Discursos dados por Sai Baba
{SB 04} (52 discursos 1964)
26. 17/08/64 Arrepentimiento verdadero y falso
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 04 cap. 14 ) EL REMORDIMIENTO REAL Y EL FALSO 17 de Agosto de 1964 Madrás EL PANDIT QUE habló acerca del Gita explicó cómo está resumido en los Upanishads. En efecto, el pueblo de la India puede decirse que está residiendo en la mansión misma del Gita (Githa-mahal), sépalo o no. La entrada a esa mansión es a través del remordimiento (vishuda), del descubrimiento de la bajeza de los placeres sensuales y del buscar algo más sustancial y satisfactorío. El premio más satisfactorio es alcanzar al Señor (Purushotamapropati), al Supremo Purusha. Purushu es «aquel que vive en el pura”, es decir, en el cuerpo físico. Aquel que vive en el universo que es su cuerpo, es el Supremo, el Purushotama. Una pequeña hormiga que camine por su pie es percibida por su conciencia; esto quiere decir que el purusha tiene una conciencia que llena el cuerpo entero. El Purushotama tiene una conciencia que llena y activa al universo entero que es su cuerpo. El árbol individual es el purusha, la selva es el Purushotama. El jivi o individuo, es el vyashti, la parte separada, mientras que el samashti es Dios, el Todo. Para que el purusha se vuelva Purushotama el camino es el yoga, o el jñana o conocimiento ganado por medio del karma (acción) y de la devoción (bhakti). El pandit dijo que no puede haber una visión de unidad mientras el jíví esté disperso en cinco direcciones por los cinco sentidos que lo arrastran. Realmente no importa si una persona tiene cinco monedas de cinco rupias o el mismo monto en monedas pequeñas. Todos los cinco sentidos sirven al mismo purusha. Es una sola familia bajo un solo amo. Los sentidos no necesariamente tienen que ser adversos; pueden Ser adiestrados para cooperar en el Jadhanu o práctica espiritual. ¿ Por qué ? Aun el intelecto (budí) puede llegar a ser un enemigo si promueve el engreimiento y la competencia. Los dioses (suras), una vez, se creyeron capaces de lograr la victoria contra los demonios (asuras) debido a sus proezas. Mientras se encontraban celebrando la victoria, una deidad apareció ante ellos y tiró una hoja de hierba al suelo. Le pidió a Agni, dios del fuego, que la quemara; pero éste no pudo. Retó entonces a Vayu, dios del viento, a que la levantara, pero no pudo hacenlo. Provocó a Varuna, dios del agua, a que la mojara, pero a pesar de sus mejores esfuerzos, no pudo. Entonces, una vez que su orgullo fue herido, la deidad les enseñó la Sabiduría de Brahma (Brahmavídya), que revela la fuente interna de toda fuerza. Ésta no es una historia corriente; Agni es la deidad tutelar del habla, de modo que nos dice que el habla debe ser humilde, que deriva su poder solamente del principio universal básico. Vayu es prana O el aire vital; Indra es el intelecto O budi. Después de todo, es el comportamiento, la práctica, lo que cuenta. En el caso del dharma o del sadhana, esto es especialmente cierto. Se juzga a la persona por su conducta y su carácter tal como los revelan sus acciones. No se necesita ninguna otra prueba o testigo. Había dos mujeres que vivían frente la una de la otra en un bazar; la una tenía cinco vacas y la otra sólo una. La mujer más rica tenía hábitos derrochadores y era muy extravagante y descuidada. Así, solía pedir prestada leche a la mujer que tenía una sola vaca y esta última le ayudaba a pesar de que su familia era más grande. Cuando llegó su deuda a cerca de 50 litros de leche, la vaca de la mujer más pobre murió, y ésta fue a ver a la otra mujer y le pidió que le devolviera la leche prestada, a razón de un litro por día. Al oir esto, ésta Se enfureció y declaró en la corte que ella nunca había pedido leche prestada. «¿ Por qué habría yo, dueña de cinco vacas, de ir a pedirle leche prestada a esta mujer que tenía una sola vaca?», preguntó ella. El juez, que era un hombre sagaz, simpatizaba con la mujer cuya vaca había muerto. Él sabia cómo llegar a la verdad. Les dio a cada una cinco medidas de agua y les pidió que se lavaran los pies y volvieran a la corte. La mujer de las cinco vacas virtíó las cinco medidas de agua de una sola vez sobre sus pies y regresó con la misma suciedad. La otra límpió sus pies con el hábil uso de sólo una medida y dejó las otras cuatro medidas sin tocar. El acto del lavado de los pies reveló su carácter y el magistrado no vaciló en oondenar a la culpable. La mujer de una Sola vaca tenía que haber ahorrado y la de las cinco vacas haber malgastado y estar en constante necesidad. El desaliento de Arjuna es también un caso de egoísmo hábilmente disfrazado que revela una falla en su carácter. El era un firme guerrero (dhíra) hasta que llegó al campo de batalla y allí Se transformó en un cobarde (bhiru); todo era sólo cuestión del yo y lo mío. «No voy a ir al infiemo, preferiría mendigar. No voy a luchar contra mí gurú, mi tío, mi primo». Él «yo” y «lo mío» son como dos colmillos venenosos; deben ser eliminados para que el hombre se vuelva inofensivo. Una vez, Narada le habló a Brahma de una situación ridícula que estaba ocurriendo en el mundo: aquellos que se estaban muriendo lloraban por aquellos que ya habían muerto. Eso era también lo que estaba haciendo Arjuna, pero esa tontería iba revestida del lenguaje del renunciamiento y de la caridad. La cuestión en el campo de batalla no era de quién era familiar de quién, sino de quién estaba en lo correcto y quién en lo erróneo. «Lucha por la justicia, lucha por la verdad, lucha por ellas como le corresponde al dharma de un guerrero (kshatriya) y deja el resultado al Dispensador de Todo —le dijo Krishna-. Me Sorprende que tú llores así, pues tú eres Gudakesha, el Conquistador del Sueño, de la ignorancia. Tú no matas, no seas tan engreído como para creerlo; no mueren ellos, «ellos» tienen muchas cosas más que hacer, y los verdaderos «ellos» son inmortales. La sentencia de muerte ya ha sido decretada sobre sus cuerpos por mí y tú no tienes sino que llevar a cabo mis órdenes». ` Krishna hizo que Arjuna tomara conciencia de sí mismo; así, el engaño que le hacia creer que él era un gran arquero, un enemigo de Duryodana, etcétera, desapareció de su mente, y se dio cuenta de que no era sino un instrumento en las manos del Señor. Ustedes también deben aprender esta lección, pues de otro modo la miseria no tendrá fin. La oración es «Tamaso ma jyotír gamaya:”, o: «De la oscuridad, guíame a la luz». El egoísmo es tamásico, Sharanagatí y la autoentrega es jyoti, la luz. Hay una manera fácil de iluminar la conciencia interna y el comportamiento externo con la luz de Dios. Pongan la lámpara del nombre del Señor, como la llama iluminadora, en su lengua. Ése es el principio; esa luz ahuyentará la oscuridad tanto de adentro como de afuera. Manténganla ardiendo clara y brillante. Pronto alcanzará notables alturas y disfrutarán de una felicidad como nunca podrán obtener por medio de los sentidos. |