Discursos dados por Sai Baba
{SB 15} (42 de 59 discursos 1981 a 82)
38. 14/01/82 La noche de Shivam
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 11 cap. 40 ) La noche de Shivam 14 de Enero de 1982 Puede dirigirse un árbol para que crezca derecho; puede labrarse una piedra en una bella forma; ¿Una mente? ¿Puede labrarse y dirigirse de igual manera? ¡Respondan si pueden! La necesidad es grande. ¡Encarnaciones del Amor!: Este día se reconoce como santo en toda esta tierra. Se denomina Maha Shiva ratri. Ratri significa «lleno de oscuridad». De cada veinticuatro horas, la mitad del tiempo experimentamos esto, pero esta noche es la noche de Shiva, la noche que garantiza mangala, la gracia de la bendición. Y mangala es maha, grande, ¡limitado. La bendición sin límite sólo puede ser conferida por la fuente divina; no puede obtenerse de los logros y triunfos mundanos. Depende de la tríada inmutable: Sathyam, Shivarrm, Sundaram (Verdad, Belleza, Bondad). ¡Asume todas las formas este Santham! ¡Asume todos los nombres este Shivam! ¡Es Sat Chit Ananda esta sola unidad! ¡Es Sathyam Shivam Sundaram! Los picos de montaña que vemos son rocas; el terreno sobre el que estamos es tierra; los árboles son madera; nuestros cuerpos son carne y huesos, pero el hombre se las arregla para tratar con ellos poniéndoles nombres y asignándoles formas comprensibles. En realidad, todos son sólo permutaciones de los cinco elementos fundamentales: tierra, agua, fuego, aire, espacio o éter. Toda cosa y todo ser no es más que una formación, una transformación, pero en el mismo corazón de cada entidad está presente Shivam como refulgencia. La tragedia es, como dijo Karunyananda, que todos están sumidos en el mar del proceso de vivir, del flujo y el miedo, del conflicto y el descontento. El mundo aparece dual de acuerdo con nuestros gustos y aversiones. Si nos gusta una cosa, es buena para nosotros, si nos disgusta, es mala. Cuando a ustedes les gusta una persona, todo lo que ella hace, aun si es malo, es placentero; cuando sienten aversión por ella, aun lo bueno que hace les parece malo. Por eso los sabios les aconsejan caminar solos a través de una espesa jungla y salir ilesos. Los disuaden de emprender ese viaje con una compañía. Nadie puede determinar quién es apto ni cuándo serán perturbados por el miedo al adentrarse en la oscuridad. Pero una persona que no les gusta o a la que ustedes le disgustan debe ser evitada. Las tendencias y pensamientos dañinos se multiplican rápidamente en la mente del hombre, tan rápido como las hormigas blancas, a menos que se establezca en su propia esencia de Sathyam, Shivam, Sundaram. Entonces nadie podrá disgustarles ni ustedes disgustarle a nadie. Aun a aquéllos que los dañan o insultan los tienen que perdonar y amar, porque sólo el amor puede brindar bienaventuranza. El manantial del amor es el propio núcleo de uno. La fuente de bienaventuranza es su realidad interna. Pero, igual que el hombre que buscaba por todas partes sus anteojos y los encontró finalmente sobre su propia nariz, el hombre también se vuelve consciente de que la búsqueda de la verdad tiene que avanzar en la dirección interna, dentro de sí mismo. Mientras describía los beneficios del grupo de bhajans (cantos devocionales), Karunyananda dijo que su efecto es como mantener un racimo de plátanos empacados en un cuarto lleno de humo para que maduren y se hagan dulces; pero sólo los racimos bien desarrollados pueden madurar y volverse dulces. El resto puede cambiar de color, pero no de sabor. De la leche cortada no puede obtenerse buen yogur. Cada individuo del grupo tiene que cantar sinceramente y con anhelo de ver a Dios. El canto no debe ser imitativo, mecánico o forzado. Sólo entonces pueden los bhajans expandir el corazón, revelar la verdad y hacer brotar manantiales de amor. El cosmos entero está compuesto, de acuerdo con los sabios, sólo de cinco elementos. El primero es el que llamamos tierra. Aunque aparezca inactiva e inerte, está resonando con la conciencia, energía. El segundo es el agua. El agua vibra con vitalidad. Por ejemplo, cuando uno está postrado con sed o débil y aparentemente incapaz siquiera de reaccionar a lo que lo rodea, un vaso de agua fría puede restaurarlo y devolverlo a la actividad. El tercer elemento es el fuego. El fuego ilumina y posee calor, conciencia y vigilancia. El cuarto es el aire. El aire transmite el principio de la vida, el ánima, el prana. No se necesita aire cuando no hay vida en una cosa. Prana es la imagen del principio del aire. El último es el espacio (akasha). Es la expresión de Om, el Pranava (sonido primordial de la creación). Todo ser posee estos elementos en su composición. Ésta es la razón por la cual los sabios aseveran: «lswara sarva bhuthanam» («El Principio Divino»). Así, todo ser tiene que manifestar actividad, vitalidad, vigilancia, observación atenta y conciencia del Cm en el espacio interior y exterior. El hombre tiene la capacidad única de conocer su meta y destino; no debe caer en la vorágine de los deseos y ser arrastrado a las profundidades del dolor. Sin embargo, cuando el aliento empieza a jadear, el pelo se vuelve gris, los dientes se empiezan a caer y la vista se vuelve borrosa, la voracidad del hombre por satisfacer el clamor de los sentidos aumenta en vez de disminuir. Satsanga (la compañía de los virtuosos) es el único remedio para hacer al hombre vivir como hombre. La crueldad, la envidia, el egoísmo, la ingratitud, no deberían emanar del hombre, la cima de la creación. La ayuda mutua y la compasión deberían ser como sus dos ojos. ¡Encarnaciones del Amor!: No se enreden en el parentesco que dura solamente un día o dos, unos meses o algunos años. Apéguense a Dios, quien es su pariente más cercano, ahora, mañana y siempre. ¿Dónde exactamente están ustedes ahora? Reflexionen en eso. Cada uno obtendrá solamente lo proporcional a lo que uno ha renunciado, no importa qué lejos o cerca esté. Las garrapatas se pegan a la ubre que está llena de dulce y nutritiva leche, pero obtienen sólo la sangre de la vaca, no la leche. El ternero que viene brincando desde lejos bebe la leche. Ustedes tienen que ser como los terneros, como los hijos de Dios que buscan su gracia. No se vuelvan las garrapatas que se aferran cerca de la leche pero no la ansían. ¡Cerca, más cerca, más cerca! Eso no ayuda. Vuélvanse queridos, amados, bienamados. Ése es el sadhana apropiado. La situación en la India y en el mundo hoy día es: «Cada uno por su cuenta en la playa de Yamuna». Los dedos de una mano no sienten que pertenecen uno al otro, cuatro miembros de un mismo hogar se afanan en cuatro caminos separados. No hay unidad. ¡Cuán feliz puede ser el hombre si desarrolla la unidad! ¿Pueden ustedes comer con un solo dedo? Cuando los cinco dedos trabajan en conjunto, el estómago está lleno en cinco minutos. Cuando diez hombres trabajan juntos, la tarea se hace rápido. Así, no se debería desarrollar ningún apego, no se debería dar la bienvenida a ningún deseo, nada vale la pena de buscarse, ninguna derrota merece ser tomada a pecho, sin ahondar en las consecuencias. Thyagaraja aconseja que ni siquiera al nombre de Dios tiene que recurrirse sino después de un completo entendimiento. La mente es un loto; necesita madhu para crecer y kara para florecer. Madhu significa «agua» y kara significa «los rayos del sol». De hecho, el sol eleva el agua de la tierra y la vierte de regreso. Las abejas atraídas por la flor de loto también se llaman madhukara; llevan el polen y la fragancia. Madhu significa dulzura, miel. Es otra palabra para el prema (amor). Cuando la maldad y la vileza del hombre se limpian con las aguas del amor, el corazón puede florecer y contemplar la gloria de Dios. De lo contrario, el hombre tiene que yacer en el fango, cargado por el peso del lodo. ¡Estudiantes!: La vida que hay alrededor de nosotros nos enseña muchas lecciones. Cuando una vaca alumbra a un ternero, éste viene envuelto en la pla Thyagaraja dijo que si él estaba armado con la gracia de Rama, las armas planetarias nunca podrían dañarlo. Purandara Dasa, otro gran santo, preguntó: «¿Para qué son los ojos?», y se contestó él mismo: «Para ver a Dios». «Los ojos que no ansían mirarte son bolas negras, los oídos que no oyen tus alabanzas son oscuras cuevas donde viven los chacales, la lengua que no gusta de la repetición de tu nombre sólo puede croar como las ranas», dice Purandara Dasa. Éste es el período de la vida en el cual ustedes deben cultivar la fe y extraer fuerza de la gracia de Dios. Existen tres tipos de personas que se involucran en el trabajo. Las primeras pueden llamarse «no hacedores». Ellas planifican muy ostentosamente y se enorgullecen de sus talentos, pero al primer signo de fracaso o descorazonamiento, se sienten tan abatidas que abandonan todo esfuerzo; renuncian a todo sadhana, aun a asisir a las sesiones de bhajans. Los aflige la naturaleza tamásica. Aléjense de tales personas; no deben permitir que ni siquiera su sombra caiga sobre ustedes, para que no afecte su entusiasmo. El segundo tipo es el de «los que hacen todo». Ellos se entregan al trabajo sin discriminar si es bueno o malo. Son muy entusiastas y activos, de naturaleza rajásica. El tercer tipo es «el hacedor del bien, el hacedor divino». Éste es el trabajador sátvico. Él efectúa el trabajo con devoción y disciplina, como su deber con la Divinidad que reside en él. Ofrece su trabajo como adoración y está contento cuando lo ha hecho empleando al máximo sus capacidades. El hombre ha nacido para sufrir y purificarse en el crisol de la vida. Su karma (trabajo) causó su nacimiento. Los sentimientos de «gusto» y «aversión» lo impulsaron a comprometerse en el trabajo. Sus «gustos» son resultado del impacto del medio en que estaba, y ese impacto se vio ayudado por la razón y la racional¡zación; a aquéllos los impulsó la influencia de la dualidad. La dualidad fue producto de la ignorancia. Si uno se sobrepone a la ignorancia, se está en bienaventuranza de ahí en adelante. Arjuna sufrió de esta ignorancia básica, y cuando Krishna le concedió la luz de la sabiduría, se curó. Tengan fe en la verdad que puede acabar con la ilusión, con el error. No pueden llegar a tener fe por medio de argumentaciones, ni pueden extraerla de los libros. Pueden conocer y experimentar la verdad cuando limpien sus corazones y los amplíen mediante el servicio y el amor. Bhishma, el héroe sin rival, el guardián de sus primos, que peleó contra ellos en Kurukshetra, el gran sabio védico y aspirante espiritual, el modelo de virtud, la persona que alcanzó el pináculo de la renunciación, pospuso el momento de su muerte por cincuenta y cuatro días, de manera que pudiera pasar a las regiones celestiales y exhalar su último aliento en el albor de Uttarayana (el comienzo del camino del Sol hacia el norte). Recitó «¡Krishna, Krishnal» y se fundió en Dios. Ésa era la medida de su devoción. Tomen esto como mi mensaje de Sankranti para ustedes. Busquen a Dios en todos y cada uno y serán recompensados. Internado de Brindavan 14 I 82 |