Discursos dados por Sai Baba
{SB 15} (42 de 59 discursos 1981 a 82)
23. 02/10/81 La disciplina espiritual del amor
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 11 cap. 27 )
La disciplina espiritual del amor
2 de Octubre de 1981
En tu gloriosa indagación por la visión de Brahmán,
¿por qué, oh mente tonta, vagas por doquier?
Está todo el tiempo en ti; búscalo allí, en ti.
El principio del Alma, el principio de Dios y el principio de Brahmán no son más que sinónimos del Uno. Los Vedas, que contienen las indagaciones más antiguas del hombre, dicen que éste buscó ante todo la solución a un problema: ¿Qué? ¿Cuál es el secreto de todo misterio, de todos los múltiples incidentes e impresiones? ¿Es una persona o es impersonal? ¿Posee atributos o está desprovisto de rasgos y motivos? ¿Tiene conciencia o es meramente mecánica y automática? En este sentido proseguía la indagación humana.
Cuando se obtuvieron varias respuestas por diferentes vías, surgió otra pregunta: ¿Cuál? ¿Cuál de estas suposiciones es la correcta? Porque fue difícil, por no decir imposible, delinear la verdad en palabras, o aun delimitarla en nuestra propia imaginación. Los sabios llegaron a la conclusión de que Brahman, el Absoluto Universal, sólo puede ser descrito como «aquello de quien nació el cosmos, que lo sostiene y en lo cual el cosmos se disuelve».
Sin embargo, la duda subsistía: «¿Es correcta esta conclusión? ¿Explica todo lo que es enigmático para el hombre?» La intuición les dio la respuesta: «Tat» (Eso). «Esa conclusión es correcta», afirmaron. «Tú eres Eso». No hay tú separado o diferente de Tat. Ambos son uno. Ésa fue la verdad revelada.
Los Vedas constan de tres secciones o kandas: Karma Kanda (orientada a la acción), Upasana Kanda (orientada a la adoración) y Jñana Kanda (orientada a la razón). Por supuesto, el Tat del cual el Tuam es una proyección, es indescriptible e inalcanzable por la acción, la adoración o la razón.
No obstante, estas tres secciones construyen el camino hacia la realización final de la Realidad. El Karma Kanda, por ejemplo, limpia los niveles de conciencia. El karma o actividad no puede conferir saciedad, éxtasis o bienaventuranza. Aunque se gane un poco, esto será de corta duración. No puede perdurar porque no hay nada que sea perdurable. ¿Cómo pueden las cosas o hechos pasajeros dar alegría permanente? Todos los que acuden al karma creyendo que pueden adquirir bienaventuranza duradera están persiguiendo una ilusión.
Hay cuatro tipos de karma: cultivo, adquisición, transformación y refinamiento. Tomemos el primero, el cultivo. La tierra se remueve, se limpia, se ara y abona antes de sembrar las semillas; después, se protegen los retoños y la cosecha se cuida, nutriéndola, antes de que el grano sea recogido. Sin embargo, el grano no nos da satisfacción y alegría duraderas. El segundo tipo: adquisición. Adquirimos cosas que esperamos llenen nuestras necesidades, a través del uso o el maltrato, según nuestra posición en la sociedad, posición o autoridad sobre los ricos u hombres, y de acuerdo con nuestra fuerza física y habilidades mentales. Aun tales logros y posesiones no nos confieren alegría duradera. Mientras adquirimos, mientras guardamos y protegemos lo que hemos adquirido, mientras lo gastamos o consumimos, tenemos que hacer penosos esfuerzos y estar siempre vigilantes. Las adquisiciones, por lo tanto, implican dificultades y tienen sólo valor temporal.
El tercer tipo: transformación. Un ejemplo es el cambio producido en la leche para hacer yogur o la forja de una pieza de hierro en un cuchillo. Aun estos objetos no duran, se desintegran pronto. El cuarto tipo de actividad es el refinamiento, removerla suciedad y escoria. Cuando decidimos celebrar un día sagrado, pintamos las puertas y ventanas, limpiamos el piso, pulimos los objetos metálicos; en fin, hacemos que la casa luzca flamante. Quitar el polvo de los espejos, el baño diario, la limpieza de los armarios, son también procesos de refinamiento. Tenemos que refinar la mente también; pero las cosas y la mente no duran refinadas, tienen que someterse al mismo procedimiento una y otra vez.
La conclusión es que la alegría y el placer obtenidos mediante actividades (karma) son sólo temporales. Sin embargo, uno no puede ni debe desistir del karma. Entonces, ¿cómo actuar? Con desapego y desinterés hacia los resultados del karma. Es decir, uno debe efectuar todos los karmas como yajna, efectuado para la gloria de Dios y no para propósitos egoístas, para ganar mérito duradero y no para beneficio temporal. El nishkama karma mencionado en el Gita es realmente el verdadero yajna. El karma realizado con ese espíritu no causará ni ambición ni codicia, sólo un sentido de cumplimiento del deber.
El karma puede ser considerado bajo dos aspectos: mundano y escritura¡ (loukika y sastriya). El karma escritura¡ comprende tres tipos: srouta (basado en la autoridad de los Vedas y de acuerdo con sus mandatos); smarta (rituales y ceremonias establecidos en los códigos morales disciplinarios o Smritis como los de Manú, Parasara, etcétera , tales como rituales para los muertos, ritos de iniciación, ceremonias para las diarias plegarias); y pouranik (ayunos, votos, peregrinaciones, adoración de imágenes, etcétera, recomendados en los Puranas).
Mediante los karmas védicos como yagas (ofrendas), el hombre puede alcanzar Swarga (el Cielo), dicen los Vedas. Pero los mismos Vedas declaran: «Uno puede estar en el Cielo sólo el tiempo que los méritos se lo permitan; cuando ese tiempo termine, hay que entrar al mundo nuevamente». Así, el Cielo es también un lujo transitorio. Una persona que gane la mayoría de votos puede ser miembro de la Asamblea Legislativa por cinco años; cuando ese período termine, tendrá que volver a casa. Así también, el que entra en el Cielo tiene que dejarlo cuando sus méritos se han extinguido. De esta manera, srouta karma no garantiza dicha perpetua. ¿Cómo pueden los Smrifis tener éxito donde los Sruti fallan? También el smarta karma tiene fuerza’limitada. Los Vedas sólo pueden aproximarnos al Todopoderoso. En cuanto a los Vedas, ellos mismos afirman: «No a través del karma, no por medio de la progenie, no a través de la riqueza, solamente mediante la renunciación la inmortalidad puede ser ganada. La renunciación es el medio para ganar bienaventuranza eterna». Por supuesto, los karmas pueden, y lo hacen, limpiar la mente del sentido del ego y de los deseos sensuales.
Piensen en la palabra Nara, que denota «hombre». De estas dos sílabas, ra significa declinar, decaer, destrucción, muerte. Na significa «sin». El «hombre» o Nara no decae, es inmortal como Dios, porque él es Dios. Es lamentable que el hombre sea conducido a creer erróneamente que es sólo un ente físico que decae y muere diariamente. Puesto que Nara significa hombre, Narayana es el nombre para Dios. Nara simboliza los cinco constituyentes del cosmos, los cinco bhutas (proyecciones, elementos), los cuales emanan de Dios para formar el cosmos. La expresión Naranarayana, que, se usa en las Escrituras, implica que Nara es Narayana. Este yajna es efectuado por estos pandits para propiciar al Vedapurusha, al Yajnapurusha, quien es Narayana mismo en los mantras que invocan a la deidad. Los Vedas declaran: «Anthar bahischa (Ambos dentro y afuera) thatsarvam (en todo lo que es) vyapya (inmanente) Narayana (Dios) sthithah (existe)».
Gandhi dijo, en una conferencia de la Tabla Redonda, esta verdad. Una persona había ido a Londres a esa conferencia desde Colombo y durante una conversación, repentinamente le hizo esta pregunta: «¿Dónde está Dios?» Gandhi respondió: «Dios es ese misterioso poder del cual los mundos a mi alrededor se originaron, por el cual se desintegrarán, la base sobre la cual descansa y se mueve toda la creación». Este poder es tan misterioso que, como lo declaran los Vedas, «las palabras que intentan describirlo se retiran derrotadas; aun la mente, con todo su poder imaginativo, no puede alcanzarlo». Todas las cosas salen de él, existen en él y se funden en él, como lo declara el Gita.
Un punto tiene que enfatizarse ahora. Las cosas que no son definibles, que no pueden ser delineadas, generalmente se consideran falsas. ¡Sólo aquéllas que pueden ser percibidas por los sentidos son aceptadas como verdad! Nosotros aseveramos tener una mente, pero, ¿hemos podido verla alguna vez en nosotros? ¿Tienen alguna forma la alegría o la bienaventuranza? Éstas se basan en la experiencia, no en los sentidos. Dios no se ve con estos ojos, pero la visión es posible si uno puede obtener el ojo de la sabiduría, de una inteligencia clara y pura. Cuando deseen ver el Alma, mírense en el espejo. No pueden ver su imagen sin un espejo que la refleje. ¿Cómo, entonces, pueden ver su realidad sin reflejarla a través de la inteligencia?
Para cada logro es necesario una disciplina, un proceso, un camino. Si uno arguye, objeta o niega, sin adoptar la ruta apropiada sólo está declarando su propia tontería.
La Divinidad es omnipresente. Sólo puede ser conocida mediante la transformación de uno mismo a través,del amor sagrado. El amor abarca, no excluye. Dios omnipresente tiene, de acuerdo con el himno védico, «mil cabezas, mil ojos, mil pies». Esto quiere decir que la Persona Cósmica, Dios, Viswa Virat, es el individuo multiplicado por el infinito. La mente individual multiplicada por el infinito se convierte en la Mente Cósmica, Hiranyagarba, la Conciencia Universal. El amor expande el uno en la infinidad. El «yo» se funde en el «ellos» y en el «nosotros», amigo y enemigo, conocido y desconocido, de todas las razas, credos y tierras, y todo se vuelve UNO, el Viswa Virat.
Emprender este camino y avanzar en él es la verdadera devoción, la cual desecha el estrecho egoísmo. Desarrollen este amor siempre en expansión y comprométanse en el karmacomo medio de adorar a Dios, aceptando sus consecuencias con calma y alegremente; contribuyan con sus habilidades y fuerzas a la paz y prosperidad de la sociedad en la que viven. Éste es mi mensaje. Doy mi bendición para que tengan éxito en este gran esfuerzo espiritual.
Prashanti Nilayam
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