Discursos dados por Sai Baba
{SB 21} (34 discursos 1988)
17. ??/07/88 ¡Bhakta sakha Bhagavan!
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 21 cap. 17 )
Bhakta sakha Bhagavan!
Julio de 1988
Muchos dicen ser devotos, pero esta afirmación no significa nada en sí misma. Es como enviarle una carta a alguien. A menos que el destinatario la acepte, no pueden estar seguros de si la carta le llegó y de cómo reaccionó ante ella. Del mismo modo, el Señor Mismo es quien debe decidir si alguien es un devoto o no.
Esto es lo que Krishna declaró con respecto a Arjuna. Él le dijo a Arjuna: “Tú eres Mi devoto, tú eres Mi amigo”. No fue Arjuna quien le dijo a Krishna: “Yo soy tu devoto”. Pero Krishna no se conformó con afirmar: “Arjuna, tú eres Mi devoto”. Agregó: “Tú eres Mi amigo”. ¿Por qué lo dijo? Esta declaración guarda un profundo significado espiritual. Esto les resultará claro cuando practiquen la vida espiritual.
Si el Señor le hubiera dicho a Arjuna simplemente: “Tú eres Mi amigo”, su ego se habría inflado y se habría tomado libertades indebidas con Krishna. Si el Señor hubiera dicho: “Mi querido, tú eres Mi devoto”, Arjuna habría sido extremadamente sumiso. Esas palabras habrían infundido en él una especie de temor. No había que infundirle temor, ni alentarlo para que se tomase excesivas libertades. Por eso Krishna usó los términos “devoto” y “amigo”. “Tú eres Mi amigo. Puedes actuar con libertad conmigo hasta cierto punto. Tú eres Mi devoto. Por lo tanto, observa ciertos límites.
Ejerce el control sobre ti mismo en tu devoción”.
Ramakrishna Paramahamsa, el maestro Al tratar con los devotos, el Señor tiene que mantener un equilibrio.
He aquí un ejemplo de la vida de Ramakrishna Paramahamsa.
Tanto en la Antigüedad como en la actualidad, siempre ha habido personas dedicadas a calumniar a hombres buenos y a burlarse de sus buenas acciones. Los discípulos de Ramakrishna tenían que cruzar el Ganges en bote para obtener cualquier cosa que se necesitara en el ashram. Ramakrishna solía asignarles diferentes tareas cada día a los jóvenes discípulos del ashram. Uno de ellos era un joven de temperamento dulce llamado Brahmananda. En cambio, Vivekananda era un joven de carácter agresivo e irritable.
Un día Brahmananda fue en bote a buscar provisiones para el ashram. En cuanto los otros pasajeros vieron a una persona de túnica ocre en el bote, se mostraron indignados. Comenzaron a injuriar a Ramakrishna Paramahamsa de distintas maneras.
Decían: “Es un falso sanyasi. Está arruinando a todos los jóvenes”, y otros comentarios de esta clase. Brahmananda derramó lágrimas en silencio, recordando las enseñanzas del maestro. Durante el viaje sintió cierto temor por lo que podría ocurrir. En el viaje de regreso, se repitió la historia anterior. Escuchó en silencio los insultos dirigidos contra Ramakrishna y no se animó a pelear con ellos. A su regreso, Ramakrishna le pidió que narrara todo lo ocurrido.
Después de escuchar la triste historia de Brahmananda, Swami Ramakrishna exclamó: “¿Cómo pudiste permanecer callado mientras injuriaban a tu gurú? Has cometido un pecado. No eres digno de permanecer en el ashram”. Narendra (Vivekananda), que se encontraba cerca, oyó las palabras iracundas del Maestro.
Brahmananda cayó a los pies de Ramakrishna y le suplicó que lo perdonara.
La reacción de Vivekananda ante las críticas Al día siguiente, le tocó a Vivekananda ir en el bote a comprar provisiones. En cuanto los pasajeros vieron al joven de túnica ocre en el bote, comenzaron a injuriar a Ramakrishna Paramahamsa.
Un hombre rico acusó a Ramakrishna de echar a perder a los jóvenes con sus enseñanzas. Narendra recordó lo que el gurú había dicho el día anterior, se levantó de su asiento y le dio al hombre una bofetada. Narendra, que era un muchacho fuerte, le dijo al calumniador:
“¿Quieres callarte la boca? Tú tienes tus preferencias, y nosotros, también. ¿Qué derecho tienes a condenarnos? Si no guardas silencio, te arrojaré al Ganges”. Los pasajeros del bote se alarmaron pensando que el joven encolerizado podría cumplir realmente la amenaza. Todos guardaron silencio. Vivekananda compró las provisiones y regresó en bote al ashram. En el viaje de regreso nadie se atrevió a abrir la boca.
Ramakrishna le pidió a Narendra que relatara lo que había ocurrido durante su viaje en bote. Narendra contó lo sucedido y agregó:
“Todos mantuvieron la boca cerrada después de que yo abofeteara a uno de ellos por criticar al gurú”. Inmediatamente Swami Ramakrishna dijo:
—¡Ay! ¡Ay! ¡Qué impropio de tu parte deshonrar la túnica que llevas enojándote, mostrando odio y causándole daño a una persona! No eres digno de permanecer en mi ashram. ¿Qué importa lo que otros digan? ¿En qué nos molesta? Sus alabanzas o sus críticas no nos afectan.
Entonces Narendra argumentó:
—¡Swami! Ayer estuve escuchando lo que le dijiste a Brahmananda. Debido a ello, me comporté de este modo. Tú lo censuraste por permanecer pasivo. A mí me reprendes por reaccionar.
No comprendo cuál es la acción correcta.
A cada cual de acuerdo con sus necesidades Ramakrishna explicó sus reacciones con un ejemplo. Dijo: “Un auto lleva cuatro llantas. Se ha determinado cuál debe ser la presión en las llantas delanteras y en las traseras. Si hay demasiada presión en alguna, debe reducirse. Si alguna llanta tiene poca presión, habrá que inflarla. Sólo entonces el auto marchará suavemente.
Narendra sufre de excesiva presión. Necesita ser desinflado.
Brahmananda es demasiado débil, de modo que tiene que ser inflado”. Las enseñanzas de los maestros varían según las características de los discípulos.
Del mismo modo, en el Bhagavad Gita y en otras escrituras, pueden aparecer afirmaciones que parecen contradecirse. Estas diferencias se relacionan con las distintas circunstancias y requerimientos de las personas involucradas. No comparen una afirmación de Swami con otra ni pregunten por qué se contradicen. En el Gita mismo, Krishna subraya en una parte la necesidad de acción; en otra, la adhesión al Dharma, y en otra parte aconseja la renunciación a todo Dharma e insta a la entrega completa al Señor.
Estas aparentes contradicciones no son tales. Las enseñanzas varían de acuerdo con el nivel de desarrollo espiritual de la persona involucrada y la situación en que se encuentra.
Es preciso comprender correctamente el significado interno de las grandes enseñanzas de los avatares y sabios antes de animarse a criticarlos. No hay que dar lugar al análisis minucioso de la lógica o a las controversias verbales. Observen sólo dos cosas:
adhiéranse a la Verdad y cultiven el Amor. Desarrollen este sentimiento:
“El Amor es mi Señor Supremo. La Verdad es mi soberano.
No necesito a nadie más”. Tienen que reconocer que estos atributos Divinos, la Verdad y el Amor, existen en todos los seres por igual.
Cultiven la ecuanimidad y tengan la misma consideración por todos.
Este es el verdadero sadhana. Desarrollen el amor por lo Divino y compartan ese amor con todos los seres.
Discurso pronunciado en Trayee Brindavan.