Discursos dados por Sai Baba
{SB 20} (31 discursos 1987)
26. 19/11/87 Nacidos para servir
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 20 cap. 26 )
Nacidos para servir
19 de Noviembre de 1987
Solo el servicio desinteresado, con un corazón compasivo, es verdadero Servicio.
Seguro alcanzará la paz aquel que sirve con un espíritu amistoso.
Esto es la Verdad.
Esto es la Verdad.
¡Encarnaciones del Divino Atma! Deben saber que la vida les ha sido otorgada para el servicio desinteresado y no para ser vivida con fines egoístas. Solo por medio del servicio puede experimentarse la unidad de la humanidad. El servicio desinteresado es el sostén del karma yoga, de la dedicación a lo Divino por medio de la acción. La base del yoga es disciplinar la mente y el cuerpo por medio del servicio desinteresado.
La sociedad honra solo a aquellas personas que prestan un servicio a la sociedad. Esas personas se ganan la gracia de Dios. Cada uno debe tomar conciencia de la importancia suprema que reviste el servicio desinteresado. El espíritu de servicio debe ir junto con la disposición al sacrificio. Solo entonces puede llamarse servicio desinteresado libre de toda mancha de interés egoísta. Ese es el servicio que le da sabor a la vida.
El amor universal sostiene la vida nutriéndola. El amor es el aliento vital del hombre. La magnanimidad de espíritu le da fragancia a la vida.
Por más importante que sea una persona, tiene que tomar conciencia de que la meta principal de la vida es prestarles un servicio a sus semejantes. La relación madre-hijo, preceptor-discípulo, Diosdevoto, está basada en la dependencia mutua. No puede haber un hijo sin una madre, un discípulo sin un maestro, un devoto sin Dios.
Cada uno está asociado con el otro con un lazo indestructible.
Debe prestarse servicio a los desvalidos Hay que estar dispuesto a servir a otros más que preferir ser servido por ellos. Además, no hay nada meritorio en servir a aquellos que están muy por encima de nosotros, pues pueden disponer de los servicios de ayudantes. Prestar un servicio a aquellos que están en la misma posición que uno tampoco es destacable. Debe prestarse servicio a aquellos que están peor que uno y que han sido abandonados por el mundo.
Hay tres niveles de personas: en el nivel más alto están aquellos que podrían ubicarse en la categoría de Lakshmi-Narayana.
Aquellos que están en el mismo nivel que uno entran en la categoría de Ashvattha-Narayana. Los que son más pobres que uno podrían describirse como Daridra-Narayana. No hay necesidad de prestar servicio a un Lakshmi-Narayana, ya que tendrá sirvientes que lo atiendan. El Ashvattha Narayana es el tipo de persona que está llena de interminables deseos y nunca se conforma con sus logros o sus ganancias. No es necesario prestar servicio a tales personas. Son los débiles, los desvalidos y los indefensos quienes precisan ayuda. Pero, cuando prestamos servicio a estas personas, no debemos sentir que estamos sirviendo a “otros”, sino que estamos sirviendo al Señor Narayana, que mora en ellos.
Cuando se ofrece un servicio con un espíritu de dedicación total, con una concentración de pensamiento, palabra y acción, el corazón se santifica. Sin pureza de corazón, no puede haber progreso espiritual.
Los trabajadores activos no deben ser arrogantes Los trabajadores activos del movimiento Sai no deben albergar ningún sentimiento de arrogancia u ostentación al llevar a cabo sus actividades. Deben tener la mente amplia, completamente libre de preocupaciones egoístas, y deben desarrollar amor hacia todos.
Ellos son la columna vertebral de la Organización Sai. Deben entender cuáles son las cualidades humanas y practicarlas. Si no adoptan la actitud correcta, el servicio prestado con un espíritu egoísta es una caricatura del servicio. Deben librarse del sentido de “lo mío” y “lo tuyo”.
La preocupación por el propio bienestar y felicidad es la consecuencia de la mente dual. Produce descontento y aflicción. Los sentimientos de apego y aversión manchan la mente y, con el servicio, se la puede purificar. Las prácticas religiosas externas, como bañarse varias veces al día, desparramar vibhuti por todas partes y pronunciar mantras mecánicamente no servirán para limpiar la mente de impurezas. Eso es algo externo, sin espiritualidad.
Hoy se ignora el conocimiento trascendental que puede obtenerse por la indagación minuciosa y la fe firme que ayuda a elevar al hombre del nivel animal. No se hace ningún esfuerzo por adquirir este conocimiento. Confundiendo lo verdadero con lo falso, los hombres están inmersos en la acumulación de objetos efímeros, a los que consideran permanentes. Deben salir de este estrecho surco.
Deben superar sus tendencias egoístas y aprender a considerar a toda la humanidad una sola familia. Eso es verdadero servicio.
Pocos tienen este enfoque amplio hoy en día.
No corran detrás de la fama El primer requisito, por lo tanto, es librar al corazón de todos los malos pensamientos, el egoísmo, el orgullo y otras cualidades indeseables para que el espíritu del amor pueda encontrar su justo lugar en él. Solo un corazón lleno de amor es puro y santo. Por esto deben emprender las actividades de servicio con un espíritu amoroso. No se preocupen por la fama. No es un producto comercial o un artículo que se puede obtener de otro. Fluye espontáneamente como un río, que primero es pequeño, pero luego va adquiriendo volumen poco a poco. No busquen tener renombre o distinción.
Concentren la mente en el logro de sus objetivos. Llenen el corazón de amor y dedíquense al servicio. El hombre que no es capaz de prestar un servicio a otros no es un hombre en absoluto.
Presten servicio de acuerdo con su capacidad Hemos nacido solo para servir a la sociedad, y este es un deber sagrado. Cualquiera sea el servicio que prestemos, si lo hacemos con el espíritu correcto, sin ningún pensamiento egoísta, nuestra acción será meritoria y digna. Un acto de servicio en sí mismo puede ser algo pequeño, pero debe realizarse de todo corazón.
Así como una vaca transforma lo que come en la dulce y saludable leche, cualquier clase de servicio que se preste con un corazón puro dará como resultado un gran bien. No deben tener en mente ninguna recompensa al prestar el servicio. “Este es mi deber. Yo nací para servir”, con esta actitud deben emprender el servicio.
Todos los seres de la creación viven prestándose servicios mutuos, y nadie puede considerarse superior a otro. Cada persona debe prestar servicio de acuerdo con su capacidad y el ámbito de sus actividades. El cuerpo humano tiene varios miembros, pero las manos no pueden hacer lo mismo que las piernas, ni pueden los ojos cumplir la función de los oídos. De la misma forma, entre los seres humanos hay diferencias. Sus capacidades y aptitudes pueden variar, pero cada uno debe tomar parte en la actividad de servicio de acuerdo con su capacidad, sus herramientas y su especialidad.
Cualquier individuo puede ofrecer adoración y dedicarse a las actividades espirituales de acuerdo con sus preferencias. Pero, desde mi punto de vista, el mérito que se puede obtener por el servicio es mayor que lo que conseguiremos con las prácticas religiosas.
Ni con las penurias ni con los baños ceremoniales en aguas sagradas, ni con el estudio de las escrituras ni con la meditación puede cruzarse el océano de la vida sin prestar servicio a los buenos.
Actúen con grandeza de corazón No importa cuántos peregrinajes emprendamos; si nuestro corazón ansía solo objetos mundanos, nunca quedará limpio. La búsqueda de la liberación (mukti) que emprende el individuo está centrada en sí mismo. Eso no está bien. Uno debe esforzarse por ayudar a otros a que también alcancen la liberación. Ese es el verdadero servicio. Pocos muestran esta grandeza de corazón hoy en día.
¿Cómo pueden ganarse la gracia de Dios aquellos que se han dedicado sin pausa a perseguir objetivos egoístas? Por lo ta
nto, para comenzar, deben tomar conciencia de la divinidad que es inherente a todos los seres humanos e impregna todo el cosmos. Para poder captar la naturaleza de la divinidad, debe entenderse la unidad que incluye la diversidad. Mientras no se comprenda la divinidad, no podrá entenderse ni siquiera la naturaleza humana.
Dejen de lado el egoísmo, que es la causa del dualismo y de los opuestos que de él derivan: alegría y aflicción, preferencias y aversiones, etcétera. El egoísta no puede comprender su propia naturaleza; mucho menos, la de otros. Por eso, el primer paso es comprenderse a uno mismo. Cada persona se refiere a “yo”, ¿pero dónde está localizado? ¿Y de dónde surge? Las antiguas escrituras sostenían que el corazón (hridayam) es el lugar donde se asienta el ego (ahamkaram). Esto podría sugerir que el “yo” está en alguna parte del cuerpo. Pero no es así. El corazón lo impregna todo.
Es conocido también como el Atma.
Algunos creen que el Atma reside en el corazón. Esto también es incorrecto. El corazón y el Atma son uno, y no hay que verlos como entidades diferentes. Si fuera así, cabría preguntarse: ¿por qué las personas están inmersas en la oscuridad de la ignorancia?
Porque su visión no se extiende más allá del Atma. Ni siquiera sobrepasa la mente. Aquel que es incapaz de ir más allá de la mente no puede escapar al velo de la ignorancia. Para salir de este estado, hay que tomar conciencia de que la mente –tal como ocurre con la luna y el sol– obtiene su luz del Atma, y, cuando la visión se dirige hacia el Atma, la mente desaparece o deja de brillar.
Son pocos los que prestan servicio con amor Es necesario comprender que el Atma está presente en todo.
Hay que cultivar un sentimiento de amor hacia los demás. El cosmos (vishvam) es una proyección de lo Divino (Vishnuswarupam).
No hay necesidad de buscar lo Divino en ningún lugar en especial, pues es omnipresente. Los rituales religiosos formales o la erudición espiritual no los llevarán a realizar a Dios. No se requiere un gran desarrollo intelectual para el sadhana espiritual. Es mejor contar con una sola persona de corazón bondadoso que con cien intelectuales vanidosos. Debemos practicar para volvernos hombres buenos, capaces de emprender tareas dignas. Si sus mentes están llenas de odio, envidia, preferencias y aversiones, no están capacitados para emprender tareas de servicio.
“Ofrezcan sus servicios y reciban amor”. Esta es la receta para experimentar la Divinidad. Pero hoy en día el servicio no se ofrece de corazón. Pocos prestan servicio con amor y, así, pocos reciben la gracia de Dios. Hasta su amor es egocéntrico y acotado. Nuestro amor no debe limitarse a nuestros parientes. Debe extenderse más allá de la familia, a la sociedad en su conjunto, luego a la nación en general, y, finalmente, al mundo entero.
El servicio prestado con el espíritu adecuado es dharma Esta es la consecuencia del llamado de Buda: “Sangham Sharanam Gachchami”, o sea, “Yo me refugio en el sangha o sociedad”.
Partiendo del intelecto (buddhi) debemos ir más allá, a la sociedad (sangham). De esta manera, se alcanza la unidad de la sociedad.
Pero el solo hecho de reconocernos como miembros de la sociedad no es suficiente. Debemos cumplir, por medio del servicio, con nuestra obligación para con la sociedad. Este es el sentido del ruego: “Dharmam Sharanam Gachchami”, el servicio prestado con el espíritu adecuado es dharma.
El servicio es también el camino para realizar a Dios. Dios es la personificación del Amor, la Verdad y la Paz. Por tanto, para realizar a Dios, debemos cultivar el Amor, adherirnos a la Verdad y experimentar la Paz dentro de nosotros mismos. El cuerpo humano es como un carruaje, y el Atma es el conductor. Los cuerpos pueden tener diferentes formas y nombres. Pero el Atma es uno y el mismo. Reconozcan la unidad que subyace tras la aparente diversidad. Por ejemplo, el hambre es común a todos, aunque la clase de alimento con el cual es aplacada puede variar de un emperador a un mendigo. De la misma forma, la alegría y la aflicción, el nacimiento y la muerte son hechos comunes a todos.
El Atma es común a todas las personas. Reconociendo esta unicidad, el hombre debe dedicarse a servir a todos. Lamentablemente, hoy no existe el sentimiento de unidad en el mundo. Todos los problemas que acosan a la humanidad se deben a la falta de unidad.
Ejemplifiquen la cualidad de Samatva en el servicio La tarea principal de las Organizaciones Sai es fomentar la unidad sobre la base de que todos son chispas de lo Divino y constituyen una sola familia. Si no comprenden esta verdad fundamental, de nada sirve prestar toda clase de servicios. No puede haber santidad en el servicio, si carecen de buenos pensamientos y sentimientos.
Solo aquel que es puro de corazón, desinteresado y que piensa en todos por igual (samatva) puede ofrecer el servicio como una acción correcta (dharma).
Grandes devotos del pasado fueron ejemplos de esta cualidad:
pensar en todos por igual (samatva). Tenemos el caso del santo Tukaram. Él mantenía su casa cultivando un pequeño terreno.
Sin embargo, era indiferente a sus propias necesidades y pasaba todo el tiempo en la contemplación de Dios. Un año cultivó caña de azúcar. Cuando la caña estuvo lista para la cosecha, la gente que pasaba por ahí se acercó a él para pedirle un trozo de caña. Generoso y sacrificado por naturaleza, Tukaram les permitió sacar toda la caña que querían. A ese ritmo, quedó sólo una cuarta parte de la cosecha. Tukaram la cortó y la cargó en su carreta.
En el camino, muchos niños le pidieron caña, y Tukaram la repartió sin problemas.
Cuando llegó a la casa, le quedaba una sola caña. Al ver la carreta vacía, su esposa se enojó mucho y lo regañó:
—¿No piensas en tu esposa y tus hijos? ¿Por qué te desprendes tan fácilmente de toda la caña?
Tukaram no dejaba de sonreír mientras su esposa lo abrumaba con preguntas. Finalmente, le dijo:
—Aquí tienes un trozo de caña que he traído para ti.
Incapaz de contener su ira, ella le arrancó el trozo de caña a Tukaram y lo golpeó en las piernas con él. La caña se quebró en dos, y ella se quedó con una mitad en la mano. Tukaram se rió de buena gana.
—Yo me estaba preguntando en el camino a casa cómo dividir la caña entre tú y los niños —dijo—. Ahora tengo la respuesta. La caña que quedó en tu mano es tu parte. Los niños pueden compartir la otra mitad.
Se sintió feliz por la forma en que su esposa había distribuido la caña en partes iguales para todos. Esta es la manera en que los devotos expresan su sentido de igualdad para con todas las personas.
No hay lugar para la envidia en la Organización Sai Los servidores Sai deben cultivar el mismo espíritu de tolerancia y serenidad para poder prestar un servicio eficaz a la sociedad.
Es impropio que algún miembro de las Organizaciones Sai les guarde rencor a otros. Todos deben comportarse como los hijos de una sola madre. Piensen que cada uno es una encarnación del Divino Atma. Solo entonces podrán prestar servicio con celo y energía.
No importa la riqueza o la posición que puedan tener; en lo que concierne al servicio, todos deben considerarse iguales a los demás.
Recuerden que la riqueza y la posición no son permanentes.
¿Qué se puede lograr por medio de ellas? Pueden obtener lo que están destinados a obtener y perder lo que están destinados a perder.
Nada de esto puede evitarse por ningún subterfugio. Solo la gracia de lo Divino permanecerá para siempre.
Hoy se lleva a cabo una conferencia de “trabajadores activos”.
Hay muchos que solicitan poder prestar un servicio social. Pero el egoísmo está presente hasta en el campo del servicio. Ese egoísmo no debería tener lugar alguno en las Organizaciones Sai. El individuo y la sociedad son uno. Lo que uno hace para la sociedad, es también bueno para sí mismo.
Cuando se presta el servicio con este espíritu, tanto el individuo como la sociedad obtienen un beneficio.
Tal vez no sea fácil cultivar ese sentido de identidad. Pero con el esfuerzo continuo, se puede llegar a superar el sentido de “lo mío” y “lo tuyo” y a identificarse con la sociedad en general. Si hay voluntad, se puede lograr cualquier cosa. El poder de decisión (sankalpa) de una persona vivirá más que ella.
Piensen en el servicio como una ofrenda a Dios Todo servicio debe considerarse una ofrenda a Dios y todas las oportunidades de servicio deben tomarse como un don de Dios.
Cuando el servicio se ofrece con este espíritu, a su debido tiempo conducirá a la autorrealización.
Es este servicio desinteresado, con una orientación espiritual, lo que se necesita hoy en día. Le proporcionará un clima de serena paz a un mundo plagado de conflictos y caos. Considérense a sí mismos hermanos de una familia, pero no se queden allí. Vayan más allá del parentesco hasta la unidad átmica. Deben pasar de lo físico (annamaya) a la más alta sabiduría (vijñanamaya), y de allí al estado de Bienaventuranza Divina (Anandamaya). Dejen totalmente de lado el egoísmo y los intereses personales, y dedíquense a las tareas de servicio como el más elevado propósito de la vida.
El servicio debe ser su aliento vital. Conviértanse en servidores ideales y den un ejemplo al mundo.
Discurso inaugural pronunciado en la Conferencia de Servidores Sai Activos de la India, en el Auditorio Purnachandra, el 19 de noviembre de 1987.
Tengan siempre presente el significado y el propósito de la vida, y experimenten ese propósito y ese significado.
Ustedes Son Aquello, esa es la verdad. Ustedes y el universo son uno; ustedes y lo Absoluto son uno; ustedes y lo Eterno son uno. No son lo individual, lo particular, lo temporal. Siéntanlo, sépanlo y actúen en consecuencia.
–Baba