Discursos dados por Sai Baba
{SB 05} (58 discursos 1965)
28. 06/04/65 El pájaro en la rama oscilante
6 de Abril de 1965
Repalle
El Año Nuevo es llamado Vishvavasu (beneficioso) y deben tomarlo cano un llamado para fortalecer su vishvasa o fe; fe en su propio Atma, en su propia divinidad, que se manifiesta en amor, en deseo de inmortalidad, en desprendimiento, en aprecio de la virtud, en el respeto y admiración que provoca la naturaleza. Pero el hombre está desperdiciando una gran oportunidad; la oportunidad de saturarse de su legítima grandeza. Él prefiere quemar árboles de sándalo para venderlos como carbón, porque no conoce el valor de esa madera. Toma lo divino como meramente humano; la meta que se ha fijado a sí mismo es el logro de contento y de paz, que es lo más apropiado que debe hacer, pero se detiene después de unos pocos pasos, tomando equivocadamente lo engañoso por lo real; esta es la tragedia. Él cree que si obtiene dos comidas completas al día, unos metros de tela para vestirse y un techo sobre su cabeza, con otras pocas superficialidades, ha alcanzado la meta; pero el contento que deriva de ello es insignificante, mezclado con dolor, convirtiéndose fácilmente en pena, dañino para los demás, lleno de orgullo, envidia, maldad, codicia y otros ingredientes perjudiciales; El cuerpo que es mantenido con alimento que no se conserva fresco ni siquiera por unas pocas horas, ¿cómo puede mantenerse vivo por mucho tiempo? Aquello que se hace y que se corrompe no puede, por esa misma razón, ser verdad, porque la verdad no se hace ni se corrompe. Es, era y será, sin ninguna modificación.
¿Cuál es la parte inmortal del hombre? ¿La fortuna que ha acumulado, las residencias que ha construido, el físico que ha desarrollado, la riqueza que ha adquirido, la familia que ha criado? No, todo lo que él ha hecho, desarrollado o ganado es destruido; tiene que dejar todo a los estragos del tiempo. No puede llevarse con él ni siquiera un puñado de tierra, de la tierra que tanto amó. ¡Si sólo los muertos pudieran tomar con ellos un puñado cada uno, la tierra ya se habría hecho tan escasa que en este momento ya estaría racionada! Descubran al inmortal ‘Yo’ y sepan que es la chispa de Dios en ustedes; vivan en la compañía del inmenso e ilimitado Supremo y se convertirán en inmensos e ilimitados.
Consideren todos los objetos que acumulan aquí como dados en custodia para ser utilizados por este cuerpo, durante su peregrinaje en este campo de acción (karmakshetra). Tendrán que devolverlos cuando se vayan, pues pertenecen a otro. Cuando sostienen un billete en la mano y dicen orgullosamente: «Esto es mío», el billete se ríe de ustedes porque dice: «¡Oh, cuántas miles de personas he conocido que se enorgullecieron así!» El cuerpo es una tienda de campaña. No atesoren esa ilusión; suspiren por el morador, el que reside en él y lo activa, lo hace pensar y llegar conclusiones y actuar.
Así como el carpintero da forma a las maderas el herrero forja el hierro, el orfebre da forma al oro, así el Señor da forma a su propia manera, como se lo dicta su antojo, a Prakriti o el universo creado, a la multiplicidad tejida de espacio y tiempo y de cualidades (gunas). Sepan que el Señor es la base y pierdan todo temor. El pequeño gorrión se para en la rama mecida por la tormenta porque sabe que sus alas son fuertes; no depende de la rama bamboleante para sostenerse. Así pues, confíen en la gracia de Dios, lógrenla y consérvenla. Entonces, no importa la fuerza de la tormenta, pueden sobrevivir a ella sin ningún daño.
Discriminen, disciernan todo el tiempo; utilicen su discernimiento (viveka) y su conocimiento (vijñana) para examinar su experiencia de las etapas de vigilia, de ensueño y de sueño profundo. Los sentidos son negados en la etapa de ensueño: el intelecto (budi) no funciona. Sólo la mente es el amo; ella crea su propio mundo (jagat). Un tigre los hiere en el sueño; una serpiente los muerde profundamente en una pierna. Sienten todo el dolor y todo el temor. ¿Cómo pueden curar a ese infeliz hombre? No hay necesidad de traer a un doctor o a un brujo con sus encantamientos. ¡Despiértenlo y estará curado! Él sabe entonces que no había tigre ni serpiente, ni mordida ni dolor. Así también el conocimiento (jñana) eliminará inmediatamente todas las experiencias de la dualidad, de la alegría y del dolor que provienen de estos objetos irreales.
Ustedes dicen «yo estaba despierto», «yo soñé», «yo dormí profundamente». Ahora bien, ¿quién es este «yo»? ¿Quién es este «yo» que no es ninguno de los tres estados, que persiste de nacimiento a muerte, que trata al cuerpo y a todos los órganos y sentidos, a todos los diversos sentimientos, impulsos y experiencias como «suyos», «sus propiedades», «sus instrumentos?» Este «Yo» es lo que hay que conocer y que una vez conocido, no deben permitir que su mente se extravíe lejos de Él.
Una caja de hierro vacía es valorada cuando contiene joyas; el cuerpo es honrado cuando contiene la joya de la conciencia y de los valores llamados virtudes. La vida tiene que ser vivida por la oportunidad que brinda para desarrollar las virtudes. De otra forma, el hombre es una carga sobre la tierra, un consumidor de alimentos. Ya sea que les guste o no, la duración de su vida se acorta cada día; él sol les quita un día cuando se pone. Tienen que pagarle su tributo. No pueden recuperarlo, por mucho que lo anhelen ni porque prometan darle mejor uso si les es devuelto; una vez que se ha ido, es para siempre. Y ¿cómo pueden estar seguros del día venidero? Puede ser que no vivan para verlo. Así pues, santifiquen cada momento con pensamientos, palabras y acciones sagrados.
Aun si no tienen fe firme en Dios ni en ningún nombre o forma particular de ese inmanente poder, comiencen por controlar las divagaciones de la mente, los empujes del ego, las atracciones del apego a los sentidos. Ayuden a los demás; entonces, su propia conciencia los apreciará y los mantendrá felices y contentos, aunque los demás no les den las gracias. La vida es una marcha constante hacia la meta, no es un periodo de prisión sin sentido o una estúpida tarde de paseo. Sean pacientes; humildes, no se precipiten en llegar a conclusiones acerca de los demás y sus motivos.
Cuando el fuego ruge, tratan de apagarlo arrojándole arena o agua y mantienen una provisión de éstos siempre lista. Pero tienen seis fuegos que rugen dentro de ustedes: la lujuria, la ira, la codicia, el apego, el orgullo y el odio. ¿Qué tienen en provisión para apagados? Tengan listos la verdad (Sathya), la paz (Shanti), la rectitud (Dharrna) y el amor (Prema). Éstos les ayudarán a apagar las llamas; son extinguidores muy efectivos.
Cada quien come para calmar su propia hambre; así también, cada quien debe descubrir el mejor modo de apaciguar su propia, hambre espiritual. No se dejen desviar por el desdén o por las recomendaciones de los demás. Contacten su propia realidad en el silencio que crearán aquietando sus sentidos y controlando su mente. Hay una voz que pueden oír en ese silencio. El verdadero testigo de que han escuchado esa voz es su comportamiento. Un árbol es mantenido y alimentado por las raíces que se hunden en la tierra silenciosa; así mismo, si las raíces se hunden en el silencio de su conciencia interna, su florecimiento espiritual está asegurado.
Ayer les causaron muchos problemas a una gran cantidad de ancianos, mujeres y niños porque hubo una gran participación y empujones para lograr lugar. Como todos estaban motivados por su amor hacia mí, yo me siento responsable de todo esto. A veces siento que no debería desplazarme a otros lugares, porque cuando vienen cientos de miles de personas, la tranquilidad se hace difícil. Los altoparlantes también contribuyeron a la confusión al dejar de funcionar. Deben aprender a no perder la paciencia, a saber esperar y a aprovechar la oportunidad de la mejor manera.