Discursos dados por Sai Baba
{SB 09} (30 de 35 discursos 1969)
13. 26/07/69 Casa y hogar
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 07 cap. 16 ) Casa y hogar 26 de Julio de 1969 Colegio de Ciencias del Hogar, Bangalore SU VICERRECTOR, EL doctor Gokak, habló en encantador kannada, como él suele hacerlo, puesto que es poeta y escritor en ese idioma. Yo también voy a hablarles en ese idioma, aunque usualmente sólo hablo en telugu en reuniones como ésta; pongan atención al tema más bien que al estilo, pues yo les hablo de disciplinas espirituales que les otorgarán un beneficio duradero. La cultura de la India, es en verdad una cultura mundial, puesto que puede corregir y canalizar las emociones y los impulsos humanos por caminos productivos y sanos. Es sagrada y básica y puede establecer la paz y la alegría en los corazones de todos. Busca echar raíces en la vida por medio de las madres y los niños que crecen en sus regazos. Las mujeres han sido sus custodias y promotoras; los hombres tienen un papel secundario. Y entre las mujeres, ustedes, estudiantes, que serán las líderes de las mujeres en días venideros, los ejemplos que todas las mujeres querrán emular, deben comprender y practicar esta cultura para que pueda ser preservada y florecer. El anhelo por adquirir una educación es ahora muy evidente entre las hijas de la nación y así se pueden poner grandes esperanzas en ellas en este campo de la reconstrucción. La educación debe ser para la vida, no para ganar un modo de vida. Las mujeres han probado durante los siglos de la historia de la India que tienen el valor, la visión y la inteligencia necesarias para morar en las profundidades de la ciencia y de la disciplina espiritual. Maitreyi, Mira, Gargi, Sulabha, Chudala, Mahadevi, Anda¡, son ejemplos permanentes de las poderosas heroínas de la aventura en los reinos de la realización de Dios. La mujer ha sido exaltada en las antiguas escrituras, así como en la poesía clásica, como Grihalakshmi, la diosa de la prosperidad en el hogar. Ella es Dharmapatni, la compañera del esposo en el cumplimiento de los deberes y derechos de la vida matrimonial. Mientras aprenden las ciencias del hogar, pueden también adiestrarse en el arte de hacer su hogar feliz y lleno de armonía y salud. Deben aprender también cómo alejarse del odio, la maldad, la codicia, la ira, la ansiedad, el orgullo y otros obstáculos que entorpecen el camino hacia la paz interna. No es suficiente si el presupuesto del hogar está equilibrado; la esposa (y la madre) debe aprender el arte de tener una visión equilibrada de la vida, que no esté afectada por los triunfos y problemas, las ganancias o las pérdidas, las victorias o las derrotas. Este equilibrio puede lograrse sólo con fe en Dios, en el Dios interno. Thyagaraja cantaba acerca del dilema que confronta cada uno cuando es enfrentado con las riquezas por un lado y la realidad interna de Dios por el otro. Thyagaraja rechazó las riquezas y en su lugar buscó la Realidad. Una disciplina sí deben cumplir: el control de los sentidos. Si les dan rienda suelta, las arrastrarán a la desdicha. La educación debe hacerlas dueñas de sus talentos, sus herramientas para adquirir conocimiento. El ojo, el oído, la lengua son como caballos salvajes que no tienen freno. Aprendan el arte de la meditación, mediante la cual se pueden controlar los sentidos y dirigir la mente hacia adentro, hacia el dominio de los sentimientos y emociones. Una nación que no tiene riendas sobre sus sentidos nunca podrá sobrevivir o florecer. Ustedes están aprendiendo lo que se llama «ciencia del hogar», pero, ¿qué es un hogar? ¿En qué grado es diferente de una casa? El hogar está lleno de amor, con el sacrificio que el amor implica, la alegría que irradia y la paz que el amor concede. La estructura de ladrillos y cemento en que padres e hijos pasan sus vidas no es un .hogar; los hijos no lo anhelan, los padres no encuentran paz en él. Muchas mujeres educadas han convertido al hogar en un hotel donde el cocinero, el jardinero, los sirvientes, la niñera y el chofer corren atropelladamente. Son muñecas de lujo, entrando y saliendo de las habitaciones; a menudo son una pesada carga para el esposo, a quien ellas llevan de un lado para otro y tratan despóticamente, para su total frustración. Se dedican a gastar dinero, comprando cosas a su capricho a fin de mantener las apariencias sociales; pasan el tiempo en la holgazanería y medicándose por enfermedades imaginarias. Se vuelven una carga para su esposo y sus hijos. El centro de cada hogar debe ser el altar; la fragancia de las flores y del incienso que emana de allí debe penetrar todo el hogar y purificarlo. La madre debe dar el ejemplo teniendo al altar como el corazón de la casa. Ella debe impartir la disciplina sobre los hijos en cuanto a limpieza personal, humildad y hospitalidad, buenas maneras y actos de servicio. Ella debe persuadir a los niños por el ejemplo y el precepto a que respeten a los mayores y pasen algún tiempo, tanto en la mañana como en la tarde, en la oración y la meditación silenciosa. El altar debe ser mantenido limpio y sagrado; los días especiales de festival, marcados en cada religión, deben ser observados para que su importancia se imprima en las mentes jóvenes. No importa cuán egoísta y altanero sea el esposo; por la regulación sistemática del horario doméstico con la adoración de Dios como punto focal, se puede lograr que el hombre tome conciencia de cómo un hogar centrado en Dios puede ser una fuente de paz y alegría; él también se unirá y será un pilar de fe. La madre misma debe encargarse de la educación de los hijos durante los primeros años; si el niño es entregado a las sirvientas y niñeras, aprenderá sus costumbres y su lenguaje y llorará solamente cuando ellas mueran, no cuando pierda a su madre, pues empieza a amar más a la «nana» que a la madre que lo ha confiado a otro como una molestia. Ella misma debe preparar la comida para el hogar, pues el alimento que es preparado con amor y servido con una sonrisa es mucho más sostenedor y fortalecedor que el alimento cocinado por una mujer contratada y servido por un ayudante disgustado. Me alegro de que la cocina y la nutrición estén incluidas en su curriculum; olí, desde aquí en el estrado, algunos de los platos que están siendo preparados en su laboratorio culinario. ¡Sus conocimientos de la cocina van lejos, debo admitirlo! Los componentes de un plato apetitoso atraen los sentidos y los excitan, sin duda; pero espero que ustedes aprendan la distinción entre los tipos de alimentos sátvicos, rajásicos y tamásicos y del efecto de éstos en el carácter. La mente es la clave de la salud y la felicidad y así, el alimento debe ser seleccionado de manera que no afecte adversamente la la mente; junto con el alimento sátvico, la mente debe recibir también una dieta especial, como la meditación, repetición y recordación del Nombre, etcétera, para mantenerla sana y firme. La posición de la madre en el hogar es de autoridad; ahora, aun colegios como éste tratan de adiestrar sólo a la esposa y no a la madre. El hogar al cual la ciencia de esta escuela se dedica es el hogar donde gobierna la esposa, no donde la madre derrama su afecto y forma el futuro del país y de su cultura. Los niños, aun los muchachos y muchachas grandes, deben tocar los pies de su padre y de su madre cada mañana antes de emprender las tareas diarias; esto generará una atmósfera reverencia¡ en el hogar. Cinco minutos de oración y el homenaje (namaskaram) para los padres, ésta debe ser la rutina diaria. Las Upanishads lo recomiendan como el requerimiento básico de nuestra cultura: «Reverencien a la madre como a Dios; reverencien al padre como a Dios; reverencien al maestro como a Dios». El hogar es el templo donde la familia, cada miembro de la cual es un templo viviente, es nutrida y alimentada. La madre es la suprema sacerdotisa de esta casa de Dios, la humildad es el inc Colegio de Ciencias del Hogar, Bangalore 26 VII 69 |