Discursos dados por Sai Baba – 38. 02/01/72 Den y prosperen

Discursos dados por Sai Baba

{SB 11} (27 de 54 discursos 1971 a 72)

38. 02/01/72 Den y prosperen

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 08 cap. 15 )

Den y prosperen

2 de Enero de 1972

Madrás

PARA UN MUNDO QUE persigue felicidad y paz nunca alcanzables y que, como consecuencia, queda enceguecido por la niebla de la decepción y del dolor, la Divinidad es la columna de luz que señala el camino hacia el progreso. El hombre ha heredado este reino del trabajo, este mundo que no es sino un gran taller donde él mismo forja su naturaleza humana transformándola en divina si aplica diligentemente su energía y destreza a esta transformación. El hombre debe trabajar, en todo momento de su vida; no puede escapar a esta obligación. Su misma existencia depende de la acción, del esfuerzo, del trabajo. Y el trabajo resulta ya sea bueno. o malo, grandioso o pequeño, poderoso o insignificante. Por eso, el hombre debe estar activo dentro de los lineamientos de rectitud para evitar el mal y el dolor. Ésta es la obligación que tiene consigo mismo.

Puede haber diferencias entre los hombres en cuanto a fortaleza física, nivel económico y agudeza intelectual, pero todos son iguales a los ojos de Dios; todos tienen el derecho y el potencial para alcanzar la meta de fundirse en Él. Observen que todos, desde el pordiosero hasta el bilionario, están impulsados por la urgencia de lograr bienaventuranza, felicidad suprema, fundamentada en una paz interna que no se ve afectada por altibajos. Toda actividad, no importa cuán elemental o grandiosa sea, ayuda al logro de este ideal.

Esta divina bienaventuranza no la fabrica ninguna empresa ni la podemos encontrar en ninguna tienda. No es algo que se pueda obtener en el exterior y sumarse al cúmulo de nuestras posesiones. Tiene que germinar y crecer desde dentro y ser nutrida y atesorada internamente.

Tomen el caso de la satisfacción y el placer que da el alimento. Un hombre hambriento puede tener en su mano un puñado de billetes o incluso de alimento, pero a menos que consuma éste o cambie los billetes por alimento para que forme parte de él, no podrá existir un sentimiento de satisfacción a su hambre. De la misma manera, la bienaventuranza es también una experiencia interna, una regocijante y exaltada paz interna. Ésta no puede alcanzarse con la acumulación de impedimentos tales como automóviles y casas, tierras, oro y cuentas bancarias. ¿Cómo puede una caja registradora calmar el hambre o una cuenta bancaria otorgar paz? La bienaventuranza es la meta que todos persiguen, ya sea individualmente o a través de la actividad social.

El hombre es un ser social debido a que puede valerse de la sociedad para impulsarlo hacia la meta; ella le confiere el conocimiento para hacerlo; le da el entrenamiento. La sociedad no es un grupo formado al azar que le brinda los medios para el placer sensual; no debe concebirse bajo esa idea. Su propósito es mucho más noble. No es un instrumento para facilitar su búsqueda de poder, autoridad o progreso personal. Placer, orgullo, dominio, alimento; estos ideales los comparte el hombre con el pájaro y la bestia. Pero el hombre ha sido dotado de inteligencia, discernimiento, sentido de rectitud, destreza para almacenar el bonocimiento en lenguaje y transmitirlo a las nuevas generaciones. El hombre sabe que la seguridad y estabilidad de la sociedad es su seguridad y estabilidad propia. El individuo no puede prosperar en el aislamiento. Éste es el fundamento de la oración védica: Lokaasamastha sukino bhavantu (Que todos los mundos gocen de felicidad). El hombre debe contribuir con lo mejor de él a la felicidad de otros, para poder a su vez ser feliz.

Y, ¿qué es lo mejor de él con lo que puede contribuir? Cada uno tiene un deber, una tarea, un papel particular como individuo y como miembro de la sociedad a la que pertenece. Conozcan ese deber, lleven a cabo esa tarea, cumplan ese papel al máximo; es así como uno puede alcanzar una realización plena.

El cuerpo rebosa salud sólo cuando cada miembro, músculo, nervio, arteria y célula lleva a cabo su función de forma eficiente y adecuada. De igual manera, una fábrica o una sociedad o un taller puede tener felicidad y salud sólo cuando cada trabajador o individuo lleva a cabo su deber y funciona adecuadamente. Pero hoy en día se ha vuelto difícil encontrar a alguien que esté consciente de su deber como parte de la organización o sociedad a la que pertenece, el país, la nación o el mundo. A menos que uno desarrolle la virtud, utilice su inteligencia y discernimiento de manera benéfica y dirija bajo control su energía física, su vida será desperdiciada en amargura y pesar por los demás.

Los Vedas declaran: Na karmana, na prajaya dhanena, thyagenaike amrithathw a masnuth (No por acciones, no por riquezas, no por progenie, sino tan sólo por la renunciación puede alcanzarse la inmortalidad).

Renuncia, desapego, sacrificio, entrega, sólo esto puede asegurar la más elevada realización, la bienaventuranza eterna. La renunciación es la ley de la vida; es por ella que la vida tiene valor y es fuente de felicidad.

Tienen que exhalar lo que han inhalado, eliminar lo que han ingerido, la sangre que llega a un punto debe inmediatamente pasar al punto adyacente; no puede retenerse cuando ha sido recibida, pues ello daría por resultado un furúnculo u otra enfermedad seria. Lo mismo sucede en los campos social, económico, político y espiritual. Esta lección de que a la persona que renuncia a todo le será dado todo por añadidura ha sido enseñada en la India desde tiempos remotos. Por ello la India brilló como Thyagabumi, Yogabhumi y Karmabhumi (La tierra de la renunciación, del autocontrol y de la actividad elevadora). Cuando la renunciación como forma de vida dejó de ser observada, se cayó en enfermedad, esto es, una vida llena de lamentos y gemidos, de clamor por alimento a las puertas de otros.

¿Cómo podría la renunciación desarrollarse sin yoga, el control de las agitaciones del deseo en la mente? Pueden ustedes tener aire acondicionado, pero sin el acondicionamiento de la mente, ¿cómo puede haber paz? Pueden ustedes llegar a controlar los precios, la producción de hierro o de telas, la distribución de granos y un gran número de otros artículos y procesos, pero a menos que tengan control de la mente, el resto no son sino experimentos estériles. El control de la mente es más heroico y benéfico que cualquier otro sistema de control. Un tren que va corriendo no puede ser detenido, aunque miles se cuelguen de él y traten de detenerlo, pero un pequeño botón en la máquina lo hace detenerse cuando es presionado por el maquinista. De igual manera, si se controla la mente, ésta puede detener todas las diversas funciones que se busca controlar. Hoy en día, se desperdician el tiempo y enormes cantidades de dinero para el logro de metas sin trascendencia, pero la más importante, el control de la mente, está siendo descuidada. Yoga es el nombre para ese sistema de control. Actualmente se descuida el yoga; el udyoga (empleo) es lo que se persigue. Udyoga sin yoga será un impedimento, un estorbo.

Ésta es la razón por la cual se ha estado propagando con rapidez una insidiosa enfermedad: ¡!as huelgas! Huelgas en todas partes, por todo y por todos, ¡desde los cocineros hasta los guardianes de la ley y el orden! Los intereses del patrón y de los empleados están entretejidos; uno no puede prosperar sin los otros; el uno es para los otros. Problemas y conflictos tienen que surgir; ambas partes tienen el derecho y el deber de resolverlos mediante consultas y ajustes mutuos. El dueño es el corazón de la organización; quienes trabajan en las diversas actividades necesarias para alcanzar sus objetivos, son los miembros. El corazón tiene que mantener activos a los miembros; los miembros tienen que sustentar al corazón. Sólo estos dos están emparentados; sólo ellos dos están involucrados en el esfuerzo; la coordinación es entre ambos,
ninguna tercera parte puede resolver los problemas. Lo mejor es resolver los problemas mutuamente, con amor y compasión. El bienestar de ambos no debe ser obstaculizado por la ignorancia o las pasiones.

Los secretos de la paz individual y social fueron descubiertos en esta tierra de Bharat desde hace mucho tiempo y han sido puestos en práctica por siglos. Es una pena que en esta misma tierra tengamos querellas, luchas, facciones entre individuos, pueblos, ciudades, comunidades y estados. Esto está tomando las proporciones de un terremoto, porque se ha convertido en una característica universal que afecta los cimientos mismos de la comunidad humana.

Ante todo debe cultivarse la fe, que debe ser alimentada por el amor; el amor es fomentado por la ecuanimidad; ésta se puede alcanzar sólo cuando existe total confianza en Dios, total entrega a la voluntad divina.

La paz del mundo depende de la paz y concordia entre las naciones; la paz de las naciones depende de la paz entre los pueblos, las familias y, finalmente, los individuos de cada familia. Por lo tanto, cada individuo tiene la responsabilidad de amar a otros, de tener fe en ellos y reverenciarlos como chispas de la Divinidad. Todo hombre debe cultivar las virtudes de tolerancia, paciencia y hermandad.

Si uno pierde riquezas, las puede recobrar de una u otra forma. Si pierde la salud, algún médico puede recetarle medicina para recuperarla. Si uno pierde posición y autoridad, por mera resolución puede recuperarlos, pero si se pierde la virtud, se pierde para siempre; nada puede restaurar la prístina pureza. Por ello, uno debe estar siempre vigilante y nunca ceder.

La mayor de las virtudes es el amor. El amor es el fundamento del carácter. Pueden tener en plenitud cualquier otro objeto deseable, pero si no tienen carácter, esto es, virtud que se enhebra en el amor, no podrán tener una paz genuina. El dinero viene y se va, pero, ¿la moralidad? Ésta viene y… ¡crece! La moralidad debe hacerse crecer en el corazón alimentándola con amor; sólo entonces podremos tener justicia, seguridad, ley y orden. Si el amor entre los hombres declina, las naciones se debilitarán y la humanidad perecerá.

El amor es la fuente de energía de una fábrica. En una fábrica, uno tiene que trabajar junto con cientos de personas de diferentes temperamentos, por lo cual uno debe adquirir paciencia y ecuanimidad; tiene que crear una atmósfera de tranquilidad alrededor de uno. No hay que ver a nadie con envidia, malicia u odio. La tranquilidad puede promoverse si cada uno lleva a cabo su deber con honradez y eficiencia; esto es, en verdad, el más elevado sadhana.

El deber es Dios; el trabajo es adoración. Cuando ustedes desempeñan su deber al máximo de su habilidad y destreza y para el mayor.beneficio de la organización de la cual son miembros, habrán adorado a Dios y Él ciertamente estará complacido. Sus vidas están entre yantras (máquinas); cuando conviertan su trabajo en adoración, la atmósfera será de mantras (fórmulas de alabanza a Dios) ¡y no de yantras!

Realmente es de sorprenderse que los Kamanis se, hayan aventurado a iniciar esta empresa, en un momento en que el mundo industrial, igual que otros, está lleno de complicados problemas; ha sido una valiente decisión. Los Kamanis confían, más que en otra cosa, en la gracia divina. Ésa es la razón por la cual yo estoy aquí, inaugurando esta fábrica y dándoles este mensaje. Ésta es verdadera adoración: el proveer un medio de vida a miles de personas a través de esta empresa. Ellos están dispuestos a abrir aun más fábricas dado que tienen firme fe en la gracia divina, la cual habrá de bendecir tales esfuerzos.

Cuando el hombre no está empleado provechosamente en un trabajo que le sea agradable y apropiado, su mente divaga hacia caminos desviados y actividades contra la sociedad. Cuando se le da suficiente trabajo a la mente y al cuerpo, con certeza encontrarán la salud y felicidad, así como tranquilidad social; uno siente que la vida no es en vano.

Los Kamanis son buenos patrones. Todos los hermanos Kamani viven juntos en el mismo hogar, con amor mutuo y sincera cooperación. Es un hogar muy feliz. Yo les aseguro que es un hogar ideal, porque los he observado constantemente desde hace tiempo. La familia tiene un gran número de miembros; cada uno está interesado en las prácticas espirituales y lleva a cabo algún tipo de sadhana buscando bienaventuranza. Esta fábrica administrada por ellos reflejará el mismo amor y cooperación entre los trabajadores y la familia Kamani, porque es una extensión de la misma unidad. Manteniendo esta atmósfera, ellos pueden darles alegría a ustedes y ustedes pueden darles alegría a ellos.

Es mi deseo que ustedes tengan en esta fábrica algún tipo de encuentro cada semana, momento en que podrán centrar sus pensamientos en la gloria de Dios. Pueden reunirse cada domingo, alrededor de las cuatro y media de la tarde y cantar bhajans o escuchar algún recital musical o una plática sobre temas espirituales o personajes santos. Esto a la vez los mantendrá alejados de películas vulgares, juegos de cartas y otras actividades que los debilitan. Los tipos de recreación que debiliten la fortaleza física o mental deben ser evitados. Recreen esa fortaleza haciendo que la mente se concentre en la Divinidad.

La paz y la prosperidad no pueden caer del cielo; hay que luchar por ellas y alcanzarlas mediante un sincero esfuerzo dedicado a Dios, con devoción intensa y pura; tienen que ser generadas mediante el cultivo del amor, la humildad y la reverencia. Que el ideal de la hermandad del hombre y la paternidad de Dios los guíe y los lleve a un éxito tras otro.

Bangalore 2 I 72