Discursos dados por Sai Baba
{SB 14} (47 de 60 discursos 1978 a 80)
35. 27/09/79 Lo mío y lo tuyo
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 10 cap. 51 )
Lo mío y lo tuyo
27 de Setiembre de 1979
EL HOMBRE HA DEMARCADO dos metas claras ante sí: lo material y lo espiritual. Pero esa distinción está equivocada y lleva a la ruina. Puede ser agradable y conveniente en la superficie, pero si se actúa según ella, causará mucho daño al florecimiento del alma, porque ambos son lo mismo: un peregrinaje continuo hacia la divinización del hombre. Una de las declaraciones incorrectas propuesta hoy en día es: «La estructura física está compuesta de los cinco elementos». Sus componentes finalmente se funden con esos cinco. Al desechar esta estructura, el alma se pone otra estructura compuesta de los mismos cinco elementos, y después de pasar por cierto aprendizaje, también se deshace de esa vestidura. El alma siempre está buscando nuevas experiencias; es una entidad peripatética.
El cuerpo es el instrumento que se necesita para realizar el Alma. El Alma reside en el cuerpo y tiene que ser descubierta en y a través de él. He aquí una taza de plata: ¿podemos separar la plata de la taza o la taza de la plata? La plata es la verdad básica; la taza es la forma que se le ha dado. De la plata de esta taza podemos hacer un plato, una urna o una caja. A través de todas estas transformaciones, la plata continúa siendo plata. De igual manera, la Divinidad, el Alma, continúa, aunque los cinco elementos se agrupan cuerpo tras cuerpo.
¿Tiene o no tiene forma el Alma? ¿Posee atributos o no? ¿Está destinada a sentir o no? Estas dudas inquietan al pensador. Las formas son sólo artificiales y temporales; no son inherentes. El Alma sin forma es inmanente en el cuerpo con forma. Entonces, ¿cómo puede el hombre separarlos y tratar con ellos de diferente modo? Esto sólo puede llevarlo al desastre. Ustedes están llevando a cabo aquí un yajna por siete días. No consiste en el altar que han erigido, la fosa de sacrificio o cualquier otro medio material. Éstos son sólo los símbolos externos del propósito interno. La mente libre de ego es el altar; ofrezcan sus actividades (habiéndoles quitado toda traza de deseo) en el fuego de la renunciación. Para celebrar este genuino yajna no es necesario recaudar dinero, reunir provisiones o juntar a los sacerdotes.
Los actos que se llevan a cabo entre el amanecer y el anochecer son ofrendas en el fuego sagrado de la sabiduría. De esos actos, los que son inducidos por el instinto y el impulso, son materiales; no surgen de una mente moldeada por el intelecto. Cuando se cruza la mente y se llega a la otra orilla, todos los actos se vuelven puros y sagrados.
Cuando el sueño profundo vence a los sentidos, la mente, el intelecto y hasta el sentido del ego desaparecen. Todo el cosmos desaparece de la conciencia. Éste es el momento cuando el Alma está sola consigo misma y no hay esclavitud. El Alma siempre está advirtiendo a cada individuo de su existencia con su «yo». El mismo «yo» insiste en ser reconocido en nuestra niñez, juventud, edad mediana y vejez. A través de todos estos cambios del cuerpo constituido de elementos, el «yo» permanece como existencia, conciencia, bienaventuranza, como el Testigo inafectado. Al ignorar este recordatorio de la unidad de toda vida, el hombre se debate en el odio y la codicia. Cuando sólo hay un Alma en todos, ¿cómo puede surgir el odio? ¿Quién se va a esconder de quién? «Todo lo que existe es Upo.»
El hombre, en su ignorancia, encuentra satisfacción en separarse del resto para la búsqueda de su propia felicidad, olvidando que no puede ser feliz a menos que todos sean felices. Se corrompe cultivando el orgullo. Usa su tiempo para degradarse al nivel de la bestia. El tiempaes utrdon inapreciable que tiene que ser tratado reverencia¡ mente. La gente por, lo general lo mide como el lapso que va del amanecer al anochecer y del anochecer al amanecer. Pero eso es sólo similar a la ilusión que hace que deduzcamos que la luna se mueve cuando vemos moverse a las nubes.
Dios o el Ser Supremo (Paramatma) es alabado por el hombre cuando sus deseos son satisfechos. Cuando no se han realizado, el hombre lo culpa. Pero Él no tiene ni prejuicio ni parcialidad. Si tiene amor, también debe tener ira. Cualquier manifestación de estos sentimientos es sólo una demostración superficial; no surgen de la esencia. Dios es un testigo de la cadena actosconsecuencias. Ustedes pueden evitar la consecuencia dedicando los actos a Dios y absteniéndose del apego. Sólo que ustedes tienen que ser sinceros en su entrega y en su desapego. Para esto tienen que limpiar su corazón y sus sentimientos a través de japa, la recordación y la meditación. Sin un corazón puro y una vida virtuosa, ustedes pueden recitar los Vedas durante el yajna (la ofrenda) pero de eso obtendrán poco beneficio. Los rishis eran sinceramente libres de egoísmo y serios, así que los yajnas purificaban el ambiente, complacían a los elementos y propiciaban a Dios. Por consiguiente, los actos de uno deciden su destino. No tiene ningún sentido culpar a los demás por nuestros infortunios y sufrimientos. Tampoco es correcto culpar a Dios de que es parcial o cruelmente despreocupado. Cuando plantan una semilla venenosa, ¿cómo puede el fruto ser dulce? Se ha puesto de moda proclamar que todo lo bueno es el propio logro de uno y atribuir toda desesperanza y desilusión a la actitud insensible de la Divinidad.
En cierta ocasión, algunos profesores de la Universidad de Benares ridiculizaban a otro profesor por desperdiciar diez minutos en la mañana y diez en la noche en meditación sobre un Dios no existente. Él contestó: «Hermanos, si, como ustedes dicen, Dios no existe, estoy de acuerdo en que desperdicio veinte minutos cada día. Pero si Dios existe, como muchos creen, lamento que ustedes estén desperdiciando la totalidad de sus vidas. Nadie sabe con certeza si Dios existe o no».
En realidad, sólo Dios es; el mundo cambiante es lo que hemos sobrepuesto sobre la entidad divina. Cambien su visión de lo sobrepuesto a la base sobre la cual ha sucedido por su ignorancia. «Pasu» es la palabra sánscrita para bestia porque su raíz es pasyati. Significa: «aquello que sólo ve el mundo externo». Cuando el hombre está contento con usar sus sentidos sólo para disfrutar lo poco que puede el mundo externo, no está viviendo de acuerdo con su verdadero destino. Hasta los sadhanas espirituales han sido reducidos por el hombre a ritos externos. En las mañanas y en las tardes, en los días establecidos como sagrados, hacen puja con especial ostentación, grandes ramos de flores, hileras de lámparas y una serie de relatos de historias sagradas. El impacto de estos ritos es principalmente débil y superficial. Hay muchos que pasan todo su tiempo en preparación para estos actos o en su práctica real. Pero, ¿qué han ganado? Ellos todavía sufren de envidia, orgullo y codicia y no tienen ninguna lealtad a la verdad. Sólo han logrado contaminar sus años y desechar los ideales establecidos en los Vedas. La mayoría de las personas que se proclaman aspirantes espirituales no se atreven a dirigir su atención hacia adentro, hacia la Realidad del Alma.
Por supuesto, los rituales y pujas son necesarios en las primeras etapas. Son el «jardín de infantes» de la educación espiritual. Uno tiene que marchar hacia adelante desde esta niñez para entrar en la edad adulta en el viaje hacia el Alma. Este yajna y estas reglas y regulaciones con respecto a los ritos, tienen que ser trascendidos y sublimados en actos, palabras y pensamientos que promuevan la reverencia universal, la eliminación del ego y la ecuanimidad.
En cada discurso les he estado diciendo que la Divinidad reside en cada ser. Pero deben de haber notado que les estoy aplicando un castigo bastante duro a los que han hecho algo malo o se han desviado hacia caminos equivocados. La Divinidad tiene que brillar en cada actividad y tenemos que asegurarnos de que no sea oscurecida por flaquezas o «animalidades» humanas.
Para este propósito, se hacen imperativas esas medidas correctivas y remediadoras. El cobre como una aleación disminuye el valor del oro, así que el material tiene que ser derretido en un crisol para quitar el cobre. Así, también, cuando el ser humano puro, sagrado y progresivo se asocia con ciertas tendencias impuras, impías, que lo arrastran hacia abajo, Swami tiene que intervenir para detenerlas y restablecer su valor al «oro» original. O de otra manera, ¿por qué debería ocuparme en corregir y castigar? El mejor medio de ganar mi gracia es comprendiendo mis acciones en su verdadera luz.
Hoy en día el mundo está sufriendo como resultado de la condición de «yo» y de la condición de «lo mío» en los corazones humanos. E1 temor, la ansiedad, la tristeza, el orgullo, la codicia; cada uno de éstos es alimentado en proporciones peligrosas por esos sentimientos de «yo» y «lo mío». Cuando una calamidad afecta a alguien dentro del círculo de «lo mío», un excesivo dolor los abruma; cuando le sucede a alguien fuera del círculo, ustedes son insensibles y lo descartan con una gran indiferencia. Mientras estas farsas del ego sean consideradas válidas y apropiadas, el hombre no puede comprender el Alma Universal que está en él, como el centro de su personalidad. Para reconocer el Alma y sacar fortaleza de ella, el hombre debe practicar el sadhana de la unidad. Debe renunciar a la distinción de los que están dentro y los que están fuera del círculo.
No hay ninguna diferencia entre «lo mío» y «lo tuyo». Cuando otros son castigados por sus equivocaciones, ustedes se alegran; cuando ustedes son castigados por la misma falta, protestan y lamentan su suerte. A través del sadhana, se debe obtener la ausencia de ego, la ecuanimidad que asegura una mente pura.
El criterio de la pureza es el amor. El árbol puede llenar su corazón de alegría por su magnificencia y belleza. Puede tener una hermosa espesura verde y estar saturado de dulzura, fragancia y color. Pero al día siguiente puede perder todo, secarse y morir. ¿Cuál es la razón? Las raíces fueron dañadas por plagas que las corroen por debajo de la tierra. Arruinan el árbol y causan su caída. Actualmente ustedes observan el lamentable destino de muchas personas dedicadas y fieles: son asediadas por varias clases de calamidades. ¿Por qué razón? La gente pregunta cínicamente por qué esas buenas personas deben sufrir tanto. La razón es que no han logrado pureza de corazón, que no han realizado la unidad del Alma y todavía están poseídas por el «yo» y «lo mío». El aspirante espiritual debe tomar la calamidad como una advertencia y decirse: «Soy golpeado por este incidente. Me aflige y me quita equilibrio porque todavía tengo algunos defectos en mí». Cuando se cocina sambar en un recipiente de cobre, por muy frescos y buenos que sean los ingredientes, el resultado es una sustancia altamente venenosa. Cuando se hace sadhana con la atención y el cuidado más meticulosos, si las intenciones y actitudes son impuras, no se puede lograr ningún progreso. Quiero enfatizar que la pureza del corazón, de la mente y de la conciencia es más importante para el progreso que aun la meditación, japa o bhajan. Sólo la pureza puede convencerlos de que la Divinidad está en ustedes, el Kshetrajna inmanente en este kshetra. Amen a todos, adoren a todos, sirvan a todos. Ése es el sadhana de adoración para obtener pureza y ganarse la gracia.
Dasara
27 IX 79