los niveles sociales y para añadir su grano de arena a la prosperidad del estado. Los miembros del Reino de Sathya Sai deben seguir estos ideales y difundirlos por el mundo; si proclaman pertenecer al Reino de Sathya Sai, tienen la tarea especial de propagar los ideales de Sai tanto por el precepto como por el ejemplo. Vivan sus vidas como ciudadanos del Reino de Sathya Sai. Que ese nombre sea su guía y su meta. Thyagaraja vivió en conformidad con su nombre.» Cuando el emperador le ofreció regalos de piedras preciosas, casa y tierras, él los rechazó, declarando: «Mi corazón está a los pies de Rama. Ustedes no lo pueden obtener a cambio de esta basura». Ramarajya se ha vuelto una palabra cargada de santidad porque Rama hizo de su reino el hogar de la rectitud, la justicia y la paz. Ustedes tienen una gran responsabilidad porque a su asociación le han dado el nombre de Reino de Sathya Sai. Algunos ex alumnos de esta universidad están preocupados porque cuando vienen a Brindavan yo no les hablo o ni siquiera los miro. La razón es que ni siquiera pueden ser identificados como estudiantes que estuvieron en el colegio por cinco o siete años. Los buenos pensamientos, palabras y acciones no se han arraigado en ellos. Su acción ha producido la reacción; Sai sólo refleja su mente. Él no tiene prejuicios o preferencias, es un espejo en el cual se pueden ver como realmente son. Para corregir sus errores o eliminar sus defectos, algunas veces tengo que usar palabras duras, pero pueden estar seguros de que mi único fin es volverlos a mejores caminos. No tengo ira en mí. Es la compasión interna que toma la forma externa de la ira. He hecho que se construyan estas escuelas y residencias y que miles de rupias se gasten todos los años no para mi bien, sino con la esperanza de que por lo menos unos pocos de los estudiantes que se inscriben, sigan los ideales que he puesto ante ellos y se presenten ante el mundo como ejemplos. Escuchen ese llamado y permitan que resuene en sus corazones en todo momento de su vida. Prashanti Nilayam Aniversario del Reino de Sathya Sai 22 XI 79 |