Discursos dados por Sai Baba
{SB 16} (32 discursos 1983)
20. 31/08/83 El destino humano
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 16 cap. 20 )
El destino humano
31 de Agosto de 1983
Las escrituras Declaran: Dios en forma de hombre (Dhaivam manusha rupena). Ellas lo describen como el Virat Purusha (Persona cósmica divina), con mil cabezas, mil ojos, mil pies, lo que equivale a decir que todas las cabezas, todos los ojos, todos los pies son suyos. Mientras que el purusha (persona) individual es Dios instalado en ese cuerpo que por ello es un templo, el Purushothama (la Persona soberana suprema) es la suma total de todos los purushas y por ello contiene a todos ellos. Sólo el ser humano lo puede conocer la identidad y la felicidad que de ahí resulta. Él es la cima de la creación, divino por naturaleza y único por su destino.
No puede haber privilegio sin responsabilidad. Siendo así, el hombre tiene que observar muchas regulaciones y restricciones y cumplir con deberes y directivas. Entre mas alto es el nivel, más pesada es la carga. La de primer ministro o de presidente es una posición eminente y, en consecuencia, también sus deberes son de mayor importancia. Al tener un nivel eminente y poseer capacidades divinas, El hombre debe mantener su visión amplia y clara y sus acciones puras y beneficiosas.
Estén alerta para evitar el pecado
Las obligaciones que atan al hombre pueden considerarse dentro de cuatro rubros: evitar papam (pecado), escapar de shapam (proferir maldiciones), observar shasana (ley) y seguir los shastras (códigos éticos). Consideremos el pecado. Las aves y las bestias no cometen pecados; no tienen que ser especialmente cuidadosas para evitarlo. Están libres de la imaginación irrestricta, de la destreza en la manipulación y del deseo de acumular y poseer.
Sólo el hombre posee estos títulos y la obligación de utilizarlos para su propio bien y el de los demás. Sólo el hombre está equipado con una conciencia y la facultad de razonamiento que puede presentarle los pros y contras de cada paso en pensamiento, palabra y acto. Cuando su razón le dice que un determinado pensamiento, palabra o acción está mal y él se sitúa al margen del juicio, prefiriendo el mal, el error y lo bajo, el hombre peca. Cuando una persona demente comete una maldad, ninguna corte de justicia la castiga; solamente cuando una persona capaz de distinguir el bien del mal, deliberadamente elige el mal, se califica su acto como pecado. El hombre siempre tiene que estar alerta para evitar el pecado.
Respecto al método de escapar a la maldición de los mayores, el individuo debe permanecer igualmente vigilante. Cuando un individuo se conduce mal o de manera grosera con una persona que merece veneración a causa de su sabiduría y virtud, está invitando a las consecuencias de su negación del hombre esencial en él que es Dios. Tal acción provoca una maldición como consecuencia automática o como reacción voluntaria. No insulten a otros; no se burlen de otros; no los humillen de ninguna forma. Si lo hacen, estarán desafiando, distorsionando y destruyendo la naturaleza innata del hombre que es el amor. La maldición se pronuncia a fin de hacer que tal individuo reconozca el crimen que comete contra sí mismo y se detenga en ese camino antinatural.
Controlen su codicia y su odio
Consideren la conducta del rey Parikshit, que dio lugar a una maldición. Él era emperador, reputado y respetado; altamente instruido y era un serio practicante de disciplinas espirituales. Sin embargo, en un rapto de ira puso una serpiente muerta alrededor del cuello de un ermitaño sumido en profunda meditación. Ésa no era una travesura que pudiese ser perdonada; como emperador, su tarea consistía en ser un ejemplo, modelo e inspiración para sus súbditos. Castigarlo era un método efectivo de enseñarle buena conducta a millones. En consecuencia, Shringi, hijo del ermitaño, le lanzó la maldición de que moriría al cabo de una semana a consecuencia de una mordedura de serpiente. El sabio Gautama maldijo a su mujer Ahlaya por transgredir los límites impuestos a su ser inferior por su ser superior. Hombre o mujer, cada uno tiene que honrar la gloria de la humanidad y examinar cada pensamiento, palabra y acto con la norma del dharma (rectitud). De lo contrario, habrá de enfrentar una maldición.
La tercera obligación es obedecer al shasana (ley). Si un perro callejero penetra en la casa, va hasta la cocina, engulle la comida y huye rompiendo algunos platos y vasos, no se le llevará ante una corte para forzarlo a pagar una compensación, pero cuando un hombre hace lo mismo la ley lo somete. Si un cerdo entra en un sembradío y daña la cosecha, nadie lo arresta y le reclama el pago por el daño infligido. Los animales no tienen responsabilidad moral alguna de respetar la propiedad de otros, no son seres humanos que deben controlar su codicia y su odio. Cuando los hombres se conducen de manera inhumana, la ley tiene que refrenarlos y reformarlos.
Los Shastras ofrecen los medios para purificar la mente
El hombre tiene el deber de observar de manera consistente y sincera los Shastras. Los códigos se formulan para guiar a los seres vivos que pueden elevarse merced a su esfuerzo y determinación. Otros seres no pueden utilizarlos o respetarlos como textos destinados a la instrucción. Por arduo y afectuoso que pueda ser el entrenamiento que se da a un tigre, nunca podrá lograrse que deje de ser agresivo; puede alimentarse a un gato con leche y dulces durante largo tiempo, pero cuando ve a una rata se le echará encima y se deleitará más que con todo el alimento fino que se le dio durante meses.
Un tigre no comerá pan por grande que sea su hambre; sólo comerá carne. Una bestia siempre se comportará como tal, pero un hombre vicioso puede transformarse y volverse un santo. Puede que haya nacido y crecido en ambientes malignos, no obstante puede moldearse hasta llegar a ser una buena persona mediante la influencia del precepto y el ejemplo.
Ratnakara, el ladrón, atacaba por sorpresa a los viajeros y peregrinos y les quitaba sus pertenencias. Cuando algunos sabios a los que había atacado reaccionaron con bondad afectuosa, previniéndolo y revelándole el sagrado sendero de devoción y dedicación, abandonó su cruel ocupación y se zambulló en severos ejercicios espirituales que lo transformaron hasta volverse el gran poeta y santo Valmiki.
Existe el ejemplo del ladrón de caminos que coleccionaba los dedos de aquellos a quienes había robado y los llevaba colgados alrededor de su cuello. Estaba tan orgulloso de su hazaña espantosa que él mismo se llamaba Angulimala, pero cuando se encontró con Buda y escuchó su consejo compasivo, su mente se limpió y se volvió un fiel seguidor suyo.
El hombre puede ser educado y nutrido para lograr altos niveles de conciencia. Los Shastras ofrecen los medios para purificar la mente. Otros seres vivos no poseen tal ayuda y estímulo; tienen que continuar como son. Esta es la razón que hace que la vida como ser humano sea un don único.
Prashanti Nilayam, día de Gokulashtami, 3-8-83 (31/08/83 en SSS02).