Discursos dados por Sai Baba – 35. 05/04/62 Progreso interior

Discursos dados por Sai Baba

{SB 02} (49 de 52 discursos 1961 a 62)

35. 05/04/62 Progreso interior

5 de Abril de 1962

Thirupathi

Subhakrith

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El Año Nuevo que ustedes han recibido hoy con la salida del año viejo tiene un nombre propicio: Subhakrith. El que ustedes hayan organizado este festival en honor de Thyagaraja es en verdad una manera favorable de darle la bienvenida al Año Nuevo del nombre auspicioso. Los felicito.

A menudo he inaugurado el festival, pues creo que es parte de la tarea para la cual estoy destinado. Les diré que hoy vengo directamente de la región misma donde Thyagaraja vivió.

Observo que en esta ciudad santa no todos están imbuidos de la devoción a la deidad que la ha hecho su hogar, a Srinivasa. La mayoría de la gente de aquí vive en la generosidad del Señor o de Su «propiedad» o «caridad». Los ingresos del templo del Señor se utilizan para sostener escuelas y hospitales y de otras varias maneras. O sea que hace feliz y contenta la vida de muchos miles de personas. No les culpo de vivir de la renta del Señor, pues, ¿para qué la querría Él sino para los hambrientos y los necesitados? Pero déjenme advertirles algo. Si es consumida en exceso ocurrirá alguna calamidad. Coman sólo hasta donde lo merezcan por el trabajo que han efectuado, por el hambre que tengan debido a sus esfuerzos por una buena causa. ¿Cuál labor les da derecho a consumir la propiedad de este templo? ¿Cuál esfuerzo aprueba el Señor? Sólo la labor y el esfuerzo espirituales pueden darles derecho a la porción sagrada; sólo la meditación y la recordación del Nombre impregnadas de devoción.

La verdadera cultura de la India es una estructura construida sobre cuatro pilares: la verdad, el deber, la paz y el amor. Cada uno de ustedes debe tornar conciencia de este hecho. Si se hallan conscientes de ello no se dejarán atraer por culturas edificadas sobre cimientos menos duraderos. La cultura que tiene que ser protegida por bombas no puede pretender tener el amor como uno de sus pilares. La India es una tierra donde desde hace milenios la gente ha estado orando y trabajando por la paz y la felicidad de toda la humanidad. Nunca ha rezado por el buen éxito en la malvada carrera por el homicidio en gran escala.

No acepten sin discernimiento las críticas que se lanzan contra ustedes acerca de que son bárbaros e incultos, de que adoran palos y piedras. La adoración de figuras no es señal de barbarie. No, es un rito tan importante y lleno de sentido como lo es el punto rojo de kumkum en la frente de la novia. La estatua es reverenciada como la propia forma del Señor. El que lo penetra todo por doquier es invocado e imaginado vívidamente en la estatua y enfocado con veneración por la mente limpia, ansiosa de fundirse en lo eterno y lo universal. Esta actitud se llama prapatti, la renunciación o autoentrega que propicia la realización.

Sin esta actitud la adoración se vuelve vacía y vana. Es inútil que ahora que Me están escuchando decidan cultivar la fe y la fortaleza, y luego, cuando se vayan de este lugar, eludan la puesta en práctica de tal resolución. La devoción no se mide por las señales externas de lágrimas y alborozo. Es una revolución interna, una transformación de todos los valores y enfoques. Quizá hayan oído la historia de la vieja mujer que vertía lágrimas abundantes, al parecer de exaltación, durante un recital puránico. Ese día el pandit se alegró muchísimo, pues su emocionante exposición había logrado motivar una reacción en, por lo menos, un alma contrita. Al cierre de la sesión de ese día, él felicitó a la anciana por su devoción y le ofreció la ansiada cucharada de agua sagrada como tributo a su sinceridad y su práctica. Pero ella negó toda pretensión de devoción y expresó: «Yo no sé qué es esa cosa a la que se le dice devoción ni que son las otras cosas llamadas sinceridad y prácticas espirituales. Le confesaré por qué cayeron las lágrimas de mis ojos. Esa gruesa cuerda negra con la cual usted ha amarrado el libro de hojas de palmas me recordó el cordón que mi difunto marido se ataba a la cintura; él llevaba un cordón negro hace muchos años». Las simples cosas externas engañan al observador, pero no lo pueden hacer con el Señor, Quien es el testigo siempre presente, siempre vigilante.

La devoción fomentará el amor, porque nace del amor mismo. En la actualidad esta tierra se halla repleta de facciones y grupos rivales; son contados quienes dedican lo mejor de su habilidad y talento a su tarea. Por esto se ha hecho necesario pedir la ayuda de otros países y otra gente y solicitar préstamos y cargarnos con el pago de intereses, etc. No hay cooperación ni disposición algunas para sacrificar el interés particular en aras del de la comunidad o el país o la humanidad. Cada pueblo se encuentra dividido por grupos partidaristas.

Voy a contarles lo que sucedió en un pueblo de esta clase. Un sector de él se había preparado para representar el drama Lankadahana, pero otro decidió montar en lugar de éste la obra Harishchandra. Para el papel de Chandramathi, la reina, había de escogerse a una persona del grupo de Lankadahana porque el sector contrario no contaba con la actriz adecuada. Las escenas se seguían una a la otra. Todo iba bien hasta que el príncipe murió por la mordedura de una serpiente; aquí la madre se rehusó a llorar: el «hijo» pertenecía al grupo opuesto. Entonces Harishchandra se vengó de la Chandramathi: la tundió a golpes por ser tan despiadada; así, el drama siguió el curso del odio y la división.

Luego el Anjaneya, del grupo Lankadahana, representando su personaje llevó las cosas a su clímax al saltar sobre el escenario con una cola encendida por un lado; y prendió fuego al teatro para delicia de sus secuaces y consternación de sus rivales. Deben hacer, pues, el papel de Harishchandra o de Lankadahana; si hacen los dos papeles juntos en el mismo escenario todo terminará en un incendio. Más bien prefieran a Harishchandra y rechacen el jugar con fuego. Coloquen la verdad en el templo de sus corazones y esto engendrará la buena costumbre de la fraternidad entre todos los hombres.

Bien, las luces eléctricas volvieron a prenderse y veo que están satisfechos porque el cable ha sido arreglado tan pronto. Yo sé cuánto anhelaban que la iluminación de este Pandal fuera restablecida en seguida y se sentían mal por tener que permanecer sentados bajo improvisadas luces de queroseno. Pero Yo quiero que ustedes también anhelen la iluminación de su mundo interno, el restablecimiento de la corriente para esparcir luz sobre los oscuros rincones de sus mentes. Lo que se llama devoción (bhakthi) es tal el anhelo intenso por la luz, por la iluminación.

La gente culpa al Señor por todos los males que les provocan su extravagancia e ignorancia propias. Es ella la que debe culparse por el sufrimiento que padecen. Éste es sólo producto de la ignorancia. Consideren el caso aun de los males y sufrimientos físicos. La mayoría de las enfermedades se deben al exceso de comida o a hábitos alimentarios erróneos. El alimento moderado produce gran tranquilidad; la comida debe ser limpia y obtenida por medios puros. La fuerza que se adquiere de ella ha de dirigirse hacia fines sagrados. Entonces la vida vale la pena.

Recuerden que Thyagaraja. mantenía rigurosamente estas reglas en su mente. Él nunca comió fuera de su casa alimento alguno que no fuera consagrado. Muchos pensaban que era un tonto engreído e innecesariamente estricto. Pero hay influencias sutiles que pasan a los alimentos de las personas que los preparan y manejan, influencias que son absorbidas por quienes ingieren tales productos. El alimento es la base del carácter. El estado de la mente está condicionado por el cuerpo.

Voy a contarles ahora un incidente que ocurrió hace ochenta años. Había un gran yogui. Hamsaraj de nombre, en Badrinath. Si
empre estaba inmerso en el canto de la gloria del Señor. Tenía un discípulo igualmente serio y sincero. Este joven tuvo durante varios días un sueño que no lo dejaba en paz. Veía a una linda muchacha de dieciséis años más o menos que lloraba con angustia y clamaba patéticamente: «¿No habrá alguien que me ayude?» El discípulo se asombraba de este extraño sueño; no podía olvidarse de la triste figura ni del desesperado grito. Le contó sus penas al maestro, quien, se los aseguro, era un verdadero hamsa, el pájaro del paraíso, que puede distinguir el agua de la leche; ¿lo saben, verdad? Con su discernimiento, Hamsaraj analizó la situación y descubrió la causa de aquella experiencia terrible.

Le preguntó al joven: «¿Qué hiciste el primer día?, ¿adónde fuiste?, ¿qué comiste?», etc. Resultó que el discípulo había ido con un amigo a un festín, en el cual comió algunos puris y chappathis.* Se supo que un brahmin pobre había preparado el festín. Entonces. Hamsaraj envió al discípulo a averiguar por qué y con qué recursos el brahmin había dispuesto el festín para los reclusos de Badrinath.

El joven maldijo el día en que el sueño empezó a molestarlo, pues ahora su maestro lo enviaba a mandados inútiles para investigar cuestiones sin importancia; se preguntó de qué manera ayudaría todo esto a su sadhana. Sin embargo, fue y prosiguió la pesquisa acerca de la comida y sus orígenes y los medios con los cuales había sido preparada. Resultó que los fondos habían sido suministrados por un viejo prestamista de sesenta años a quien un brahmin había dado su hija en matrimonio, por lo cual había recibido en compensación la suma de diez mil rupias. Ahora la joven rogaba a los santos concedieran un poco de caridad humana a una niña abandonada.

De este modo Hamsaraj le demostró a su discípulo que antes de aceptar un don tan íntimo como es la comida, uno debe examinar la fuente del alimento, los motivos del regalo y las pasiones que surgen en el dador y lo mueven.

Tal vez arguyan que sólo los sadhakas o aspirantes tienen que ocuparse de esas reglas, pero, díganme, ¿quién no es un aspirante? Todos son peregrinos en el camino; algunos van más rápido, otros más despacio, es todo. La meta es la misma para todos ustedes aunque los caminos sean muchos.

Todos ustedes están educados y civilizados de acuerdo a las nociones actuales. Claro, hay una vasta diferencia entre los métodos de vida de ahora y los del pasado. El hombre ha viajado mucho desde los días en que se vestía con la corteza de los árboles o con ropa hecha de hojas. Hoy se cubre con fibras sintéticas, telas de seda, pieles. Bien, admitiendo que todo esto sea señal de civilización mayor, ¿no debería haber una correspondiente elevación del nivel de pensamiento, sentimiento y acción? ¿Y lo mismo en las artes de vivir juntos y de lograr la paz y el equilibrio mental? La vida espiritual del hombre también debe volverse más culta y civilizada, ¿cierto? Ha de mostrarse agradecimiento por la oportunidad de vivir, por las bendiciones de la belleza y de la abundancia de la naturaleza, y llegar a la realización de los valores más duraderos de la vida. Descarten el apego al placer sensorio y adhiéranse a la alegría perenne de la contemplación interna.

Thyagaraja descubrió esa alegría. La expresó en notas musicales conmovedoras, en palabras sencillas y sinceras, en canciones que traen las lágrimas a los ojos y estremecen el corazón. El rajá de Ramnad, presidente de este festival, viene de Tamil Nadu y desconoce el télugu, en el cual Thyagaraja cantaba. Sin embargo está profundamente conmovido por la música: él ama mucho los krithis. El conocimiento del significado de los cantos y del contexto en el cual fueron creados tan espontánea y dulcemente por la sublime devoción de Thyagaraja hará que su espíritu se sature de ellos; el idioma en el cual cantó es el del buscador, el del sadhaka, el del esforzado aspirante y, muy rara vez, el del sabio satisfecho. Ustedes pueden aprender muy fácilmente ese lenguaje, el que habla el aspirante. No se alejen de él porque no sea el idioma que ustedes emplean. En lo que a esto se refiere no existe lugar alguno para el odio, como no lo hay entre estado y estado.

En verdad es una tarea sagrada la que ha emprendido este comité. En ocasiones quizá sientan demasiado pesada la carga; el peso de las decepciones y dificultades tal vez llegue a vencerlos. Pero Yo les aseguro que no hay razón alguna para desanimarse. Cuando el Señor Srinivasa abra Sus ojos la tarea que se han echado a cuestas estará cumplida. Y Él abrirá Sus ojos, tengan paciencia y esperen orando. La plegaria logra lo que parece imposible. Reciten la gloria del Señor y repitan Su nombre en el fondo de su corazón. Esto los conducirá al buen éxito.

* Cierta clase de tortillas de harina de la India.