Discursos dados por Sai Baba
{SB 09} (30 de 35 discursos 1969)
18. 10/09/69 Los elefantes y el león
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 07 cap. 19 )
Los elefantes y el león
10 de Setiembre de 1969
Club de Leones, Rajahmundry
EN NUESTROS DíAS, no faltan individuos e instituciones dedicados a la revitalización de la preciosa cultura de esta tierra, en la medida de su capacidad y de acuerdo con los lineamientos dictados por su intuición.. Luchan por el progreso económico, la elevación moral o la integración mental, el mejoramiento social, el avance político o la iluminación espiritual. Las metas e ideales que impulsan estas actividades son loables y deseables, pero todas adolecen de desaliento y cansancio, malestar o pereza, porque los medios son o bien equivocados o ineficaces.
Tienen primero que demarcar sus horizontes de acción y definir sus obligaciones dentro de esos campos. ¡Sus obligaciones, no sus derechos! Lo que sucede generalmente es que cada individuo e institución traspasa los reinos del otro, compiten con sus propios trabajadores y tratan de establecer su superioridad, por medios justos o injustos. El poder y la posición deben merecerse antes de desearse. Quienes buscan servir a otros y prometen curar sus males deben tener el equipo para diagnosticar la enfermedad y determinar la medicina. El servicio es un proceso difícil y exigente; el mero entusiasmo de aficionados más bien impide el progreso. Aprender la técnica del servicio y el cultivar el impulso de servir, son los pasos que deben seguirse para capacitar a una persona para el liderazgo.
Un club tiene una reputación creada por sus miembros; cada uno, como un hilo, desarrolla la fuerza de la institución. Si un miembro está descontento y tiene constantes quejas, el club será presa de ansiedad. El Club de Leones es una institución dedicada al servicio. Ha venido a la India desde Estados Unidos, pero no trae a esta tierra ningún mensaje nuevo: su llamado ha resonado en millones de corazones durante siglos en esta tierra. Los santos y sabios de la India, y aun las encarnaciones que Dios ha asumido en esta tierra, han proclamado y practicado el ideal de servicio a los semejantes. Krishna condujo el carro de Arjuna durante los fatales días en que se decidió la suerte de los Pandavas a punta de espada. ¡Imaginen al Señor del Universo sosteniendo las riendas de los caballos de Arjuna! ¡Piensen en la alegría de Hanumán cuando fue elevado a la posición de sirviente de Rama!
Aquellos de ustedes que han tenido el privilegio de servir a sus desafortunados hermanos y hermanas darán testimonio de lo que estoy diciendo ahora: no hay disciplina igual al servicio para matar al ego y llenar el corazón de verdadera alegría. Condenar el servicio como rebajante e inferior es renunciar a estos beneficios. Una ola de servicio que pase por toda la Tierra, atrapando a todos y cada uno con su entusiasmo, será capaz de eliminar las montañas de odio, maldad y codicia que infestan al mundo. Entonen sus corazones para que vibren de simpatía con las aflicciones y las alegrías de sus semejantes. Llenen el mundo de amor. El amor les advertirá en contra de aconsejar a otro que haga algo que ustedes mismos no están dispuestos a hacer; su conciencia les dirá que están viviendo una mentira. Así, antes de enrolarse como miembro de un club dedicado al servicio, examinen primero su propia mente, vean que no esté maculada por las telarañas de la duda y el polvo de la pasión. No se unan porque alguna otra persona ya está allí, o porque va a promover su negocio, o porque vaya a aumentar su prestigio; no convoquen a una reunión porque tienen que hacerlo de acuerdo con las reglas. Dejen que el impulso de reunirse surja de una verdadera necesidad de intercambiar inspiración e instrucción. No estén ansiosos de malgastar dinero en comidas; ¿por qué alimentar a los ya sobrealimentados? Alimenten a los hambrientos, a aquellos que no han tenido hasta ahora el deleite que sólo una comida completa puede dar.
Su Club tiene un nombre muy significativo; están haciendo un buen servicio a la gente, pero yo sé que no están derivando de ello el sentimiento de satisfacción en la medida que esperaban.
El león es el rey de los animales, el monarca de la selva; el hombre también es una bestia, como el chacal, el tigre y el león. El elefante es el más grande de los animales; sus huellas son más grandes que las de cualquier otro. ¡Cuando camina, coloca sus patas tan anchas y pesadas que las huellas de todos los demás animales de la selva quedan borradas! Y el león y el elefante son enemigos mortales. Hay una profunda lección que nos enseña la naturaleza en esto: la mente es el elefante que avanza pisoteando por la jungla de la vida, no restringido por ningún temor, no regido por ninguna regla. Pero el elefante le teme terriblemente al león; el solo verlo lo llena de pánico, pues el léon simboliza el intelecto. El intelecto los corona con su señorío; todos deben inclinarse ante el trono del intelecto que confiere la más alta bienaventuranza. La mente es tonta ante los dictados de! intelecto, pero ante los sentidos y sus exigencias, actúa como instigadora. Hagan que su mente se someta y sirva al intelecto; entonces, el camino de! hombre hacia Dios se habrá enderezado y suavizado. Los leones, que son ustedes, deben investigar las razones de los defectos que buscan corregir, diagnosticar los males que intentan curar, y después discutir el mejor tratamiento antes de lanzarse a una campaña de servicio.
Los miembros de ciertas instituciones ponen tan poca atención a las responsabilidades que implica la membresía, que no conocen ni las metas ni los objetivos; están allí sólo por el nombre. Esto no debería ser así; cada uno debe estar plenamente consciente de los deberes, límites y líneas de acción y debe entrar con los ojos abiertos. Cada uno debe contribuir con su parte en el desempeño de estos deberes. Su ideal es el servicio y así, cada persona debe cooperar de todo corazón en actos de servicio.
He notado el trabajo de los Leones en África Oriental y en muchas ciudades de la India. En países allende los mares, están haciendo un buen trabajo, promoviendo la educación y previniendo las enfermedades. La terrible pobreza de nuestro pueblo hace estos planes de servicio más bien demasiado costosos y difíciles, pero no se desanimen; sigan adelante con valor, en la plena medida de sus recursos. ¡La compasión puede lograr fines que el dinero solo no puede alcanzar! El celo y el entusiasmo son instrumentos más eficientes de servicio que los regalos y donaciones. Esto da a un hombre la energía de diez.
Hay entre ustedes abogados y médicos. Ellos pueden ir a los barrios pobres y allí reunirse con los pobladores y administrar ayuda médica y legal, o pueden ir a algunos pueblos y ayudarles con servicios médicos y legales. Los aldeanos sufren mucho tratando de obtener justicia debido a la mala redacción de documentos; confían en timadores y charlatanes y descubren que han recibido el consejo equivocado sólo cuando es demasiado tarde. Extiendan sus actividades a lugares y personas que no tienen a nadie para guiarlas. ¿Por qué gastar sus energías entre sectores que ya están bien servidos por las agencias gubernamentales?
El progreso no debe medirse por el aumento en el número de miembros, debe juzgarse por la cantidad y la calidad del trabajo hecho. Debo llamar su atención hacia otro punto. Hay muchos que atribuyen la inquietud del país a la religión y prescriben el ateísmo como remedio. La falta no está en la religión, que siempre insiste en el autocontrol y la pureza de las intenciones, la hermandad y el servicio, sino en el corazón humano que está manchado por la codicia y la lujuria. Se señala con dedo acusador ala multiplicidad de religiones en la India, pero aun las personas que siguen una sola religión pelean frenéticamente entre sí, a pesar de que la religión les indica dar la otra mejilla cuando el enemigo los abofetea. Los cristianos, como se llaman, se dañan
los unos a los otros y asesinan vidas inocentes con una alegría bestial. Así pues, la religión no es responsable de nada de esto; la intranquilidad se debe a la falta de religión más bien que a la variedad de religiones. Es el fanatismo ciego el que debe ser condenado, no la religión, que está en contra. El amor a la patria puede también estar manchado de fanatismo: ha llevado al hombre a destruir por medio de la bomba atómica a millones de inocentes que vivían en otro país, esperando así obtener la seguridad del país de uno. La mente en la que crecen el odio y el egoísmo no podrá nunca apreciar la religión. ¿Es la religión la causa de la calculada crueldad atómica? No.
El plan y objetivo de las antiguas religiones de la India son sembrar las semillas del amor en el corazón humano para que puedan germinar y crecer en retoños de resistencia y florecer en tolerancia, rindiendo finalmente los frutos de la paz. El pináculo del pensamiento indio es la No Dualidad (Advaita), la experiencia del Uno, la negación de la dualidad. Algunos países marchan hacia el ideal de la libertad individual; otros buscan el predominio del Estado y la supresión del derecho del individuo a la libertad. Pero la India, desde tiempos inmemoriales, ha buscado inculcar en el individuo la lección de que él podrá ser libre sólo cuando conozca su identidad con todos; no los habitantes de su propio
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Estado o aquellos que hablan su propio idioma, o los de su propio color o creencia, sino toda la humanidad y todos los seres, vivientes y no vivientes. La expansión es la clave de la felicidad y el amor es la infalible clave de la expansión. El hombre es pariente de todos, ésta es la enseñanza del Sanathana Dharma.
Esta idea de parentesco es la gran inspiración para el servicio. Enfaticen el hecho de esa hermandad y su programa de servicio social irá adelante. No analicen y asignen culpas; simpaticen y derramen amor. Sirvan a fin de curar la agonía de su corazón, no porque los estatutos del Club requieren que sus miembros sirvan, no porque atraigan el reconocimiento de personajes importantes, o porque es el «deber» de aquellos que están mejor. Sirvan porque no pueden tener paz a menos que lo hagan. Es un impulso interno de experimentar el parentesco.
Quienes están a cargo de la administración no están interesados en elevar los medios; están ansiosos sólo por el fin: a saber, el nivel de vida. La pureza de los medios asegura la pureza del fin. La gente, también, es incapaz de corregir las actitudes y motivos de los gobernantes. Por eso, los grupos de personas serias como ustedes deben alertar a los gobernantes y despertar a los gobernados.
Argumentando que el aumento de la población es dañino para el progreso del país, se ha adoptado la política de limitar los nacimientos por medios artificiales, y esta práctica se está propagando a escala nacional. Éste es un paso absurdamente equivocado. ¡Es como cortarse la cabeza porque la puerta es demasiado baja y no desean inclinarse para entrar! Lo que deben hacer es descubrir los medios de cultivar más alimento, por ejemplo, la utilización de los vastos recursos de agua subterránea. Los medios artificiales de impedir la concepción promoverán el libertinaje y harán caer al país en una bestial promiscuidad. Aquellos que alientan estas peligrosas tácticas deberían más bien alentar el control de los sentidos y el autocontrol por medio del yoga y del servicio, métodos preconizados en las escrituras por sabios que conocían las calamidades que son la consecuencia de la paternidad irresponsable y de la maternidad frustrada. Las inocentes e ignorantes víctimas de esta campaña difundida con tanta fanfarria bien podrían ser educadas en dominar sus impulsos bajos y sublimarlos por canales más beneficiosos. Sin la preparación y la determinación mental, estos métodos artificiales pueden causar demencia y otros complejos, mala salud y manías.
Por medio de películas, libros, música y el comportamiento de los mayores, las jóvenes mentes son excitadas y despertadas a la complacencia de lo sensual. Por medio de la campaña de planificación familiar, ¡son persuadidos a adoptar medios mediante los cuales no tienen responsabilidad por las consecuencias de esa complacencia! En verdad es como quemar la fuerza y el progreso futuros de la nación por los dos cabos. El mejor método de planificación familiar es el antiguo: el de hacer que el hombre conozca por medio de la práctica espiritual su divinidad innata. Yo deseo que los médicos que hay entre ustedes ponderen las inevitables calamidades que seguirán a la difusión de medios artificiales de planificación familiar, en realidad medios de escapar a las restricciones impuestas por la sociedad, las escrituras y la cultura a los instintos más bajos del hombre. Deben ayudar a guiar a la nación por los caminos correctos. Los bendigo para que tengan éxito en esta noble misión de servir a los mejores intereses de la nación.
Club de Leones, Rajahmundry
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