Discursos dados por Sai Baba
{SB 19} (30 discursos 1986)
28. 25/12/86 La Verdad y la Fe
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 19 cap. 28 )
La Verdad y la Fe
25 de Diciembre de 1986
Satyam Jñanam Anantam Brahma (la Verdad, la Sabiduría y el Brahman Sin Comienzo y Sin Fin). Brahman se manifestó primero como el espacio (akasha); el akasha se concretó como la atmósfera (vayu); la atmósfera reveló al fuego, caracterizado por el calor y la energía; el fuego al agua; el agua a la materia sólida, y se produjo la tierra. Las plantas crecieron sobre la tierra y proveyeron al hombre de alimento. Esta cadena conecta al hombre con Brahman y persistentemente atrae al hombre hasta su distante fuente.
El cuerpo denso del hombre sostenido por el alimento encierra al sutil mental y al aún más sutil intelecto, el cual encierra al todavía más sutil, más profundo deleite, al impulso más recóndito del hombre: la bienaventuranza o ananda. Progresar desde el denso cuerpo, que depende del alimento a través de las incorpóreas envolturas del aliento, mente e intelecto hasta el centro de la bienaventuranza, es la suprema empresa de la existencia humana.
Los seres humanos se preocupan sobre todo por la envoltura del alimento, la envoltura del aliento y la envoltura mental; no tienen la capacidad de trascender los devaneos y voliciones de la mente y los recuerdos almacenados allí. Son movidos más por el instinto y el impulso que por el intelecto, el cual los capacita para discernir y desechar lo dañino y vacío. El hombre es el único que puede ejercer esta facultad y decidir el curso de acción capaz de llevarlo a la bienaventuranza (ananda).
Gran necesidad de cultivar una mente amplia Pero rara vez usa el hombre esta facultad o se beneficia de ella.
Al perderse en un laberinto de deseos multiplicadores gana, en lugar de la bienaventuranza, la frustración y la desesperación. La bienaventuranza o ananda para la cual él está equipado y a la que tiene derecho, se le escapa. La bienaventuranza es Divina.
Atrapado en la turbulencia de la corriente mundana, ignora y olvida su inherente anhelo y la necesidad de adquirir la conciencia de la Divinidad interna.
El destino de una nación o comunidad depende de la fibra moral de la gente. Su carácter debe estar profundamente enraizado en la fe y en la verdad. La verdad debe ser revelada como la unidad entre el pensamiento, la palabra y la acción. Jesús, en sus enseñanzas enfatizó la importancia de la fe así como el daño y peligro de la hipocresía. Unir ambas palmas y ofrecer un saludo (namaskar) es un acto de dedicación de los propios pensamientos y palabras.
El saludo “salaam” también es un símbolo de entrega.
Cristo proclamó que Dios es todopoderoso y omnipresente, el Uno sin segundo. Sus enseñanzas deben ser interpretadas, comprendidas y seguidas desde el punto de vista universal. El concepto de Dios no debe ser limitado por una actitud mental exclusivista.
Hay una gran necesidad, en un mundo dividido en unidades raciales y religiosas, de cultivar una visión amplia y actitudes con amplitud de corazón. Las estrechas lealtades causan fricción y conflicto.
Éste es el mensaje primordial de Jesús. Creció en él por etapas.
Primero se consideró sólo como un Mensajero de Dios. Luego, al sentir una más estrecha relación con Dios, se anunció como el Hijo de Dios. Al desarrollarse la conciencia del Ser, por medio de contactos y meditación, Él realizó su identidad con Dios y pudo afirmar:
“Yo y Mi Padre somos Uno”.
El sendero del Amor es un medio para la fusión Jesús le aconsejó a uno de sus principales discípulos, Pedro, vivir en el amor, pues el amor es Dios. El hombre puede experimentar a Dios sólo cuando se vuelve encarnación de Amor, que no busca nada y ni siquiera espera gratitud; un amor que se vuelve sacrificio y servicio, espontáneamente. Cuando Pedro escuchó tales exhortaciones de Su Maestro, encontró una nueva alegría que brotaba dentro de sí y un nuevo significado en la palabra alegría (joy en inglés). La “J” significaba Jesús y la letra le indicaba primero, amar a Jesús. La “O” significaba a los “otros” que deben ser amados después. La “Y” significaba “yourself” o “tú mismo”, que debe ser amado sólo en último término. Pero, vean la condición humana hoy en día. ¡El hombre se ama a sí mismo primero, a los otros después y a Jesús en último término! Cuando Dios ocupa la mente, el mundo objetivo o naturaleza, que es sólo el producto de la mente, pierde su validez y el hombre —la ola en el océano— se funde en su fuente. El ser individual y el Omni-Ser se fusionan. Cada religión busca presentar esta verdad básica acerca de Dios, la naturaleza y el hombre. Cada creencia destaca en esencia este hecho y el camino del amor es el medio para esta fusión. Así que se deben respetar todas las creencias y fes. Son faros de luz que guían a los peregrinos por los muchos caminos hacia el Absoluto Universal.
Acojan la oportunidad de sacrificarse Los tres principales caminos son conocidos como karma (acción correcta, deber), bhakti (devoción) y jñana (conocimiento).
Existen muchos ríos en esta tierra que actúan como canales para llevar la sangre vital a los valles y llanuras, como el Godavari, Krishna y Kaveri. De éstos, el Ganges, el Yamuna y el Saraswati han simbolizado, desde siempre, los tres caminos espirituales hacia la realización en Dios. El Ganges representa la actividad desinteresada o nishkama karma o karma yoga. El Yamuna proclama la gloria del Amor Divino o la senda de la devoción o bhakti.
El Saraswati, que fluye subterráneo, invisible, representa el jñana marga o la senda de la inflexible indagación en la realidad. La meta de la indagación es el descubrimiento del Uno sin Segundo —Advaita Darshanam Jñanam— de la unidad que aparece como diversidad. La unión de estos tres ríos resume para cada hijo de Bharat sus tres deberes para consigo mismo: servicio desinteresado a sus semejantes como una obligación ineludible, dedicación y devoción a Dios y el logro de la constante conciencia del Uno que se manifiesta como los muchos.
El cuerpo es el templo de Dios y por lo tanto, debe ser mantenido sin que esté afligido por enfermedades o dolores. No le ha sido otorgado al hombre para complacer sus egoístas extravagancias. Jesús santificó su cuerpo sacrificándolo para salvar a los demás. Estaba consciente de ese fin y deber supremos. Con fe en la unicidad de la humanidad, Él se enfrentó a sus oponentes y críticos y afrontó sus ataques. Cada santo y profeta que se esforzó por elevar a los oprimidos y por abrir los ojos de los ciegos al esplendor de Dios y de la gracia, debía estar pronto y dispuesto al último sacrificio. Uno debe esperar los problemas y acoger la oportunidad de sacrificar todo aquello a lo que uno se apega, mientras sostiene la verdad y la rectitud. La fe en Dios es la roca que puede salvar al hombre de la caída.
Cuando Rama fue exiliado a la selva, no prestó atención a las privaciones que tendría que encontrar allí. Estaba tan dedicado al dharma que quedaba inafectado por los acontecimientos. Él permitió que las vicisitudes de la vida fluyeran sin dañarlo. Los Pandavas son otro ejemplo para ilustrar cómo las calamidades y crisis pueden ser superadas por la fe en Dios y la ecuanimidad que confiere.
Dios está en busca del devoto genuino De la misma forma, Jesús demostró y predicó el poder de la fe y, finalmente, acogió sobre sí mismo el supremo sacrificio de Su propia vida. Cuando Sus discípulos empezaron a injuriar a sus atormentadores, Su voz les ordenó desistir. “Todos son uno, hijo mío. ¡Sé igual con cada uno!”. Con una visión que Él otorgó a Pablo —quien lo estaba anatematizando— lo transformó en un penitente discípulo, lleno de fe y ardor.
Sólo cuando veamos el universo como impregnado por Dios adquiriremos el poder para luchar contra las fuerzas del mal.
Muchas personas que se dedican a las oraciones y peregr
inajes durante años se preguntan por qué no han podido realizar a Dios.
Es innecesario ir alrededor del mundo buscando a Dios. Dios es quien está en busca del devoto genuino. El devoto consciente de la omnipresencia de Dios lo encontrará en todas partes. Debe tener la firme convicción de que no hay lugar donde Dios no está presente.
Ésa es la verdadera marca de la devoción. La meditación y las oraciones tienen valor como medios para purificarse uno, pero no llevan a la realización en Dios. Una inquebrantable fe en Dios es la que otorga inefable bienaventuranza. No se debe dejar espacio a las dudas que minan la fe.
El poder del amor es infinito. Puede conquistar cualquier cosa.
Una vez que el Señor Buda estaba viajando, fue confrontado por un demonio mujer que amenazó con matarlo. Sonriéndose, Buda dijo: “Tú no eres demonio, ¡eres una diosa! Yo te amo aunque te portas como un demonio”. Al oír estas amorosas palabras, ella se transformó en una paloma y salió volando. El amor puede cambiar el corazón de un inveterado enemigo. Esta clase de amor universal es la que debe ser cultivada por cada uno. En el mundo hay personas que profesan diferentes fes: cristianos, musulmanes, hindúes, zoroastras y así sucesivamente. No debe haber diferencia o desconfianza entre ellos, pues todos sostienen la verdad y el dharma.
Fue para promover la unidad entre gentes de diferentes fes que Guru Nanak inició los bhajans comunitarios que generan vibraciones de armonía y paz.
Hoy en día, el mundo está plagado de conflictos y violencia. La paz y la prosperidad pueden surgir sólo cuando la gente emprenda el camino del amor y la moralidad y lleven vidas con propósito.
Véanse como encarnaciones del Amor y, al igual que Jesús, dediquen sus vidas al servicio de sus prójimos.
Discurso en el Auditorio Purnachandra, el 25-12-1986.