Discursos dados por Sai Baba – 35. 23/11/81 ¡Despierten! ¡Levántense!

Discursos dados por Sai Baba

{SB 15} (42 de 59 discursos 1981 a 82)

35. 23/11/81 ¡Despierten! ¡Levántense!

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 11 cap. 38 )

Despierten! ¡Levántense!

23 de Noviembre de 1981

Fácilmente podemos declarar «Ni esto» «Ni aquello», pero, ¿quién puede declarar de Brahman «Esto es»? Porque Brahman es la verdad eterna, la eterna sabiduría, más allá del poder del habla, de toda descripción y toda comunicación.

¡Encarnaciones del Amor!: Las chispas que emanan del fuego no son diferentes de él ni idénticas a él. Así también, jiva (el Ser en su forma individual) no es diferente de Brahman ni idéntico a él.

¿Cuántos de los que nacen son humanos cuando nacen? ¿Cuántos crecen hasta alcanzar la categoría de humanos después de haber nacido? ¿Cuántos han vivido como humanos, conociendo la clave de la vida recta y de la recta acción? No es la apariencia física por lo que se distingue al hombre. La planta del algodón da frutos verdes y largos que se asemejan al mango; hay variedades de cañas silvestres, pero no todas son de azúcar; el cuarzo puede lucir como azúcar candi, pero no es comestible. No debemos dejarnos engañar por la forma. El contenido es el criterio importante, y el contenido es la Divinidad.

Jiva en el cuerpo; Dios en el corazón, ambos hacen juegos algunas veces y después se separan. Uno es el .titiritero detrás del telón y los títeres, el bien y el mal, hacen sus jugarretas y se van.

El individuo (jiva) y Dios (8rahman) se vuelven idénticos sólo cuando se alcanza la liberación. Hasta que alcanza el mar, el río permanece como río, con diferente nombre y distinta forma. Así también, el jiva, cuando se envuelve en la cubierta física, los sentidos, la mente y los instrumentos de la conciencia, no se funde en Dios, permanece separado.

El Alma está contenida en sí misma y depende de sí misma. El mundo material existe a causa de lo Otro. El Alma es la unidad básica que asume la apariencia de diversidad, el mundo. Su inmanencia es la Verdad unificadora, evidente como la Divinidad en todos los seres. Es deber de cada uno vivir en la conciencia de esta Verdad.

El que vive en la Tierra debe primero ser hombre y después tiene que aprender el camino que lleva a Dios y descubrir la dicha del Espíritu. Éste es el sendero del raja yoga que enseñan los Vedas.

El Alma ilumina todos los objetos; no necesita otra fuente de iluminación para brillar. Es el vidente del Universo. Para el Alma, el cosmos entero es un objeto que es visto; aun el ojo que mira sin la mente quiere verlo. Y aun la mente es un objeto, porque la mente tiene que ser impulsada y alertada por algo más que posee la voluntad y la decisión. La trama de la mente consiste en los «quiero y no quiero», en «estirarse y encoger». La facultad de razonar es una herramienta de la mente. El Alma tiene, como aparentes vestiduras, el cuerpo, la mente, la razón, el intelecto y las herramientas internas de la percepción.

Aunque parece ser el centro de todas las actividades y agitaciones, el Alma no es afectada. Es conciencia, pura y sin mancha. El cuerpo, sus atributos y equipo, tienen nacimiento y muerte, se desarrollan y declinan. Pero el Alma está libre de cambio.

El eterno, sin nacimiento ni muerte, sin principio, ni medio, ni fin, no muere, no nace, nunca puede ser destruido. Es el Testigo, el Ser, Alma.

El que anhela adquirir la conciencia de esta Alma ha cumplido en verdad el destino del hombre. No obstante, debido a la pura ignorancia, el hombre de hoy en día no tiene inclinación hacia él ni avanza en esa dirección. Su andar no es firme ni recto. Shankaracharya oró una vez con todo su corazón para que Dios le perdonara tres errores: «Señor dijo , sabiendo que tú estás más allá del intelecto y aun de la imaginación, humana, cometo el error de meditar en ti. Sabiendo que tú eres indescriptible en palabras, estoy tratando de describir tu gloria. Sabiendo que estás en todas partes y que yo lo he estado predicando así, he venido, no obstante, en peregrinaje a Kasi. Mi acción desmiente mi prédica». Tengan cuidado de este gran error que hoy prevalece: decir una cosa y esforzarse por conseguir la opuesta.

El hombre construye un frágil nido en la arena, movido por la ilusión de la certeza; una monstruosa fuerza derriba sus esperanzas sin misericordia. Una súbita tormenta deshoja los pétalos de un capullo en flor y los esparce en el polvo. Sumido en la ignorancia, el hombre no aprende la lección que transmiten estos desastres; se aferra patéticamente a sus deseos y planes. Así, el resultado es absolutamente contrario a los planes que forjó. Puede lograr el éxito planeado sólo cuando sus esfuerzos y acciones están en consonancia con los resultados que busca.

El supremo resultado del esfuerzo espiritual está «más allá del alcance de las palabras, del pensamiento y de la imaginación», como declaran los Vedas.

Los Vedas usan dos palabras para señalar esta meta: nithya y swagata. Nithya se refiere a eso que no sufre cambio en el pasado, el presente y el futuro. Swagafa significa eso que, desde una posición sin cambio, ilumina la conciencia en todas partes, para todos y desde todos. El sol único, desde donde está, irradia su esplendor en todas direcciones. La lámpara, aun cuando está en un solo sitio, da luz a la casa entera. De la misma manera, el Alma, que es una sola, ilumina a todos con la luz de la sabiduría.

El sol tiene dos propiedades: luz y calor; el Alma también puede ser vista en dos aspectos: swarupa y swabhava, su esencia y los efectos de esta esencia. La verdad innata o swarupa se conoce como dharmi y su efecto o cualidad o swabhava se conoce como dharma. Cuando uno está consciente del dharma, se puede decir que ha obtenido la transformación resultante del conocimiento del Atmaswabhava o dharma. La sublimación que resulta del conocimiento de la esencia o del swarupa del Alma es dharmi bhuta jñana.

El swarupa del Alma es anu o atómico. Su dharma o cualidad es el esplendor. El Alma se describe como vibhu.

Más sutil que el sutil anu,

más vasto que lo más vasto,

atestiguando todo en todas partes,

el Alma es Brahman, Brahman es Alma.

El más sutil anu, el Alma, está en todas las cosas y su cualidad es, por eso, evidente en todo. Ocupa todo pero no puede ser ocupado por nada. El principio del Alma, el principio de Brahma, es inmanente en todas las cosas en el Universo, pero nada puede penetrarlo. Puesto que el anu o Alma del que provienen está en todas las cosas, es claro que todas las cosas son Alma.

No existe nada en el Universo desprovisto de esta fuerza anu. Esta cualidad de anu es cognoscible en todas las cosas como el dharma. Así, el dharmi o Alma es omnipresente. El cuerpo humano tampoco es una excepción en este sentido. El átomo o anu es inmanente a él y por eso nosotros somos la encarnación del Alma, de la energía átmica.

(Sosteniendo en alto un vaso de plata en su mano, Bhagavan dijo:) Conocer esto como un vaso de plata es tener el conocimiento del dharma, conocer el efecto; conocer que esto es plata es tener el conocimiento del dharmi. Este pañuelo también tiene la característica de anu. Quémenlo: se convierte en ceniza; las cenizas tienen átomos; el anu persiste aun cuando la sustancia toma otra forma. Ésa es la razón por la que el Alma se anuncia como la verdad eterna en los Vedas.

El cuerpo está compuesto de muchas sustancias, pero cada una es esencialmente anu en su estructura. La apariencia y la denominación pueden cambiar a través de la niñez, la adolescencia, la juventud, la madurez y la senectud, pero en el hombre el dharmi, la realidad de Brahman, brilla en su esplendor innato sin verse afectado en lo más mínimo. Ignorando esta única Realidad, la Verdad, el hombre está completamente envuelto en enredos ilusorios.

Las cosas no son tan importantes; la verdad trascendente de las cosas es lo que vale. Se debe ver lo espiritual en lo material, el oro en las joyas, lo divino en la diversidad de carácter y condu
ctas. Busquen el conocimiento del Alma. Todos son iguales al nacer y al morir; las diferencias surgen sólo durante el intervalo. El emperador y el mendigo, ambos, han nacido desnudos; los dos duermen, por igual, silenciosamente; ambos se van como en un soplo, sin siquiera dejar su nueva dirección. ¿Cómo puede, entonces, ser diferente su realidad? No hay duda sobre este punto. Todos son básicamente lo mismo.

¿Quién pertenece a quién? ¿Cuánto tiempo duran los hijos? Esta actitud no los debe impulsar a escapar de sus deberes. Cada individuo debe cumplir los deberes que le tocaron en suerte. Brahman no tiene deberes, no se involucra. Aunque el mundo descansa en Brahman, nada lo afecta en lo más mínimo. La serpiente posee colmillos ponzoñosos, pero no se envenena con ellos; el escorpión tiene veneno en su cola, pero no se causa daño. Cuando ustedes ven su propia imagen en cientos de espejos, no tienen miedo ni duda. Dios sabe que todo es su imagen; eso no lo afecta.

Los Vedas distinguen tres entidades: el mar, la ola y la espuma. El mar es la base inmutable, el Ser Supremo, Paramatma. La ola que emerge de él y se funde en él es jivatma (la forma particular e individualizada del Paramatma o Alma Suprema), y la espuma que se forma en la cresta de la ola y se disuelve en ella es la conciencia del cuerpo, que produce la ilusión de ser distinta de la ola y el mar, aunque esencialmente ella también es el mar.

Puesto que el Alma está en forma de anu en el cuerpo (deha), la conciencia corporal se denomina conciencia dehatma. Con su presencia, el Alma individual (jivatma) activa la conciencia individual. El Alma Suprema (Paramatma) es la base sobre la que todo descansa, pero el hombre cree que él es el cuerpo e ignora el dehatma, piensa que es un individuo (jiva) pero ignora al Alma individual (jivatma), concluye que es un individuo y que está separado: desconoce al Alma Universal (Paramatma). ¿Saborea el árbol la dulzura de sus frutos? ¿Inhala la enredadera la fragancia de sus flores? ¿Asimila el libro la inspiración del poema? ¿El pandit inmerso en actividades experimenta la alegría del desapego? En cambio, un gurú que ha tenido la experiencia de la verdad puede dirigir a los demás a lo largo de sadhanas. El gurú sólo puede informar e inspirar; el discípulo tiene que moverse y actuar. La madre habla para que el niño pueda aprender a hablar; no puede poner su lengua dentro de la boca del niño; él tiene que usar su propia lengua. Las Escrituras sólo pueden informar e inspirar.

Lo salvaje de los sentidos tiene que ser controlado. Muchos tratan de hacerlo limitando el consumo de alimentos o infligiéndose otra clase de castigos, pero ésas son perversiones. El medio efectivo es la adquisición de la verdad, la verdad del Ser. Puesto que el hombre está sumido en la ignorancia, la ignorancia de la única, universal y eterna Alma, que es la verdad en todos los seres, su amor es estrecho, restringido y centrado en el ego. ¿Cómo puede, entonces, fundirse en el Alma Universal? ¿Puede una hormiga arrastrarse sobre las olas del mar? Pero si renuncia a su apego a su «limitación» y decide unirse al mar, obtiene el nombre y la cualidad del mar. Busquen volverse más vastos, lo más vasto, el mar, Brahman.

únanse en el Uno. Ésta es su misión, su destino. No se aíslen con la actitud de «yo para mí», «él para él». Si esperan ser felices mientras están aislados, créanme, es un frágil sueño. Sepan que son Alma, así como todo lo demás es Alma. El Alma brilla por sí misma; no se necesita una lámpara para descubrir otra lámpara encendida. No se necesita una lámpara ni una vela para ver la luna. Se puede mirar la luna gracias a sus propios rayos. El Alma brilla en todo; sólo hay que abrir los ojos y verla. Las Escrituras declaran: «Todo esto es Dios», «Dios está en todo». La mera repetición de esta verdad como un lema no trae ningún beneficio; deben experimentar la verdad, vivir en la luz de la verdad.

Un guru inició a su discípulo con el mantra Shivoham («Shiva soy yo»). Él continuó repitiéndolo constantemente. Alguien le preguntó qué quería decir el mantra y respondió: «Significa: Yo soy Shiva», pero todavía no tenía fe en tal hecho. El que preguntaba había oído que Shiva había desposado a Parvati, por lo tanto, preguntó: «Si tú eres Shiva, ¿qué hay con Parvati?» El discípulo tuvo una conmoción. No tuvo el valor de enfrentar la pregunta y contestó que Parvati es el principio de Shakti del aspecto Shiva de Dios. No se había vuelto Shiva, ni tenía fe en que podía hacerlo.

¡Encarnaciones del Amor!: La Divinidad no tiene un día especial asignado como cumpleaños. El día en que cultivan pensamientos, actitudes y modos de conducta santos en sus corazones, el día en que deciden hacer alguna actividad de servicio puro y no egoísta, ése es el día del nacimiento de la Divinidad para ustedes. Desde ese día pueden celebrar el cumpleaños con un festival.

Auditorio Pumachandra

23 XI 81