Discursos dados por Sai Baba – 14. 25/03/65 Despierta! ¡Levántate!

Discursos dados por Sai Baba

{SB 05} (58 discursos 1965)

14. 25/03/65 Despierta! ¡Levántate!

25 de Marzo de 1965

Kakinada

Deben marchar por el sendero espiritual con el impulso incontrolable de alcanzar la meta; deben cultivar el anhelo por la liberación de todas estas ataduras. Recuerden que tienen que morar en una casa construida sobre cuatro firmes pilares: la rectitud o Dharma, el bien o Artha, el deseo por cosas legítimas o Kama y la liberación o Moksha; la rectitud apoyando al bien y siendo la liberación el único deseo. No importa cuánto puedan lograr, ya sea en riquezas o en poder; a menos que hagan contacto con la fuente de la bienaventuranza dentro de ustedes, no podrán tener paz ni alegría permanentes. Dentro de ustedes tienen el principio de la verdad (sathyatva) y el de lo permanente (nithyatva); no necesitan obtenerlos de nadie más. Los cuatro pilares de las actividades humanas (purushartas) se hacen firmes y estables colocándolos en la roca base del principio de la verdad imperecedera, o nithya sathya tatva, en cada hombre, que es en realidad lo divino, a lo que se sobrepone lo humano.

Manava significa una persona que no tiene traza de ignorancia. Así, si buscan merecer ese nombre deben eliminar la ignorancia por medio de una actividad incesante motivada por buenos impulsos. Pero sus esfuerzos son pequeños y sus esperanzas son grandes. Sus logros son mínimos y su jactancia enorme. Cuando alguien preguntó al aguador si su bolsa de cuero estaba limpia, él contestó: «Está más limpia que la «bolsa» en la que vas a echar el agua». Velen por la pureza interna, en vez de la externa. Examínense a si mismos, no se dediquen a juzgar a los demás. Busquen la perla, no la concha; la gema, no la baratija.

Deben haber oído hablar de gente en busca de la liberación y que la ha obtenido y muchos pueden tener la impresión de que es un raro honor que sólo unos pocos obtienen o que es un lugar como el paraíso o una colonia de los elegidos o una altura a la que sólo unas cuantas almas heroicas pueden trepar. No, la liberación es algo que todos deben alcanzar, sean o no héroes; aun aquellos que la nieguen tienen que terminar por realizarla, pues cada uno la está buscando, incluso en este momento, cuando busca felicidad y paz; y ¿quién no busca felicidad y paz? La liberación acontece cuando tienen felicidad y paz permanentes. Cansado de las alegrías temporales y de la paz pasajera, el hombre al fin se esforzará por conocer el secreto de la felicidad y de la paz permanentes, es decir de la liberación.

Si sólo conociera el camino que lleva a la felicidad y la paz perdurables, el hombre no vagaría distraído por entre las sórdidas callejuelas del placer sensual. Así como la felicidad sentida en sueños desaparece cuando despiertan, la felicidad que se siente en el estado de vigilia desaparece cuando despiertan a una conciencia más elevada, la llamada conocimiento o jñana. Por eso los Upanishads dicen: «Levántense, despierten». El tiempo huye veloz. Utilicen el momento mientras sea posible, para el mejor de los usos: la conciencia de lo divino en todos. Cuando mueran no deben morir como un árbol, una bestia o un gusano, sino como un hombre que ha comprendido que él es el Señor. Ésta es la consumación de todos los años que han pasado en el cuerpo humano.

En la pedagogía moderna está ausente esta enseñanza esencial; los hombres y las mujeres viven muchos años sin conocer el secreto de una vida gozosa y tranquila. Los educados están hoy más descontentos que los no educados, cuando realmente deberían estar más calmados y menos sujetos a las agitaciones de la mente. La educación hoy es un endeble disfraz que engrandece el egoísmo y la hipocresía.

Se encontró a alguien escribiendo «pimienta» en un tarro de azúcar y cuando le preguntaron la razón, respondió: «Es sólo para engañar a las hormigas». La etiqueta de «educación» en el presente sistema de enseñanza y aprendizaje de la juventud no puede engañar a ninguna persona pensante que busque el propósito real de la educación, que es el desarrollo de lo divino en la personalidad humana. La humildad y una actitud de veneración son esenciales para el hombre. Éstas no son promovidas por el proceso educativo actual, pero los procesos recomendados en los Upanishads si aseguran ambas.

Ellos exhortaban: «Veneren a la madre como a Dios, veneren al padre como a Dios, veneren al maestro como a Dios, veneren al huésped como a Dios». Cada uno tiene a la divinidad en él; así, a nadie debe menospreciarse o ignorarse. Los padres que les dieron esta oportunidad maravillosa de comprender la realidad y el maestro que abrió sus ojos al tesoro que tienen dentro, el huésped que les dio la espléndida oportunidad de prestar servicio a la encarnación viviente de Dios justo en sus propios hogares, todos tienen que ser venerados y servidos con humildad. El hombre educado es como el hombre que pide un boleto en la taquilla de la estación de ferrocarril, ¡pero no sabe a qué lugar va! Todos los hombres son viajeros, peregrinos más bien, que van hacia Dios que los está atrayendo hacia sí.