Discursos dados por Sai Baba
{SB 09} (30 de 35 discursos 1969)
21. 12/10/69 Un barco navegable
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 07 cap. 22 )
Un barco navegable
12 de Octubre de 1969
Prashanti Nilayam
NAVARATRI
PARA MUCHOS PUEDE parecer extraño que en esta Ananda Nilayam (Morada de la bienaventuranza) exista una Arogya Nitayam (Morada de la salud), o sea un hospital. Pueden preguntarse por qué se le da preeminencia ala salud corporal en un lugar dedicado a la salud del espíritu. Pero para lograr las cuatro metas de la vida humana: la rectitud (dharma), la prosperidad (arta), el cumplimiento de los deseos (kama) y la liberación de las ataduras (moksha), el requisito básico es la salud de cuerpo y de mente. La enfermedad significa el sentirse incómodo, turbado, debido al desajuste en el carácter o del equilibrio, que afecta lo físico así como lo mental. Esto sucede por dos razones: ahara (el alimento inconveniente) y vihara (las actividades incorrectas).
Es más sabio prevenir la enfermedad que correr detrás de los remedios después de que ha sobrevenido o se ha vuelto incontrolable. El hombre no hace caso de las medidas de precaución; permite que las cosas empeoren y después la enfermedad es agravada por el temor, la incertidumbre y la ansiedad. Hay un axioma en que creían los hombres de antaño que dice: «Una comida al día hace un yogui, dos comidas al día hacen un glotón y tres comidas al día hacen un enfermo». El yogui es el hombre contento centrado en Dios; el glotón es el hombre que se revuelca en los placeres sensorios; el enfermo es el hombre aquejado por la falta de salud. Sí; la cantidad de alimento que toman los ricos es mucho mayor que sus requerimientos esenciales. El comer en exceso se ha vuelto una moda. El desayuno no sirve para romper ningún ayuno, ¡pues no ha habido ayuno alguno!; es tan abundante como una buena comida. El almuerzo sigue muy pronto y consiste en muchos platos, escogidos para satisfacer el paladar más bien que para calmar el hambre. El té es sólo té de nombre, pero incluye alimentos más bien pesados, fuera de toda proporción con las necesidades del cuerpo. La cena es la comida más pesada e incluye la mayor variedad, y así, se van a acostar cargados de materia indeseada, sólo para dar vueltas de un lado a otro, en un vano esfuerzo por obtener unos minutos de sueño. La escasez de granos alimenticios se debe mayormente a malos y derrochadores hábitos de comer; esto se podría corregir y la gente podría vivir más tiempo y más sanamente si sólo comiera lo mínimo, en vez de hartarse.
La oración regular dos veces al día dará fuerza y valor que podrán ayudarlos a resistir la enfermedad. La gracia de Dios conferirá paz mental y, consecuentemente, un buen sueño y descanso para la mente. Sientan que dependen ciento por ciento de Dios; El se ocupará de ustedes y los salvará del daño y el peligro. Cuando se van a acostar, ofrézcanle agradecido homenaje por guiarlos y protegerlos durante el día. Si un amigo les ofrece un cigarrillo o alguien les da un vaso de agua, de inmediato dicen: «Gracias»; ¡cuánta más gratitud deben mostrarle a Dios, que los cuida y protege de todo el mal que amenaza aplastarlos! La actividad debe estar dedicada a Dios, El Más Alto Bien. Entonces proveerá salud para el cuerpo y para la mente.
El cuerpo es un carruaje en el cual Dios está instalado y que se está llevando en procesión. Veamos algunos puntos que debemos vigilar a fin de evitar las averías en el camino:
1) Ayuno un día a la semana. Esto es bueno para el cuerpo así como para el país. No coman una docena de bananas, media docena de puris (tortilla de harina frita) y casi un litro de leche y llamen a esto un ayuno. Tomen sólo agua, para que todas las impurezas sean lavadas. No ansíen tomar jugo de fruta u otros líquidos. Aun la maquinaria recibe su descanso; no puede andar siempre, continuamente. ¡Qué decir entonces de este cuerpo humano tan delicadamente organizado! No es una señal de cultura tratar al cuerpo como si fuera el amo, complaciendo sus caprichos y dañándolo con ignorante complacencia; es una señal de barbarie.
Los antiguos habitantes de esta tierra tomaban en la mañana una cantidad de arroz remojado en yogur como primer alimento, es un alimento sátvico y bueno; o bebían algún atole de mijo, que es igualmente bueno. El ganado y los perros tienen mejores hábitos alimenticios. Si un perro tiene fiebre, deja de comer, pero el hombre viola hasta las advertencias del médico y come a escondidas. Con el solo ayuno, los pájaros y las bestias corrigen su salud, pero el hombre vive de tabletas e inyecciones después de haberse aventurado al reino de lo prohibido en lo que a bebida y comida respecta. Beban bastante agua, hervida y enfriada, no durante las comidas, sino algún tiempo antes y después.
2) Sólo la persona sana puede darse el lujo de olvidar al cuerpo y dedicar sus pensamientos a Dios y derivar bienaventuranza de ello. La mente es el undécimo sentido y como los otros diez, uno debe reducirla al estado de un instrumento obediente en manos del intelecto. Coman a intervalos regulares, con un horario bien establecido; muévanse y llenen el día de actividad para que el alimento sea bien digerido. Esperen a sentir bastante hambre antes de sentarse a comer; ahora, muchos no saben lo que es tener hambre o sed. Esperen hasta sentir el llamado antes de llenar de nuevo el estómago. Los ricos tienen un gran impedimento en este sentido. ¡Y las mujeres son tan mimadas que sienten que el trabajo es denigrante!
La enfermedad es el resultado inevitable de la ociosidad y la complacencia; la salud es la consecuencia inevitable de una vida ardua. Si cada uno decidiera hacer sus propios servicios personales antes que depender de sirvientes o ayudantes, la situación sanitaria mejoraría definitivamente y los hospitales tendrían mucho menos trabajo.
3) El mantener la mente fija en Dios y en ideas y cosas buenas también ayuda a la salud. Mantengan el ojo, el oído, la lengua, las manos y los pies bajo control. No lean cosas enervantes o excitantes, no asistan a funciones de cine que agotan o inflaman la mente. No pierdan la fe en sí mismos, que son lo divino en el cuerpo. El contento es el mejor tónico; ¿por qué infligirse la enfermedad de la codicia y consumir tónicos para obtener fuerza para poder ansiar más? Usen el cuerpo como un bote para cruzar el océano de la vida con la devoción y desapego como remos.
No dediquen mucho pensamiento al cuerpo; algunas personas se preocupan siempre de la salud y nunca están satisfechas con el cuidado que dan al cuerpo. Tomen el sol; dejen que los rayos del sol penetren en el hogar, déjenlos caer sobre el cuerpo durante algún tiempo, dejen que caliente e ilumine las ropas y el alimento; esto los llenará de salud.
Hay algunos que preguntan por qué debe haber un hospital en este lugar. Es tonto hacer esta pregunta, pues implica que todo aquí debe ser hecho por medio de algún milagro o de alguna manera extraña e inexplicable. También implica que nadie que venga aquí debe enfermarse o morir. No tengo ningún deseo de que vivan ni temor de que mueran; son ustedes quienes deciden su condición. Todos tienen que morir, más tarde o más temprano. Nadie sentirá deseos de llevar el mismo traje año tras año, y la muerte no es sino el desechar un traje viejo. Si aun los avatares dejan el cuerpo después de cumplida su tarea, ¿cómo puede el hombre salvarse de la inevitable disolución? El hospital es para aquellos que creen en los doctores y en las medicinas. Es la fe la que importa, la que cura. También sirve para acomodar a aquellos que están demasiado enfermos para andar de un lado para otro, y que sin embargo vienen aquí en busca de curación. Aquellos que están en el hospital también oirán el Pranava, los cantos de la madrugada y los bhajans y se beneficiarán con las vibraciones espirituales que llenan el aire de esta Prashanti Nilayam.
Prashanti Nilayam
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