Discursos dados por Sai Baba
{SB 06} (28 de 45 discursos 1966)
33. 20/10/66 El camino hacia la felicidad perenne
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 05 cap. 50 )
El camino hacia la felicidad perenne
20 de Octubre de 1966
Prashanti Nilayam
Dasara
Para realizar al Señor, deben acoger las dificultades, pruebas y sufrimientos. Deben morar en el Nombre y Forma con firmeza y con fe. Deben desechar todas las fuentes inferiores de felicidad.
(Poema en telugu)
Con ojos hechos de material terrenal, con una inteligencia formada por sentidos incompetentes, con éstos no pueden comprenderme.
Sólo el jñana-netram, el ojo hecho de sabiduría pura, puede ver al Señor en toda su gloria. Ese ojo se gana por medio de sravana (escuchar), manana (reflexionar concentradamente) y nididhyasana (meditar). Escuchen con fe, reflexionen con discernimiento, mediten con devoción centrada en un solo punto; entonces la verdad les será revelada y las dudas desaparecerán. Arjuna, Janaka y Parikshit tuvieron la feliz oportunidad de escuchar; siguieron con la reflexión y la meditación y así fueron bendecidos con la realización.
El proceso es una transformación interna, un descubrimiento interno.
La niebla es interna, el velo está delante de la puerta del corazón; ése es el velo que Thyagaraja le rogó al Señor Srinivasa que removiera. No seleccionen tónicos y medicinas para la enfermedad que han diagnosticado como suya y, creyendo en las etiquetas y propagandas, empiecen a usarlas. Sigan el consejo de un médico que conoce los problemas particulares de su cuerpo y la forma de mantenerlo sano; acepten su diagnóstico y su prescripción con fe plena. Un médico de esa clase se llama gurú; él ayudará en el proceso para remover el velo.
Una vez que se elimina el velo, Dios puede ser experimentado en todas partes en su plenitud. Cuando alguien le dijo a Sócrates que no podía ver a Dios en el cielo o en las regiones superiores del espacio que los hombres señalaban como la morada de la Divinidad, el gran filósofo le dijo que Dios podía verse sólo usando los triples lentes de la devoción (o amor o adoración), el discerni miento y el renunciamiento. Prahlada llevaba estos lentes y lo veía en todas partes, en un pilar y en una planta; su padre se había puesto una venda en los propios ojos con su duda cínica y por eso no podía verlo.
Había un rey que buscaba a un maestro que lo pudiera llevar al cielo. Estaba tan vanidoso y ciego por el poder, que sentía que se lo merecía. Cuando alguien se le aproximaba, lo sometía a preguntas tan complicadas que se enojaban con su impertinencia.
Pero el rey no los dejaba ir así, sino que los metía en prisión. Por fin, llegó un hombre prometiéndole que le mostraría el camino. Lo llevaron a la corte y lo sentaron frente al rey. El hombre, sin embargo, no prestó atención al rey, sino que empezó a conversar con los cor tesanos y los sirvientes, preguntándoles acerca de su salud y de seándoles bienestar. El rey se enojó ante esta desconsideración hacia su autoridad y ordenó a los soldados que se lo llevaran y le dieran una buena paliza.
El hombre dijo: «Antes de que me lleven, déjame decirte esto:
se me debe dar una paliza porque no te respeté a ti primero y te ignoré hablando con tus sirvientes. Bien; Dios es el Rey de Reyes, el Señor de todos los mundos; tú lo has descuidado. Estás pasando sobre él; sólo hablas con estos sirvientes. Considera qué castigo te mereces por esto».
El rey se dio cuenta de su grave error y agradeció al maestro por quitarle el velo de la vanidad.
El ego está en la raíz de todas las luchas facciosas que roban la paz del mundo hoy en día. Los individuos pelean entre sí, los países odian a otros países; en cada área, en cada comunidad, campean el odio y la envidia. Pueblos cuyas narices se caen cuando tosen, ¿cómo pueden mantenerlas en su lugar cuando estornudan? Aque llos cuya ira se despierta por cosas pequeñas en su casa, ¿cómo pueden pacificar a la gente de naciones extrañas haciéndoles la guerra?
La causa de todo esto se halla en nosotros, pero acusamos a otros y multiplicamos el descontento debido a la avaricia y el temor.
Cuando algún aspirante sigue a un santo, otro le pregunta por qué; y cuando la respuesta es que lo hace para obtener paz mental, intenta lo peor para meter la duda en su mente y hacer que dé marcha atrás.
Gandikota Shastri dijo ahora que yo le regalé un Shivalingam para puja con la observación de que era mi propia forma. No me gusta esta contribución a la publicidad; quiero publicidad para las enseñanzas y el mensaje. Quiero que hablen del Señor, del principio universal, no de lo individual. Esto es más importante. Acerca de mí no hay ninguna necesidad de hablar.
Hay algunos individuos que publican sus logros y alardean de que caminan sobre el agua o vuelan por el aire y retan a otros a que lo hagan. Sería un logro muchísimo más grande y mucho más útil si el hombre se deshiciera de la envidia, del orgullo, de la codicia y de la maldad. Esto es también muchísimo más difícil, como lo demuestra su comportamiento. La persona que está establecida en la Divinidad no puede ser movida por estos personajes. Totapuri quería que Ramakrishna abandonara su ideal espiritual, la Madre Kali, y que buscara la más alta bienaventuranza y ayudó a Rama krishna a superar su profundo apego a ese nombre y esa forma de la Divinidad. ¿Qué hemos de decir entonces del apego al nombre y a la fama de estos yoguis o rishis actuales? No moverán un dedo, no abandonarán un solo deseo o hábito, no perderían una comida ni se sentarían quietos por una hora, ¡pero esperan que Dios les otorgue la inmortalidad y que otros hombres los tomen como ejemplo! La gente se vuelve anémica y entonces está propensa a contraer enfermedades más serias debido a que su poder de resistencia está debilitado. Así también, cuando pierden la fe en Dios, pierden la fe en sí mismos; cuando pierden la fe en su propia fuerza y divi nidad, pierden la fe en la fuente de esta fuerza y divinidad, que es Dios. Entonces se vuelven víctimas del orgullo, el odio y la envidia y otras enfermedades agudas, que les roban la salud mental.
Para escapar de la anemia de la falta de fe, practiquen la recordación del Nombre, la lectura de escrituras sagradas y la consideración de la evanescencia del mundo con todos sus encantos. La ceniza que se ponen en la frente es para transmitir esta lección espiritual básica de que todo quedará reducido a cenizas, incluyendo la frente que la lleva.
Aunque les he estado hablando por media hora, mi preocupación es más por los muchachos que están detrás del telón. Están preparándose para escenificar la obra “Radha Bhakti” (“La devoción de Radha”) y están tan entusiasmados con eso que no tomaron tiempo ni siquiera para comer. El amor que estos muchachos sienten por mí y el amor que derramo sobre ellos es algo que sólo ellos y yo podemos conocer. Puedo decir que es este amor lo que me ha movido a expresar por medio de esta obra la devoción de Radha. Aunque tratamos de persuadir a estos muchachos de la Escuela de los Vedas de que vayan a su casa durante las vacaciones de verano y pasen algunas semanas con sus padres, no aprovechan la oportunidad; empiezan a llorar cuando piensan en irse. Sus corazones puros están saturados de dulce devoción.
No quise confiar estos muchachos al cuidado de otros para es cenificar esta obra, así que yo mismo he supervisado los ensayos; yo mismo he preparado sus trajes, su maquillaje. También he traído aquí, desde sus alejados pueblos, a sus padres, para que puedan compartir esta alegría. Hagan que se emocionen ante la oportunidad de ver a sus hijos representando en mi presencia una obra que he escrito para ellos y para ustedes. La obra misma tiene en los diálogos y las canciones la quintaesencia de una docena de mis discursos; ahora los muchachos darán las respuestas a las dudas que acosan la inteligencia de cada uno de ustedes. Observen, escuc
hen y saquen beneficio de ello.
Dásara, 20-X-66