Discursos dados por Sai Baba
{SB 04} (52 discursos 1964)
12. 25/02/64 Hijos de la inmortalidad ( Amrithasya Puthraah )
25 de Febrero de 1964
Hindu Samaaj
La sociedad hindú de Rajahmundry fue creada, como su presidente nos acaba de decir, en 1903. Así que esta reunión puede considerarse como la celebración del sexagenario de la institución. Es costumbre hacer estas celebraciones algún tiempo después del término del periodo, no exactamente en la fecha que éste concluye. Por lo tanto, la presente celebración también está sujeta al dictado de la tradición.
El rito se llama Shanti, pacificación, el logro de la ecuanimidad, de la calma. A los sesenta años de edad los sentidos pierden su fuerza e indocilidad, ya no pueden arrastrar al individuo a la ruina. Así, se considera el momento justo para fijar la mente en Dios y retomar el camino que uno ha perdido en la confusión de las búsquedas materiales.
Esta Sociedad Hindú también se ha desviado del camino que se había propuesto seguir. Era una de las primeras —entre muchas— instituciones de esta ciudad en seguir y promover el Sanathana Dharma ( camino espiritual eterno ). Realizaba competencias de recitación e interpretación del Bhagavad Gita, el libro clave del Dharma, y distribuía ejemplares del Gita a cientos de estudiantes de secundaria cuando éstos salían de la escuela para entrar al gran mundo. Yo sé que desempeñó un papel preponderante en la tarea de difundir las doctrinas del Sanathana Dharma.
Ahora, debido a causas tales como la apatía de la gente, las atracciones de formas más vistosas de actividad y el agotamiento de los fondos para recompensar a los estudiantes, sabios y pandits, esta Sociedad se ha reducido a un centro de recreación para funcionarios, principalmente. Recreación no de los ideales que la India ha defendido en el pasado y que defiende ahora, sino de la actividad y vivacidad del cuerpo, de los nervios y de la mente. Esta Sociedad debe ahora asumir de nueva cuenta aquella responsabilidad, pues es tan importante hoy en día como lo fue hace sesenta años. La demanda para esta clase de servicio es continua, nunca puede volverse anticuada o superflua. Si miramos en derredor y observamos la caída de las normas morales, quizá veamos que la necesidad es todavía mayor hoy en día. Ésa es la razón, quizá, por la cual el presidente de la Sociedad Hindú vino a mí con el ruego de que bendijera el comité y les hablara a ustedes acerca del trabajo que tienen que hacer.
La devoción no puede medirse con base en las instituciones que hayan creado o ayudado, los templos que hayan construido o renovado o las donaciones que hayan hecho, ni depende tampoco del número de veces que hayan escrito el nombre del Señor ni del poco o mucho tiempo y energías invertidos en su alabanza. Todas estas cosas no son vitales y ni siquiera secundarias. La devoción es el amor divino no mancillado por ningún vestigio de deseo por el beneficio que resulta de ese amor ni por su fruto o consecuencia. Es amor que no conoce ninguna razón particular para manifestarse. Es de la naturaleza del amor del alma individual por el Alma Suprema, del río por el océano, de la enredadera por el árbol, de la estrella por el cielo, de la cascada por el peñasco sobre el cual fluye. Es dulce tanto en los tiempos malos como en los buenos. No es como la pimienta o la sal con que condimentan sus guisos; es el alimento, la sustancia. No es el encurtido que sólo le da un piquete a la lengua y los estimula a consumir un poco más del alimento. Es una actitud incambiable, una inclinación deseable de la mente, firme en la alegría y en el dolor. El devoto es el verdadero testigo de la bienaventuranza que viene como resultante del conocimiento del Atma.
Vaaranaasi Subrahmanya Shaasthry dijo que Yudhistira, el mayor de los hermanos Pandavas, cultivaba ese tipo de devoción y así no se desvió ni un milímetro de su fe durante el exilio ni perdió la cabeza cuando volvió a obtener el trono. Otros, como Duryodhana, usaron el Dharma como una fácil y conveniente excusa para escapar de las consecuencias de sus actos. El Dharma no debe tratarse como un medio de evadirse; es un medio de vida. Duryodhana no aplicó una sola vez los principios del Dharma con los hermanos Pandavas; al final tuvo que enfrentar el inevitable sino cuando Bhima lo retó al duelo en el cual iba a morir. En ese momento, el autor del tramposo juego de dados, del incendio de la casa de usina, de la ofensa perpetrada contra la honrada reina, del asesinato de Abhimanyu por una banda de feroces enemigos, el oscuro autor de todas estas iniquidades ¡se refugió en el Dharma y empezó a citar textos sagrados!
Las vacilaciones y la indecisión los afectan en su aplicación del Dharrna cuando no se hallan firmes en el conocimiento del Atma. La firmeza en el conocimiento del Atma les da un correcto sentido de la proporción, de la dirección y el logro. Es por esto que el Gita enfatiza mucho la necesidad de conocer tanto el campo del conocimiento (kshetra) como al conocedor de este campo (kshetrajría). Conózcanlos y tendrán derecho al título de hijos de la inmortalidad. Otros títulos son sólo cargas para el que los lleva; ¿de qué sirven estos si desaparecen en un soplo y no engañan a nadie más que por unos años?
Sólo mediante la devoción pueden obtener conocimiento. La devoción purifica el corazón, eleva los sentimientos y universaliza la visión. También atrae la gracia de Dios. Las nubes son las que vienen encima de los campos para derramar la lluvia, pues las plantas no pueden elevarse para beber el líquido vivificante. La madre tiene que inclinarse sobre la cuna para acariciar al niño. Así, la devoción tiene el poder de hacer descender al Señor. Una vez se le pidió a Narada que nombrara la cosa más grande del mundo; él contestó que la Tierra era la mayor. Se le objetó que el agua ocupaba las tres cuartas partes de la Tierra y que amenazaba con tragarse el resto. Así, el agua era más poderosa; sin embargo, el agua fue bebida por el sabio Agastya y los océanos se quedaron secos y ahora, a su vez, ¡él es sólo una estrella en el cielo! ¿Es el cielo el mayor entonces? No, pues fue cubierto por un solo pie de Vamana, el avatar del Señor. ¿Y el Señor? No. Él puede ser encerrado en el corazón de los devotos y residir allí. De manera que Narada tuvo que concluir que el corazón de los devotos es lo más grandioso de la creación, pues sólo él está hecho a la medida del Señor.
Por eso yo condeno todos los signos de debilidad y considero al sentimiento de debilidad un pecado imperdonable. Es un insulto a su herencia inmortal, al título de hijos de la inmortalidad que la humanidad merece y debe ganar. La debilidad, la vacilación, la desesperación, son todos sentimientos que deshonran a Dios, quien les confirió el honor de la inmortalidad. Ustedes son la encarnación del poder. Cuando alguien se dirija a ustedes, así deben proclamarse y no de otra manera. No se dobleguen ni humillen ni truequen su autorrespeto; no crean que son este miserable cuerpo; son el indestructible e inmortal Atma, de la misma naturaleza que la Realidad Absoluta, Brahman mismo.
Sientan gratitud por el Creador que derramó sobre ustedes el néctar que asegura la inmortalidad; él les exige que se mantengan firmes ante la felicidad y la desgracia. Hasta los animales exhiben gratitud; no sólo los animales domésticos; también los salvajes como el león. ¿No han oído la historia del león que sufrió una herida en una pata? Un esclavo que se había fugado y huyó hacia la selva lo vio y al acercársele condolido, el león le estiró su pata. Entonces el hombre le sacó la espina que causaba el dolor y se fue. Algún tiempo después lo volvieron a capturar y lo llevaron a Roma. Luego decidieron arrojarlo al anfiteatro donde tenían a un león recientemente capturado. Se trataba del mismo león que el esclavo había salvado y, así, la gratitud no le permitió hacerle daño a su salvador. Sean agradecidos al Señor por proveerlos con los poderes de discernimiento, desapego y evaluación.
Tomen cuatro resoluciones para su v
ida de ahora en adelante. 1) Pureza: desistan de malos pensamientos, malos hábitos y bajas actividades que debilitan su dignidad. 2) Servicio: sirvan a los demás, pues son reflejo de la misma entidad divina de la cual ustedes son reflejo también. Ninguno de ustedes tiene autenticidad salvo en relación con el Uno original. 3) Fraternidad: sientan siempre hermandad con toda la creación; vean a la misma corriente fluyendo por todos los objetos en el universo. 4=Verdad: no se engañen a sí ni a otros, distorsionando su experiencia.
El Samaj Hindú debe dedicarse a la tarea para la cual fue creado; la revitalización en la mente de las clases educadas y de los estudiantes del respeto y la adherencia a nuestra antigua cultura. No se dejen desviar por el cinismo de los críticos, el cual debería servir para alentarlos más. Una vez ocurrió un incidente en un tren que cruzaba el puente sobre el río Godavari. Un pobre campesino sacó un céntimo de rupia y lo dejó caer en el río, pues consideraba que era un deber místico honrar al río sagrado. De inmediato un viajero que iba sentado cómodamente en su asiento, se enfureció, condenó el acto como una tonta superstición y un desperdicio de dinero. «Es por eso que este país es pobre e impotente», dijo, chupando su cigarrillo y derramando su enojo contra la costumbre de tirar monedas en los ríos. Sin embargo, el campesino no se quedó callado y replicó: «Mira tú, hombre. Yo paso por este puente una vez al año; sólo pierdo un céntavo pero a la vez recibo mucha felicidad y satisfacción por este pequeño sacrificio; en cambio tú, dime, ¿qué provecho obtienes de ese constante fumar? El humo que soplas envenena el aire para todos nosotros, hace daño a la salud de los demás, desperdicias tu dinero en un vicio que aumenta tu orgullo y te vuelve nervioso e irritable».
Examinen las fallas que pueden estar latentes dentro de ustedes y traten de deshacerse de ellas. No proclamen solamente la excelencia de cualidades como la caridad, el servicio, la compasión, la igualdad, el secularismo, etcétera. Bájense de su estrado y practiquen un poquito de todo eso con sinceridad. Cuando su vecino esté sufriendo una seria enfermedad, no se queden tan tranquilos con la idea de que, felizmente, ustedes están sanos. Nadie está libre si hay una sola persona atada. Recuerden que el alimento que dan a cada ser viviente llega a Dios mismo; el servicio que hacen a cualquier ser llena a Dios de felicidad.
Hoy en día toda la adoración y el culto se ofrecen sólo para el mayor bienestar y el consumo más lujoso del propio adorador. La devoción ha sido vulgarizada y convertida en un negocio. «Yo te daré tanto siempre que tú me des otro tanto a cambio». Si un santuario les promete más, entonces dejan el anterior; si aun allí no obtienen rápidos resultados, van a otra parte, donde algún otro dios será más provechoso… Ésa es la manera como los hombres mundanos andan por ahí en sus rondas desaforadas. Ellos arguyen sobre su tonta conducta: «Si estoy en medio de los demás Dios no me distinguirá, así que debo hacerme a un lado y gritar para atraer su atención; de otro modo me ignorará». Manténganse firmes en el ideal; no traten de degradar al Supremo para que se ajuste a su limitada visión. Levántense, fortalezcan su desprendimiento, afírmense y practiquen el discernimiento; sólo entonces su meta estará más cerca.