Discursos dados por Sai Baba – 15. 26/03/65 La feria de tres días

Discursos dados por Sai Baba

{SB 05} (58 discursos 1965)

15. 26/03/65 La feria de tres días

26 de Marzo de 1965

Sampara

El hombre no ha venido aquí sólo para comer y dormir; ha venido para manifestar, a través de procesos disciplinados, lo divino en él. Es por ello que se le llama vyakti o aquel que hace evidente (vyakta) el poder o shakti que está en él, la energía divina que lo motiva. Para este propósito él ha venido dotado con este cuerpo y con la inteligencia necesaria para controlarlo y dirigirlo por sendas de actividad útiles. Deben lograr esto mediante la firme persecución del dharma (dharma-nishta) y de la acción (karma-nishta), la firme adhesión a la moralidad y a las buenas obras.

Por más de seis años han estado anhelando que viniera a verles. Hoy he venido, pues, para refrescar sus corazones y darles felicidad. Cuando sufren por el quemante sol, se refrescan con una zambullida en el río Godavari. Cuando sus corazones están resecos por el ardiente deseo de ecuanimidad, deben zambullirse en la fresca compañía de los seres altamente espirituales. Tengan un horario para su práctica espiritual, tal como lo tienen ahora para su sustento físico. Un desayuno de recitación del nombre y de meditación, una hora de almuerzo de adoración regular al Señor, una merienda leyendo las escrituras o libros sagrados en la tarde y una cena ligera de cánticos en las primeras horas de la noche. Si siguen este régimen, dormirán profundamente y se levantarán renovados. Sientan que han nacido con el amanecer de cada día; que anidan en el regazo de la muerte cuando cierran sus ojos en el sueño. Pues, ¿qué sucede en lo profundo del sueño? El cuerpo, los sentidos, la mente, la inteligencia, todos son negados y no hay ninguna huella de conciencia del mundo.

Si hacen esto, sus actos no acumularán consecuencias día tras día; las cuentas se saldarán con la «muerte» al final de cada día, especialmente en vista de que dedicaron cada acto a Aquel que lo motivó, y le entregaron los frutos del mismo a Aquel que es quien los consumó. Si proyectan dar alegría a los demás, ustedes mismos se sentirán felices. ¿Quiénes son esos otros? Aun cuando el Señor ha venido en esta forma humana finita, los seres humanos con quienes ustedes se cruzan no son otra cosa sino partes de su gloria y de su esplendor. «¡Oh, Arjuna, el Señor mora en el corazón de todos los seres!», dijo el Señor en el Gita.

Pueden preguntar cómo encontrar tiempo para todo esto, cuando tienen que laborar cada momento para conseguir alimento y vestidos. Pero olvidan que el Señor les otorgará todas estas cosas materiales, y aun la inmortalidad, si sólo ponen plena confianza en él. Hagan lo que hagan, tengan el nombre, así sea Rama, Krishna, Shiva o Hari, en la lengua; no se necesita tiempo ni energía especial para esto. Cuando se levantan por la mañana, háganlo con el nombre en la lengua; deslícense al sueño con el nombre en la lengua.

Conocen aquella historia de Narada, creo. Una vez Vishnú lo reprendió diciendo que cierto campesino tenía mayor devoción que él. El sabio se sintió molesto y quiso comprobarlo por si mismo. Fue a la aldea y buscó al campesino y observó su vida por un día. El hombre repetía el nombre del Señor sólo tres veces al día: una vez cuando se despertaba, una segunda cuando comenzaba a tornar su única comida del día, al mediodía, y una tercera cuando se acostaba a dormir. Narada sintió que se le había insultado gravemente por haber sido considerado inferior en devoción a este recitador ocasional de los nombres. Regresó a donde estaba Vishnú y presentó su informe y esperaba que Vishnú corrigiera su estimación de la devoción del campesino.

El Señor, sin embargo, le pidió que se sometiera a una prueba que al principio parecía ser sólo un capricho. Él quiso que Narada caminara alrededor de su residencia con cinco jarros colocados uno sobre el otro haciendo equilibrio sobre su cabeza. Narada tuvo que convenir; caminó cautelosamente, lentamente, con toda su atención fija en los cinco jarros difícilmente colocados sobre su cabeza; y logró llegar salvo a la sagrada presencia con todos los jarros intactos, y se sorprendió cuando Vishnú le preguntó: «Ahora dime, ¿cuántas veces repetiste mi nombre mientras estabas caminando?». Narada tuvo que confesar que había olvidado por completo el nombre y no lo había pronunciado ni una vez. Entonces Vishnú declaró: «¿Te das cuenta ahora de que el campesino, que lleva cinco jarros de fortuna e infortunio, de bien y de mal, y la atención concentrada en la naturaleza y sus caprichos, es realmente superior porque recita el nombre al menos tres veces al día?»

Ustedes, los campesinos, limpian el campo de plantas espinosas y de matorrales, lo aran y lo riegan, siembran semillas seleccionadas, arrancan las malas hierbas, lo cercan para mantener al ganado fuera, espolvorean los brotes con insecticidas y al final, recogen la cosecha por la cual soportaron toda esta lucha. Deben esforzarse del mismo modo con otro tipo de cultivo, el del espíritu. Consideren la condición del campo del corazón; allí han crecido las espinas y malezas de la lujuria, la ira, la codicia y la envidia. Elimínenlas quitenlas de raíz. No dejen que la tierra permanezca estéril. Mediante constantes buenas obras, aren el campo y riéguenlo con el agua del amor. Seleccionen la semilla del nombre que los atraiga y siémbrenla en el campo. La disciplina es la cerca que resguardará del ganado los brotes para que crezcan; la virtud es el pesticida. Protegiendo al campo con gran cuidado pueden traer a casa la preciosa cosecha de la bienaventuranza a su debido tiempo, siempre que no se precipiten ni desesperen.

No malgasten toda su energía en las exigencias del cuerpo, que envejece a cada minuto y se acerca rápidamente al cementerio. La vida es una feria de tres días; es como una flor que se marchita al atardecer. La vejez, cuando pierdan el encanto físico y tengan que depender de los demás para cada cosa, pronto vendrá para todos. Prepárense entonces para la muerte; tengan los instrumentos para recibirla serena y alegremente, con tranquila resignación a la voluntad de Dios. No pueden obtener esto en un dos por tres, cuando lo quieran; es el resultado de largos años de práctica. Vean la mano de Dios en cada cosa que sucede; entonces no se regocijarán ni se apenarán. Así, sus vidas serán una continua adoración o meditación.

Quiero que todos desarrollen el espíritu de hermandad, el sentimiento de cooperación, de amor y de respeto de cada uno por los demás. Entonces esta aldea no tendrá igual. ¿Para qué contaminar la atmósfera con odio y envidia si cada uno de ustedes ara su propia tierra y come su propio alimento? Se meten en todos estos problemas porque no saben cómo llenar su tiempo con actividades benéficas. Para promover la armonía, la primera regla que deben seguir es la de controlar la lengua. No den expresión inmediata a todos sus pensamientos; seleccionen, reflexionen y después hablen; pero suave, dulcemente, sin maldad en sus corazones; hablen como si estuvieran dirigiéndose al Sai que reside en cada uno. Utilicen la lengua para recitar el nombre del Señor; usen los pies para hacer acciones puras y sagradas; usen el corazón para contener pensamientos y sentimientos puros.

Hoy los pueblos y las ciudades con su ruido y su brillo atraen a todos, pero las aldeas son mucho más deseables. La veneración por las cosas sagradas, por los mayores, por los códigos morales, es todavía firme en las aldeas; en cambio en las ciudades, los hombres se han vuelto tan agresivos como perros. Su habla, pensamientos y sentimientos se han estandarizado en moldes. Allí, el hombre es considerado como un animal que hay que consentir o domar, alimentar y vestir, alojar y divertir. La divinidad del hombre, el hecho de que el hombre o manava es el Señor o Madhava se ignora entre la agitación y la preocupación de la vida urbana.

Por eso aprendan a estar felices y contentos donde estén; no corran a las ciudades esperando obtener la felicidad y el contento de e
llas; tengan riquezas internas, no adquisiciones externas. Hagan de su hogar el asiento de la virtud, de la moralidad y del amor. Controlen su cólera y su codicia. Ésta es la señal del verdadero devoto o bhakta, no la conversación y los movimientos desenfrenados. Pueden decir que son devotos y declararse como tales cuando hablan, pero, a menos que el egoísmo se haya ido y amen a todos por igual, el Señor no reconocerá esa devoción. De ahora en adelante, alejen toda animosidad personal de su mente. Sientan que están emparentados los unos con los otros y que pertenecen a una misma familia, unidos por el amor y la cooperación. Vivan amigablemente, vivan alegremente, sin ser perturbados por las facciones y el odio; porque un día u otro tendrán que renunciar a todo lo que esperan ganar a través de estas facciones y estos odios. Oigan el consejo que les dan los mayores de la aldea, ellos tienen su bienestar en su mente.

Conserven la bienaventuranza de hoy en sus corazones y desarróllenla mediante la reflexión. No corran agitadamente por los alrededores y no se agolpen sobre el automóvil cuando yo me marche, haciendo daño a las mujeres, ancianos y niños. La devoción debe ser disciplinada y controlada. Es debido a que tienen esa devoción disciplinada que he venido a éste, su lugar.