Discursos dados por Sai Baba
{SB 15} (42 de 59 discursos 1981 a 82)
39. 22/01/82 Devuelvan una vasija brillante
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 11 cap. 41 )
Devuelvan una vasija brillante
22 de Enero de 1982
¿Hundirse y levantarse, luchando en el mar
de olas fútiles e insípidas, de nacimientos y muertes?
¿No ven acaso el barco de devoción que el Señor
en su compasión ha traído para rescatarlos?
La vida es un regalo precioso, sostenido por el aliento. Pero hay victorias que debemos lograr durante la vida, algunas veces al costo de la vida misma. Sin importar los muchos éxitos que obtenga, el hombre se imagina muchos más en su mente y pasa de un empeño a otro. No tiene contento, a despecho de todos sus logros. Disfruta con nuevos y más nuevos deseos y nunca alcanza a satisfacerlos.
Los esfuerzos combinados son el modo de vida natural. La cooperación entre individuos agrupados en sociedad garantiza seguridad y estabilidad. Es como los sabios lo llaman: Sri Rama raksha, la marca de la divina gracia. El signo más seguro de la conciencia de su divina naturaleza en un hombre es el reconocimiento de sus lazos de parentesco con otros hombres.
Los lazos de parentesco han sido cortados ahora, y, como resultado, la vida ha perdido todo significado. Los malos espíritus de la codicia y el orgullo, de la envidia y el odio están ejecutando su danza demoníaca en el corazón de la humanidad. Los hombres no son capaces de apreciar el valor del aire que respiran, de los rayos solares que iluminan el mundo, de las gotas de lluvia que sustentan la vida y del sutil poder que subyace en cada objeto de la naturaleza. La mente humana se ha degradado y las personas que dedican sus vidas a altos ideales son escasas. Lo que se necesita ahora es alentar a los hombres que están determinados a resistir y sufrir, aun a riesgo de sus vidas, para alcanzar las metas sagradas de paz y prosperidad para el mundo entero.
La frase «nuestro país» designa, no al suelo inerte, sino a los seres que en éste viven y con quienes ustedes tienen contacto. Deben comprender este hecho, esta verdad que hoy ignoran. Cada uno debe preocuparse por la prosperidad y alegría de los otros en la propia comunidad. Sólo entonces la India o cualquier otro país merecerá la prosperidad y la alegría. La felicidad propia está sujeta a la felicidad de la sociedad. Nuestra fuerza física, mental e intelectual, así como nuestras habilidades, se deben dedicar, no sólo a nuestro propio progreso, sino, igualmente, al progreso social. Los miembros de las unidades de la Organización Sathya Sai deben tratar de beneficiarse a sí mismos y a su sociedad a través de tal servicio. Usen la fuerza, la habilidad y el espíritu de servicio para esa tarea. Una máquina se oxida si no se pone a trabajar; la máquina humana también se oxida si no realiza un trabajo constante y significativo; el pulso no es un indicador correcto de que ustedes están vivos; el trabajo, la actividad, es la evidencia y el valor de una verdadera vida.
Krishna declara en el Bhagavad Gita: «No hay nada en los tres mundos que yo esté obligado a hacer, nada inacabado que yo tenga que acabar; pero estoy constantemente dedicado al karma (actividad)», porque si Dios se vuelve inactivo, el cosmos se hará polvo al detenerse. El papel del hombre es el de traducir su fuerza en actividad a lo largo del sendero del deber. Los jóvenes siguen la guía de los mayores; así, los mayores deben sostener consistentemente los ideales y trabajar por su realización de manera que la humanidad pueda obtener prosperidad y paz.
¿Qué o quién es Dios? Cuando se busca la respuesta a esta pregunta, uno descubre que Dios es la gloria inmanente en la naturaleza. ¡La naturaleza, en verdad, debe estarse riendo ante el estéril frenesí, las persecuciones sin fin, las incontables miserias a que el hombre se somete en su afán de alcanzar lo inalcanzable! El hombre debe buscar en la naturaleza las sagradas lecciones que ella guarda para él; entonces podrá comprender cuán profunda, cuán eternamente duradera es la verdad que le puede transmitir. La Tierra rota sobre su eje a una velocidad de más de mil seiscientos kilómetros por hora. Consecuentemente, tenemos alternancia de día y de noche, lo que nos ayuda a vivir en este globo. Además, se mueve alrededor del Sol a una velocidad mayor a cien mil kilómetros por hora, siendo esto la causa de las estaciones, que brindan la lluvia para las cosechas y la vegetación que sustenta la vida humana. La Tierra no saca ninguna ganancia con estas rotaciones, pero el hombre existe y prospera gracias a ellas. La madre Tierra enseña a sus hijos esta lección de servicio y sacrificio.
La buena conducta debe ser la clave principal para la vida del hombre. Es la manera de vivir, el sendero de la virtud, lo que lo mantiene a uno en la memoria de la gente largo tiempo, aún después de la muerte. Si no existe esa vida virtuosa, la persona vale tanto como si estuviera muerta. Se dice a menudo que el conocimiento es poder. No, no. El carácter es poder. Nada puede ser más poderoso en la Tierra que el carácter. Riqueza, erudición, autoridad, todas son frágiles y débiles ante él. Un carácter fuerte y virtuoso no puede obtenerse con la guía de los libros; se obtiene sólo a través del íntimo contacto con la sociedad.
No hay carestía de libros ahora, ni tampoco falta de gurús. Las instituciones educativas esparcen su conocimiento a todo su alrededor. Según toda apariencia, el sol del conocimiento está derramando sus rayos a plenitud, pero uno apenas puede ver a los que se han impregnado del néctar de la sabiduría así ofrecida y moran en el éxtasis que confiere. La gruesa encuadernación que cubre los libros parece impedir que emerja la sabiduría. La cordillera de la codicia, la ira, el odio, la envidia y el orgullo, como altos picos, oculta el esplendor del sol. La caridad, la compasión, la fortaleza, la amistad, el sacrificio, se yerguen desde los altos niveles de la conciencia mientras las tendencias opuestas se engendran en los niveles inferiores. Los últimos no pueden conferir bienaventuranza; sólo pueden hundirnos en el dolor.
Ninguna de las más altas cualidades, virtudes o expresiones del amor es evidente hoy en día. Por eso se ha vuelto imposible descubrir al «hombre» entre los habitantes del mundo. ¡El hombre, el hombre, el hombre! ¿Cuáles son las características con que Dios hizo al hombre? Ningún hombre sabe qué son, ningún hombre las demuestra en la vida. ¿Es la ira una cualidad humana? ¿El orgullo? ¿El centrarse en uno mismo? No. Todo esto revela lo animal, aunque las personas infectadas con estas faltas ganan reputación como «hombres». El hombre debe revelar con su conducta que ha progresado; no debe infligir dolor ni debe ser afectado por el dolor.
El hombre no es sólo carne y huesos. Un disco no es meramente un plato circular con surcos. Cada surco se parece a los demás en todo el disco. En cada uno están ocultas voces, palabras, canciones. En el hombre también está latente la posibilidad de todos los tipos de karma. Todo objeto, suceso o experiencia, desde la niñez, yace dormido en nosotros. Los ríos, las montañas y las estrellas que hemos mirado están todos en nosotros. Tenemos dentro el pasado, el presente y aun el futuro. Somos todo lo que fue, es y será.
El hombre ve crueldad en la naturaleza porque su mente es cruel. Aclaren el ojo, purifiquen la mente y podrán verla naturaleza como una amorosa entidad divina. No busquen faltas y vicios. Busquen lo correcto, lo recto y lo bueno. Desarrollen simpatía y compasión. Cultiven la actitud de desapego.
Ustedes pueden dudar si hay alguien que puede haber adquirido desapego. Déjenme decirles que no son sólo unos pocos, sino muchos. Ellos no tienen el sentido de «yo» y de «lo mío»; ellos dedican todos sus actos a Dios y se liberan del apego. Sentir que no hay ninguno es decepcionante. De diez personas malas, seguramente hay al menos una que podrá ser guiada por el buen sendero, y de esas diez, al menos una aceptará a Dios, y de
esas diez, al menos una estará ansiosa de vivir en concordancia con la ley divina.
De hecho, al cosmos lo activa una sola conciencia. El hombre sólo tiene un papel; es el de director. Esa inteligencia, la voluntad omnímoda, urge a todos los hombres a jugar papeles decididos por ella, y a pensar y trabajar según su guía. Las Escrituras declaran que el cuerpo es el templo y que el yo es el Dios instalado allí.
Así, ustedes pueden considerar que el cuerpo es una vasija dada en préstamo para cocinar alimentos y la usamos mientras celebramos una fiesta. ¿Podemos devolvérsela a Dios, que nos la ha prestado, en peores condiciones? ¿No la restregaremos y la limpiaremos, retornándola limpia y libre de óxido y polvo? Cuando empezó la fiesta de la vida y recibimos de Él el cuerpo, éste era inocente de todo mal. Era puro, fresco y brillante. Usándolo le hicimos mella, agujeros y otros signos de daño a través de la lujuria, la codicia, el odio, la ira y la envidia. Sólo los más bajos lo devolverán en esa condición. Devuélvanlo tan puro como Él se lo dio; podrán entonces ser más merecedores de la gracia.
Recuerden siempre el alto propósito para el cual han venido a este mundo, equipado con potencialidades para adquirir y utilizar todos los niveles del conocimiento. Tengan fe en la gracia divina, la gracia de Gopala sobre go (la vaca), de Pasupati sobre el pasu (animal). Usen la guirnalda de las gemas de la devoción alrededor de su cuello y saturen su pensamiento, sus palabras y su acción con el Amor Divino.
Abbostsbury, Madrás
22 I 82