Discursos dados por Sai Baba
{SB 07} (41 de 48 discursos 1967)
39. 15/10/67 La mecha mojada
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 06 cap. 24 ) La mecha mojada 15 de Octubre de 1967 Prashanti NilayAm EXISTE UNA LEY de causa y efecto; cada karma (acto) tiene una consecuencia, quiéranla o no, la esperen o no. Un buen karma produce un buen resultado; uno malo tiene que producir un resultado malo. El nacimiento es el resultado del karma hecho antes de la muerte; si se les pregunta qué sucede al hombre después de la muerte, pueden señalarse ustedes mismos y contestar: «Esto es lo que sucede; nace de nuevo». Ésta no es una religión de la desesperanza; es una religión de esperanza, de seguridad, de ánimo para llevar una vida activa, útil y beneficiosa, pues el futuro está en sus manos; el mañana puede ser formado por el hoy, aunque el hoy ya ha sido forjado por el ayer. Ésa es la razón por la cual la sección principal y más amplia de los Vedas es llamada Karma Kanda y trata de varios tipos de karmas con vistas a inducir el desapego, canalizar los deseos hacia los fines eternos y universales, transmutar todas las acciones en actos de adoración, propiciar a los dioses que presiden todas las fuerzas de la naturaleza, cada energía del hombre, cada parte de su anatomía. Se prescribieron elaborados rituales para lograr que este anhelo interno y la pureza externa puedan establecerse firmemente. En la constelación llamada Constelación de los Siete Rishis (la Osa Mayor), la estrella Vasishta (uno de los rishis) tiene cerca de ella una estrella pequeña y menos brillante llamada Arundati (Alcor). Vasishta y Arundati, su esposa, son la pareja ideal. Los dos son inseparables aun en el cielo, siempre con el mismo grado de proximidad. Por lo tanto, los recién casados les oran a ellas para que los bendigan con largos años de felicidad. Arundati es señalada a la novia por el novio como modelo de constancia. Para que puedan identificarla, deben primero observar el mandala (dibujo), luego la estrella Vasishta y luego fijar sus ojos en Arundati. Lo concreto es una señal que apunta hacia lo abstracto, lo denso lo lleva a uno a lo sutil, el ritual lo guía a uno a lo correcto, el sacrificio (yajna) revela al morador interno. En su esfuerzo por enseñarle el principio divino, la Upanishad Taittiriya lleva al estudiante de lo denso a lo sutil paso a paso. Cuando Bhrigu, el hijo de Varuna, se acercó a su padre pidiéndole: «Enséñame a Brahman», éste le dijo de manera general: «Brahman es aquello de lo cual todo esto se origina, aquello en lo cual todas las cosas viven, y aquello a lo cual entran cuando parten», y le pidió que lo investigara él mismo en su meditación. Después, Bhrigu declaró: «El alimento es Brahman», y cuando se le pidió que siguiera con la investigación, prosiguió con la hipótesis de que Brahman era el aliento vital (Prana); luego encontró que la mente (deseo, voluntad, acción) era Brahman, posteriormente llegó a la etapa en la que pudo declarar que Brahman era la inteligencia (vijñana); el siguiente paso lo alcanzó cuando identificó a Brahman con la bienaventuranza (ananda). De este modo, esta Upanishad nos enseña la sutil, suprema, indivisa bienaventuranza, escondida en la cueva del corazón. De lo material a lo espiritual es el proceso de las enseñanzas de las Upanishads. El niño recién nacido dice «kevu» (onomatopeya en idioma telugu del llanto del bebé); el moribundo, como resultado de su experiencia de la vida, debe decir «navu» (reírse, en telugu). El nene llora porque no conoce su nombre, su realidad; el moribundo debe reírse, ya que él debería conocerla; debe morir feliz de haber cumplido el trabajo de su vida. «¿Koham?» (¿Quién soy yo?), la pregunta con la cual vino a este mundo, ha sido respondida; él sabe y dice: «(Soham)» (Yo soy Él). Nace ignorante, pero muere sabio. A fin de adquirir este conocimiento, un alumno se acercó a un gurú, quien le preguntó por los libros que había estudiado. El joven respondió que había estudiado el Gita tan bien que podía recitarlo al revés. Entonces el gurú le dijo: «No creo que pueda ayudarte; ya que no tienes fe en el Gita, que es la palabra de Dios, ¿cómo puedo esperar que tengas fe en mi palabra?» Lean el Gita con fe, con la intención de beneficiarse de él mediante la práctica de la enseñanza. De otra forma, es un sacrilegio usar a la ligera el sagrado mensaje de Dios. La fe puede crecer únicamente si se tiene cuidado de no caer en malas compañías. Por medio de las buenas compañías adquieran la capacidad de estar solos consigo mismos, como nos aconseja Shankaracharya. Un cazador atrapó una vez un osezno y lo crió con mucho amor y cuidado teniéndolo como su mascota. El osezno correspondió a este afecto y se comportó como un buen amigo por muchos años. Un día el cazador atravesaba la jungla con su mascota, que había crecido hasta llegar a ser una enorme bestia, y, sintiéndose con sueño, se echó sobre la hierba y le ordenó al oso que cuidara que nada lo perturbara. El oso se mantuvo vigilando con atención y vio que una mosca daba vueltas alrededor de la cara de su amo y se posaba en su nariz. El oso alzó su pesada mano y la mosca voló, pero volvió a posarse en la nariz del cazador. El animal se enfureció cuando, después de alzar y mover amenazado ramente la mano varias veces, la mosca no entendía que la nariz del cazador no era un lugar de descanso. Finalmente, la fiera no pudo soportar más la insolencia de la mosca y dejó caer su enorme garra sobre la nariz de su amo con un manotazo, ¡un devastador zarpazo que mató en el acto al cazador! Ésta es la consecuencia de andar en la compañía de los salvajes y los tontos. Aunque su afecto sea muy grande, su ignorancia los llevará al desastre. Entre los parsis (seguidores de Zoroastro) hay una historia acerca de un gurú y un discípulo. El alumno oró porque se le diera algún consejo para hacer más fácil y más rápido el peregrinaje hacia Dios. El gurú se quedó sentado en silencio durante un rato, y luego le dijo: «Ve, enciende esa lámpara». El alumno hizo todos los intentos pero no pudo encenderla. Estaba llena de agua, no de aceite. Así, el gurú le pidió que sacara el agua, secara la mecha, llenara de aceite la lámpara y luego la encendiera. El agua es el deseo, el sol que puede secar la mecha es el renunciamiento y la llama de la lámpara es la sabiduría. El gurú dijo: «Esta enseñanza es suficiente para ti. Puedes irte; que Dios te bendiga». Llenen su mente con el deseo de ver a Dios, estar con él, alabarlo, glorificarlo y probar la gloria de su majestad. No hay mayor bienaventuranza. Prashanti Nilayam 15 X 67 86 |