Discursos dados por Sai Baba – 18. 29/08/81 La formación del carácter

Discursos dados por Sai Baba

{SB 15} (42 de 59 discursos 1981 a 82)

Traduccion

18. 29/08/81 La formación del carácter

( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 11 cap. 22 )

La formación del carácter

29 de Agosto de 1981

EN VERDAD, AQUÉL que carece de toda virtud no se puede llamar maestro.

¿Cómo se puede tener a alguien en tan alta estima a menos que sea humilde? La educación fomenta buenas costumbres, buenos pensamientos, una firme fe en la verdad y en Dios y devoción por la disciplina y el deber. El auténtico maestro es el que enseña estas cualidades y el verdadero alumno es el que las aprende.

Todo país, en cualquier parte del mundo y sin importar su grado de desarrollo, debe cumplir con tres requisitos: tener recursos materiales, poder protector y un adecuado sistema educativo (productores, soldados y maestros). La paz y la prosperidad del mundo dependen del trabajo de estas tres clases de personas. Ellas forman un trípode, que no se puede sostener si un solo pie se debilita. Cuando la producción es abundante, debe protegerse contra el saqueo y el robo; si los soldados y el personal de seguridad se vuelven poderosos, mientras la producción declina, ellos se vuelven una amenaza para el país. Cuando la producción y la protección son adecuadas, pero el sistema educativo va por mal camino, el país se debilita. El desarrollo de los recursos materiales y la defensa del país dependen fundamentalmente de la clase de educación que se imparte.

¡Pero un trípode no sólo consiste de «tres patas»! ¿Cómo pueden sentarse sobre tres patas? Debe haber una tabla sobre ellas; la tabla es de amor, es decir, amoral país. «País» no significa un área de tierra específica en el mapa; significa una comunidad humana que habita en un territorio; «amor» significa sentido de interrelación y compromiso del individuo con esa comunidad.

Este grado de amor ahora está ausente en muchas personas que poseen un alto grado de educación y una posición social elevada; debido a esto, el proceso educativo también se está deteriorando, pues millones de rupias asignadas a este sector se desperdician. Y como la educación también afecta a los otros dos sectores, aun el dinero que se invierte en la producción y en la defensa no rinde frutos.

La educación está siendo confundida con la adquisición de conocimiento material. Esto es un error; la educación debe enfocarse también al conocimiento espiritual. Hoy en día muchos opinan que el avance de la ciencia es un gran logro, pero la ciencia sólo ofrece a la humanidad una gran oportunidad; no puede ser un poder tan grande como algunos lo conciben. Si carece de moral, puede llevar al desastre; puede causar maldad y perversidad. También entre los ladrones hay inteligencia. De igual manera, el conocimiento científico puede ser utilizado para propósitos destructivos.

Para entrar al cielo, el hombre debe transformarse en un niño inocente; ésta es la verdad. Para entrar al cielo de la ciencia, el hombre debe asumir el papel de un buscador humilde y generoso.

La humanidad está atrapada en el fango del egoísmo y la envidia y, como consecuencia, anda errante en el campo de la maldad. La educación no es sólo la acumulación de conocimientos científicos; debe dotar al hombre de valor para actuar, debe instruir al hombre para decidir lo que se debe hacer y la manera de lograrlo. Debe hacer que reconozca el parentesco que existe entre él mismo y las demás. Por otra parte, la erudición estudia detalladamente muchos tomos y textos y proyecta muchas maravillas, agudezas y hazañas. Esta es sólo una rutina caprichosa en la que cae el intelecto. La verdadera belleza está en la verdadera educación. Vidya (educación) es el tesoro oculto, nos protege aun cuando estamos en países extranjeros, como un pariente cercano.

El sistema educativo vigente en la India es contrario al progreso del pueblo. Parece enseñar a los estudiantes a vivir sin ensuciarse las manos con la tierra; este sistema ignora las características humanas del hombre, no es correcto hacer esto. La educación debe tener como fin agrandar al corazón y despertar la inteligencia y las habilidades latentes del hombre, inspirándolo para que, con serenidad reciba con agrado el trabajo físico.

¿Cómo puede la educación brillar en el hombre si él no obtiene estos frutos? Gandhi dijo una vez: «El conocimiento sin carácter es un mal poderoso». Hoy en día existe conocimiento pero pocas veces lo acompaña el carácter. Vidya promueve la práctica, la experiencia es el maestro, pero a él no se le ve para nada. La enseñanza termina con la escuela, pero el aprendizaje sólo termina con la vida. Vidya no significa simplemente asistir a la universidad, el estudio de algunos libros o el dominio de algunas materias.

La meta de la educación es enseñar a vivir no sólo para comer sino para un ideal. La personalidad humana debe florecer en entusiasmo por el trabajo, en impaciencia por elevar a la sociedad al nivel más alto. Sin carácter, el hombre se vuelve el juguete de todo capricho pasajero, la cometa cuyo hilo se ha roto, o una moneda falsa, que nadie puede usar.

Sólo la disciplina espiritual lo puede equipar a uno con los instrumentos y autoridad necesarios para manifestar la genuina excelencia humana e instruir a !os demás para que hagan lo mismo. La educación actual es únicamente materialista. El gobernador ha citado el axioma «La educación es lo que libera». La educación es ese proceso que nos vuelve conscientes de la esclavitud en la que estamos, del sufrimiento por el cual pasamos y de la oscuridad interna. Las Upanishads nos exhortan: «Levántense, despierten, acérquense a los sabios y aprendan». Hoy día la educación se ha vuelto mecánica, el espíritu de indagación está ausente; y sólo éste nos puede revelar la verdad. Para lograr esto, la juventud debe estar llena de anhelo de conocer y de brillar con ese conocimiento. El éxito conduce al éxito. El éxito estimula y asegura el éxito a un nivel superior. Los estudiantes deben aprender más acerca de las personas que han logrado el éxito a pesar de obstáculos de toda clase. Sus ejemplos deben ser un modelo. Aun el fracaso es loable si acontece en la marcha hacia un alto ideal. Un proverbio telugu dice: «Es mucho mejor fallar en cazar al tigre que triunfar en matar a un chacal cojo». Tengan miras elevadas y luchen por obtener grandes victorias.

Cuando nuestros intereses arraigan en algún campo del conocimiento, !a atención sobre él se hace firme y la memoria lo guarda en la mente. Los estudiantes de ahora recuerdan los detalles de la vida de las estrellas de cine porque son víctimas de una estéril fascinación. Un firme interés es esencial para dominar el conocimiento valioso.

Ahora, la educación está orientada más hacia la obtención del sustento que hacia una vida digna. Tan pronto obtienen un título, sucumben al atractivo del dinero y salen para Irán o Irak. La educación debe estar orientada hacia la formación del carácter para llevar vidas rectas y sencillas. Se construyen represas y se almacena el agua. Pero, ¿de qué utilidad son estas represas si no se utiliza el agua almacenada? Mediante canales, se lleva el agua a los campos para regar las siembras y ayudar a saciar el hambre de millones. Así también, el conocimiento disponible en las bibliotecas lo almacenamos en nuestras cabezas como si fueran un tanque de almacenamiento. Pero, ¿es suficiente? ¿Puede ser éste el fin de la educación? Tiene que ser utilizado a través de canales de servicio para fertilizar y nutrir la mente de nuestros semejantes y hacerlos más inteligentes, más hábiles y más amorosos. La nación se volverá entonces más próspera y feliz.

Vidya o educación es práctica de austeridad; pero está siendo reducida a una rutina aburrida. Los maestros deciden la prosperidad o pobreza del país. Su profesión es la de mayor responsabilidad. Recuerden que Tilak dijo que preferiría ser maestro que primer ministro cuando la India fuera libre. Los
maestros tienen la tarea de forjar a los líderes del pueblo; no deben rebajarse para entrar en la política; su posición es demasiado elevada. Tienen que prestar servicio a las mentes sagradas, inocentes y tiernas de los niños del país. La política fomenta el egoísmo; pero la tarea del maestro es vivir sin egoísmo y promover en los jóvenes el espíritu de servicio desinteresado.

¡Aunque el hombre no se eleve hacia la Divinidad, debe por lo menos mantenerse en el nivel de hombre! Pero en la actualidad no vive como hombre; se ha vuelto un inhumano habitante de la Tierra. La ciencia lo ha llevado al borde del desastre total, aunque el deber de ésta es promover el amor, la compasión, la hermandad y la caridad. En Bangalore muchos han conocido a Sr¡ C. V. Raman; también es conocido en toda la India. Fue un gran científico. Cuando era director del Instituto Indio de Ciencia, tenía que entrevistar a candidatos a puestos de trabajo. Un muchacho no respondió correctamente algunas preguntas, así que Raman le dijo que no abrigara esperanzas de obtener el empleo y le aconsejó que probara su suerte en algún otro lugar. El aspirante salió acongojado de la oficina, bajó las escaleras y se quedó en el vestíbulo. Después de un rato, cuando Raman bajó, lo encontró y lo reprendió; le dijo una vez más que no debía tener esperanza de que le dieran el puesto. El joven, juntando sus manos, le dijo: «Señor, sólo estoy esperando que abran la oficina. Por un error me han dado cinco rupias de más para viáticos. Quiero devolver esa cantidad e irme». Al oír esto, el corazón de Raman se derritió; le dio una palmadita en la espalda, lo aceptó y le dio el trabajo. El mejor requisito es el carácter.

Para promover la verdad, la rectitud y el amor universal, el Fideicomiso Sathya Sai está abriendo escuelas primarias y secundarias, preparatorias y universidades en las cuales se hace hincapié en la educación espiritual de manera que el buen carácter se vuelva la esencia de la personalidad. El objetivo de Sathya Sai es ofrecer, para que sirvan a la humanidad, héroes de la acción y del sacrificio. Hace unos minutos les presentaron a los miembros del comité ejecutivo del «Reino de Sathya Sai». Los estudiantes de Sathya Sai están libres de toda impureza, nadie puede señalarlos y descubrir alguna falla. Poseen la virtud más elevada: tienen suficientes riquezas pero han renunciado al deseo y al logro; han ingresado al «Reino de Sathya Sai» movidos por el solo deseo de servir a la sociedad. Obtienen los primeros lugares en los exámenes de la universidad; sus actitudes y senti mientos no se agitan en lo más mínimo ante las cosas o sucesos mundanos. Muchos antiguos estudiantes trabajan en nuestros colegios sin percibir salario. Algunos pueden suponer que los ex alumnos agrupados bajo el nombre «Reino de Sathya Sai» son holgazanes o libertinos. Cuando se conozca la verdad, estos estudiantes harán que esas personas se avergüencen. Nuestros estudiantes no están sometidos al ego; ofrecen todo lo que tienen, aun sus vidas, por la tarea sagrada del servicio social, con devoción y deber. Sólo personas como ellos pueden darle a la india la felicidad que anhela.

Necesitamos estudiantes de esta naturaleza ejemplar. Eso significa que los maestros que los instruyen tienen que ser ellos mismos ejemplos de estos nobles ideales. Como el vicerrector Viswanathia ha dicho: «Como es el gobernante, así son los gobernados». Los maestros de épocas pasadas eran la personificación de la renunciación; no se engañaban; veían clara y profundamente. Con frecuencia los instructores de hoy no merecen el nombre de maestro. El dinero no debe ser el objetivo o la medida del progreso; la escala debe ser la moralidad.

Luchamos por derechos, pero obramos de modo equivocado. Nuestro derecho es cumplir con el deber que nos corresponde. Cumplan sus responsabilidades sin vacilar ni desviarse, con sus mejores habilidades. Ése es su derecho. Nadie puede perjudicarlos mientras están cumpliendo con ese deber. Pero los maestros no trabajan tan sincera y completamente como lo exige su salario, y se están rebajando por esta negligencia en el cumplimiento de su deber. Hagan su trabajo de todo corazón. ¿Se puede llamar trabajo el recostarse bajo un ventilador en una oficina, sin arrugarse el saco? La única justificación para aceptar un salario es el trabajo arduo, con todo el cuerpo, sudor y sangre; trabajo duro para traer paz y felicidad al país y al mundo.

Auditorio Sathya Sai

29 VIII 81