Discursos dados por Sai Baba – 25. 06/10/81 El jardín del corazón

Discursos dados por Sai Baba

{SB 15} (42 de 59 discursos 1981 a 82)

25. 06/10/81 El jardín del corazón

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 11 cap. 29 )

El jardín del corazón

6 de Octubre de 1981

EL HOMBRE TIENE que progresar día a día, no estancarse, pues de esto no obtiene ningún beneficio. ¿Cuánto tiempo podemos tolerar a un muchacho en el mismo curso escolar? Debe pasar de un grado al siguiente, año tras año. El aspirante espiritual tampoco debe estacionarse en un sadhana. De la relación amo sirviente con Dios, debe avanzar a la relación cuerpo miembro y llegar a fundirse con el Todo hasta ser Uno, es decir, del dualismo, mediante el no dualismo condicionado, al monismo o no dualismo.

En las fases iniciales, el hombre adora retratos o estatuas de Dios en las dieciséis formas de homenaje reverencial: concentración preliminar, invocación, postura de ofrenda, lavado de los pies, hospitalidad, ablución, ofrecimiento de vestiduras, usar el hilo recibido en ceremonias sagradas, pasta de sándalo, flores, incienso, luz, alimento, cuenco, ondear la llama de alcanfor, circunvolución y postración. Sin embargo, el buen carácter, la buena conducta y la vida virtuosa son las cualidades esenciales que debe cubrir un aspirante. Por supuesto, las ofrendas florales son recomendables. Los dieciséis aspectos son buenos, pero uno debe pasar de este estado al de la conciencia del Alma. Las flores se marchitan pronto; el efecto de ofrecerlas no dura mucho. Lo que Dios más ama son las flores que brotan del árbol de la propia vida del hombre, alimentadas y nutridas por su habilidad y sinceridad. Son las flores de sus virtudes que crecen en el jardín de su corazón.

La primera es la virtud de la no violencia e implica mucho más que la abstención de hacer daño a otro ser vivo. Hay que evitar causar dolor a cualquier ser, no sólo con las acciones, sino también con las palabras y aun con el pensamiento; no es permisible ni siquiera la idea de dañar a otro o humillarlo. La segunda flor es el dominio de los sentidos. Es evitar correr tras el placer sensual. La tercera flor es la compasión hacia todos los seres y todas las cosas, porque «Todo es Dios». Se ha dicho que la adoración rendida a cualquier dios alcanza al Supremo. Puede decirse, con igual verdad, que la humillación causada a cualquier ser alcanza al Supremo.

La cuarta flor es la tolerancia, la fortaleza. La tolerancia es identificada en las Escrituras con la verdad, la rectitud, el conocimiento, el sacrificio y la alegría. Sin tolerancia el hombre no puede ser feliz ni por un momento. Desarrolla las cualidades divinas, revela la Divinidad interna. Para obtenerla y establecerse en ella hay que efectuar sadhana o prácticas espirituales. Abriguen la idea de que Dios está presente en todo, a pesar de la burla del ignorante y de la sarcástica crítica de los ciegos, o aun de la alabanza de los admiradores. Eso no debe importarles.

La quinta flor es la paz interna. La paz no significa que una persona no reaccione ante lo que otros digan o si la ofenden, no significa que tiene que ser callado como una roca; implica el dominio de los sentidos y las pasiones. La paz interna debe volverse nuestra propia naturaleza. La paz tiene al desapego como cualidad básica. El mar, que gusta de acumular y poseer, permanece abajo; la nube, que gusta de renunciar y dar, permanece en lo alto, en el cielo. La paz provee al hombre de una mente serena y de una visión firme. La plegaria por la paz generalmente se repite tres veces. «Om, Shanti, Shanti Shantihi», pues la paz se pide tanto para lo físico como para lo mental y lo espiritual. El hombre no debe dejar que la sangre hierva en sus venas ni debe someterse al miedo. La calma espiritual es ejemplificada por el emperador Janaka, de quien nos hablan los textos upanishádicos. Era conocido como Videha, «sin cuerpo», no porque fuera descarnado, sino porque vivía completamente indiferente al cuerpo y sus necesidades. Veía, oía y hablaba sólo desde el plano del Alma, del plano de la conciencia.

La sexta flor es la austeridad. Ser austero no significa abandonar esposa e hijos y escapar a la soledad del bosque; la verdadera austeridad es la exacta coordinación entre nuestros pensamientos, palabras y obras. El hombre malo nunca podrá alcanzarla, pues actúa falsamente consigo mismo. Cuando el hombre tiene éxito en esta austeridad, las palabras que pronuncia tienen tal poder que lo que dice se transforma en mantra.

Después tenemos la séptima flor, la meditación. Hoy se han puesto de moda tantos sistemas y métodos de meditación como cabellos tengo en mi cabeza. Cada uno la describe según su propio capricho y fantasía. Sentarse, permanecer quieto y transferir las emociones y sentimientos personales a Dios no es meditar. Con la ayuda de Dios, se deben transmutar las emociones, los deseos, los sentimientos en cualidades divinas. No se debe rebajar a Dios a nuestro nivel; uno debe elevarse al suyo.

La octava flor es la verdad, aquélla que no se modifica ni con el paso del tiempo. Sólo la Divinidad permanece invariable en el pasado, el presente y el futuro. Cuando esta flor brote en su corazón, los recompensará con eterna fragancia.

Adoren a Dios y ofrézcanle estas flores. En esta época en que otras flores son usadas, la devoción dura hasta que uno cruza la puerta del cuarto de puja (adoración). Cuando uno sale de ese ámbito, la ira, el odio y la ansiedad lo poseen y lo degradan. ¿Cómo obtener la gracia de Dios sin desarrollar las cualidades indicadas por las ocho flores? Dedicados a cumplir el falso voto a Sathyanarayana los 364 días del año, ¿qué esperan obtener haciendo el voto del verdadero Sathya Narayana el último día, es decir, el 365? Cuando proclamen ser devotos de Sai, demuéstrenlo cultivando estas flores de la virtud y ofreciéndolas a Dios.

Prashanti Nilayam

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