Discursos dados por Sai Baba
{SB 19} (30 discursos 1986)
13. 10/07/86 La Mente. Su Uso y Su Mal Uso
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 19 cap. 13 )
La Mente. Su Uso y Su Mal Uso
10 de Julio de 1986
La mente causa el renacimiento de los seres.
La mente causa la liberación de los seres.
La mente otorga la victoria a los seres.
En la lucha por alcanzar a las cuatro:
Rectitud, Riqueza, Deseos, Liberación, la mente es la que confiere la fusión sempiterna.
La mente ordena, ansía, impulsa e insiste en el esfuerzo y la acción. Este proceso es llamado samkalpa. Éstos son como mandamientos.
Cada uno tiene que estar consciente de la variedad y validez de las acciones inducidas por tales impulsos. ¡La mente es huésped de cincuenta millones de impulsos! De los pensamientos que aparecen y desaparecen, las nubes que pasan silenciosamente, muchos se quedan e incitan la actividad de la mente. Éstos se llaman samkalpas; hasta que sean bien comprendidos frente a su vasto fondo, el hombre no puede vivir feliz y en paz. Los buenos samkalpas pueden obtener lo mejor del hombre y ayudarlo a usar toda su fuerza para su elevación. Él debe reconocer los malos samkalpas o impulsos tan pronto como se levantan y hacerlos ineficaces por el sistemático cultivo de samkalpas beneficiosos. Sólo estos últimos pueden salvar a una persona del desastre y mantenerla cerca de la suprema paz.
Los barcos en el mar son guiados por medio de la brújula en la dirección deseada; sin ella, corren el riesgo de naufragar en las rocas o en los témpanos de hielo. El hombre debe navegar seguro por el mar del flujo y reflujo (samsara). Para esto necesita una mente no agitada, fija en un solo punto y que lo guíe y lo cuide.
El rostro es moldeado por la mente Uno puede descubrir por sí mismo cuán difícil es equiparse con una mente tal. El rostro retrata la mente; sus humores, sus decisiones y deseos; en suma, sus samkalpas. Consideren un disco de gramófono; su contenido —palabras, canciones, ruidos— sólo pueden ser escuchados pero no vistos; a su vez, los contenidos de la mente —los malos samkalpas basados en la ira, el odio, la envidia, la desesperación, la arrogancia, el egotismo, o los buenos samkalpas basados en la verdad, el amor, la caridad, la compasión— pueden verse en la cara, aunque no pueden ser escuchados.
La cara es moldeada por la mente. Cada samkalpa (o pensamiento aceptado y de acuerdo con el cual se actúa) es una raya o línea que afecta su forma. Podemos imaginarla como la Cartelera de Noticias, que anuncia a todos los interesados las actividades dentro del instituto. Los samkalpas no pueden ser ocultados o mantenidos encubiertos. Todos los intentos en esta dirección son tan tontos como el comportamiento del avestruz cuando es perseguido; esconde su pequeña cabeza en la arena y se considera seguro de que no lo maten los cazadores. Pero su enorme cuerpo atrae el ojo. Pronto es destruido y arrastrado lejos. Los malos samkalpas, así como los buenos, se reflejan en la cara del hombre.
La mente activa los órganos de los sentidos Un samkalpa afecta la conciencia más sutilmente que una carga eléctrica. Se manifiesta como una necesidad, un motivo con nombre y forma. Colorea la corriente del pensamiento, de una manera distintiva. No es un garabato en una mente en blanco; más bien, causa enjambres de reacciones en la mente en blanco. Su potencia depende del tiempo y de la circunstancia. Los samkalpas crean más samkalpas; juegan su papel, sin ayuda, por su propia fuerza latente.
La mente activa el ojo, el oído, la lengua, la nariz y cada órgano de percepción y de acción. La mente inicia su activación cuando un samkalpa la influye. La mente es el testigo invisible, el observador interesado, como la reina dentro del palacio del rajá, observando el flujo de hombres y vehículos calle abajo, por los huecos de los biombos de madera del harén. ¿De dónde se originan los samkalpas? ¿Del ego, el “yo” y el “Yo”? Del más recóndito Atma.
Los samkalpas o impulsos mentales o resoluciones internas tienden a ser atraídos los unos hacia los otros, cuando fluyen en la misma dirección o están relacionados con deseos similares. Las garzas vuelan juntas en bandada; no se mezclan con las cornejas.
Las cornejas forman sus propios grupos. Entre las bestias en la selva, los bisontes forman rebaños de su propia clase; no tienen amistad con los elefantes, que mantienen alejados a los bisontes y se mezclan sólo con elefantes. Los venados también constituyen sus propios grupos. Similarmente, un músico atrae músicos a su alrededor. Los maestros buscan a maestros como compañía.
Las decisiones que la mente toma, tanto sea de cometer u omitir, son asombrosas, pues el cosmos y todo su contenido pueden ser descriptos como su consecuencia. La mente decide sobre el hecho o aspecto del mundo objetivo que tiene que advertir. El samkalpa trae la fruta y la fruta concuerda con la semilla de la cual surge.
Tiene que revelar su efecto, más pronto o más tarde. Por eso, el hombre debe evitar los malos samkalpas y cultivar los buenos.
Examine cada pensamiento con cuidado Por ejemplo, se podría tener el pensamiento de hacerle daño o herir a alguien. Tal pensamiento podría fructificar en daño o herida para él. Pero el samkalpa seguramente rebotará sobre la persona, trayéndole cien veces el daño o la herida. Un samkalpa malo hiere tanto a la propia persona que lo emite como a su blanco. Un gusano venenoso hace daño a todos los que lo manipulan. El Mahabharata relata cómo los Kauravas alimentaron y promovieron el samkalpa de adoptar varias tácticas para difamar y eliminar a sus primos, los Pandavas; el resultado fue su propia eliminación total, junto con los que los apoyaron. Los Pandavas sobrevivieron, coronados de gloria. Su samkalpa y sus súbditos fueron felices.
Por lo tanto, tan pronto como un pensamiento pasajero brota en la mente como un impulso o un deseo, debe examinárselo con cuidado para descubrir si mancharía o promovería nuestra reputación, impediría o ayudaría a nuestro progreso, debilitaría o fortalecería nuestro carácter. Si es de la primera categoría, deséchenlo, como un objeto malvado y hediondo. Y sálvense, saturando la mente con buenas intenciones. La seriedad en esta dirección es aumentada por el aliento mutuo. Los rishis, en sus asentamientos silvestres, se beneficiaban mucho con tales procesos consultivos y confirmativos.
Efectos de los malos samkalpas La naturaleza del samkalpa que motiva a una persona puede ser captada por otros. La historia de Ted Ross, un granjero solitario en Holanda, ilustra esto muy bien. Él dejó a su hermano y a su madre, a fin de vivir en paz y libertad, y se afincó en una granja de cuarenta acres en una casa que construyó allí. Tenía interés en la cría de aves de corral. Matar pájaros para comer era parte de la cultura en la cual creció. Cierta noche, un zorro entró en el corral y se dio un gran banquete.
Sus visitas continuaron, noche tras noche. Así, el granjero tomó una decisión, el samkalpa de matar al zorro, y se mantuvo despierto con el fusil en la mano. Pero, aunque los pollos seguían desapareciendo, no veía al zorro. Podía escuchar cómo se acercaba, y oír también el aleteo de las aves y su salida, pero no podía ver dónde estaba. Su inútil vigilia persistió durante cinco largos años.
Consultó con muchos ancianos, acerca del misterio. Un hombre de buen corazón le dijo: “¡Ted! Tu mente está tan libre de mancha que hasta un pequeñísimo punto es evidente para todos. El zorro es consciente de tu intención y está tomando medidas muy inteligentes para evitar ser notado”. Los animales tienen esa capacidad.
Es un don de la naturaleza. Un perro enrollado sobre sí mismo al borde del camino no se asustará al acercarse uno, si está libre de samkalpa. Piensa en golpearlo, cuando te halles a veinte pasos de distancia; verás que el perro se levantará y huirá.
Si los animales tienen esta sensibilidad, ¿qué puede decirse de los hombre
s? Los samkalpas del hombre, sus manifestaciones en acción pueden detectarse fácilmente. Una persona que ha cometido una falta, que ha robado la propiedad de otro, que ha calumniado a otro o pronunciado una mentira, mírenle a la cara; examínenla de cerca. Notarán las señales de confusión y temor. La ansiedad hace que la sangre se debilite; la cara palidece; los labios tiemblan.
La persona se resiente en su salud. La ocultación es peligrosa; la expresión acarrea la infamia. Éste es el efecto de los malos samkalpas.
Por tanto, deben sacarse de raíz y arrojarse.
Cada impulso debe ser analizado por el intelecto La intranquilidad, la ansiedad y la anarquía son alimentadas por los malos samkalpas. Deben ver lo bueno, escuchar lo bueno y actuar bien, para que las malas intenciones no surjan. La gente que se mueve entre criminales o lee o escribe acerca de ellos es probable que se infecte con el mal. Los aspirantes espirituales que se mueven en la compañía de los santos desarrollarán serenidad y compasión. La mente viaja más rápido que el sonido, hasta mucho más rápido que la luz. De la misma forma en que uno ejerce mayor control sobre un automóvil que avanza a mayor velocidad que el resto, uno tiene que ejercer mayor control y dominio sobre la mente. Si obedecen las divagaciones de la mente, se volverán bestias. Deben dejar que el discernimiento controle las andanzas de la mente, entonces se vuelven candidatos para la Divinidad. Cada impulso debe someterse a prueba, ser sopesado por un juez: el intelecto (buddhi). Si los impulsa a ridiculizar o difamar a otro, deséchenlo como indigno. La buena intención brota como acción, la acción fructifica en práctica espiritual (sadhana) y de la práctica emerge el carácter virtuoso que atrae la lluvia de gracia.
Las intenciones pueden todas ser benéficas si la persona persiste en mantenerse en buena compañía. Desde luego que no son obtenibles desde afuera; deben crecer desde adentro, desde el corazón, liberándose de las malas hierbas del orgullo y la codicia. La buena compañía ayuda a purificar el corazón.
Ésta es la lección que las personas deben aprender: el cultivo de los buenos pensamientos (sat samkalpas), buscando y manteniendo la buena compañía (satsanga). ¡Sembrando semillas venenosas, la gente espera obtener frutas nutritivas! ¿Por qué culpar a Dios si las semillas amargas no dan frutos dulces? El hombre es el único animal capaz de embeber y expresar bienaventuranza (ananda). La sonrisa en la cara es el florecimiento de la alegría que llena el corazón; es capaz de borrar el descontento y la depresión de otras caras.
La mente puede ser un instrumento para lograr el éxito en cualquiera de los caminos del Yoga y en la lucha por obtener las metas de la vida. Si se le da licencia para promover cualquier tipo de deseo o impulso, con toda seguridad hundirá al hombre en la esclavitud. La mente moldea la vida y el mundo en el cual uno vive.
La mente del individuo, el “yo”, se originó en la Mente Cósmica de Dios: Brahman. El deber de uno es fundirse en esa fuente.
Entonces, el “yo” chiquito se vuelve el “Yo” grande. Antes de la fusión, el “yo” es conocido como el hombre y se anuncia limitado.
A fin de alcanzar la fusión, la consumación, saturen su mente de buenos pensamientos y deseos. Recuerden: “De los buenos pensamientos, buenas mentes; de las buenas mentes, buen Dios”.
Discurso en el Auditorio del Instituto, el 10-7-1986