Discursos dados por Sai Baba
{SB 15} (42 de 59 discursos 1981 a 82)
12. 17/06/81 Una comunidad humana feliz
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 11 cap. 19 )
Una comunidad humana feliz
17 de Junio de 1981
LOS JÓVENES DE este país serán los arquitectos de la India del mañana, la buena o mala fortuna de la India depende de ellos, el progreso de la India dependerá de su habilidad y su carácter, de su deseo de aprender y de servir. Contrariamente, mediante su conducta y carácter también pueden causar la destrucción, la caída, el debilitamiento de su ilustre cultura. La pobreza y miseria que el país sufre actualmente se deben a que la juventud ignora su deber. La India, que durante siglos fuá el país ideal para mucha gente que profesaba diferentes religiones, está hoy en día luchando para dar un poco de comida a sus hijos. ¿Por qué sucedió esta tragedia?
El origen de esta tragedia consiste en que las actitudes, los deseos y las acciones de los jóvenes se han vuelto profanos e impuros, y se han contaminado con motivos egoístas y codiciosos; no están buscando la educación que establezca y desarrolle cualidades útiles a la humanidad, como la tolerancia, la humildad y el espíritu de sacrificio. ¿Por qué los ladrones pueden robar flores y frutas de un jardín? Porque no está cercado; y no hay guardianes. En el Brindavan del corazón de la juventud, fresco, fragante y verde, florecen y fructifican emocioñes, impulsos, sentimientos y deseos sagrados; sin embargo, antes de que maduren en metas positivas que se persiguen con anhelo o en proyectos y programas que se aplican en la vida diaria, ladrones como los malos hábitos y los vicios invaden los corazones y dañan a la juventud. Por lo tanto, el primer requisito es construir una cerca de disciplina y fomentar la práctica de las virtudes en el Brindavan de cada corazón.
Todo lo que tiene forma y nombre, definido y concreto, también tiene una causa, un creador, un hacedor, cada acto implica un hacedor; no obstante, entre los hombres existe el optimismo y el pesimismo, la esperanza y la depresión. Los optimistas siempre buscan alcanzar valores superiores; los pesimistas caen en el desánimo y la desesperación. Durante las noches, los optimistas miran hacia las estrellas; los pesimistas lo hacen hacia abajo y se quejan de la oscuridad que reina en su alrededor. Los optimistas obtienen confianza y valor del titilar de miles de luces en el firmamento; los optimistas sólo admiran la flor en el rosal; los pesimistas sólo ven las espinas. El temor que les infunden las espinas provoca que las recojan con brusquedad, propiciando la caída de los pétalos.
Al ver un vaso medio lleno de agua, el optimista se alegra de que esté así, mientras que el pesimista se entristece porque está medio vacío. Aunque ambas apreciaciones son correctas, el optimista espera llenar la otra mitad, mientras que el pesimista se da por vencido y cae en la desesperación. Aquél tiene fe; el otro carece de ella para que lo sustente. Por lo tanto, debemos cultivar fe mediante un esfuerzo continuo.
La fe debe conducir al esfuerzo, es esencial para el progreso humano en todos los campos. El conocimiento, y por medio de éste, la sabiduría, pueden obtenerse sólo mediante la fe y el esfuerzo; al proveerse de éstos, el hombre puede aventurarse hacia grandes alturas y salir victorioso. Claro está, debe cuidarse de no cultivar fe en las cosas que son puramente materiales; debe profesar fe sólo en la eterna y genuina verdad: Dios.
La fe es poder. Sin fe es imposible vivir; fe en que el mañana seguirá al hoy; eso es lo que nos permite aceptar las actividades y proyectos que se extienden más allá de este día. Las personas carentes de fe no pueden elaborar planes; atraen la miseria por su falta de fe.
Un hombre rico en Sudáfrica cierta vez oyó una voz divina que le prometía una mina de oro, con la sola condición de que cavara en cierto lugar. Procedió a cavar en el lugar indicado hasta una profundidad de setenta metros y al no descubrir ninguna veta de oro, su fe desapareció; dudó de la autenticidad de la voz. Más tarde les habló a otros acerca de la voz que lo había engañado. Cuando otro rico oyó la historia, cultivó una gran fe en lo que creía era el mandato de Dios, cavó en el mismo lugar y descubrió una rica mina apenas tres metros más abajo; la mina de oro se convirtió en la más rica y famosa de Sudáfrica.
Durante la Segunda Guerra Mundial, un barco que llevaba cipayos de la India fue bombardeado por los japoneses y se hundió. Muchos perdieron la vida y sólo cinco hombres pudieron subirse a un bote, esperanzados en sobrevivir a pesar del mar agitado. Así estuvieron a la deriva durante varias horas. La desesperación se apoderó de uno de ellos y gimió: «El mar me va a devorar y seré pasto de los tiburones» y debido al pánico, cayó al mar. Otro de ellos lloró por su familia: «Temo que sufrirán mucho; moriré sin haber asegurado su futuro», exclamó con amargura; perdió la fe en sobrevivir y exhaló el último suspiro. El tercer hombre profirió: «¡Ay de mí!, tengo conmigo los papeles del seguro, qué lástima no haberlos depositado en manos de mi esposa. ¿Cómo podrá cobrar el seguro ahora que estoy a punto de morir?» Y también murió. Los otros dos se apoyaron mutuamente en su fe en Dios y dijeron: «Debemos aferrarnos a la vida,’no importa cuán desesperada sea la situación, pues Dios nos ha creado con algún propósito valioso; no cederemos ante el miedo ni renunciaremos a nuestra fe en la compasión y el poder de Dios». Poco después abandonaron el bote, pues comenzaba a hundirse, y nadaron hacia la playa. Al cabo de cinco minutos, un helicóptero enviado desde un barco costero que había captado el S.O.S. del otro barco antes de que éste se hundiera, los localizó y los condujo a un lugar seguro; cuando ya estaban a salvo exclamaron: «¡Sólo cinco minutos separan a la victoria de la derrota!» Quien cavó buscando la mina de oro muy bien podría haber dicho: «Sólo tres metros de tierra separan a la victoria de la derrota». La fe logró la victoria; la falta de ésta provocó la derrota y la muerte.
La fe es el aliento mismo por el que vivimos. Todo ser es el efecto de alguna causa y ha sido creado con algún propósito. El hombre ha sido creado por alguna causa a la que tiene que servir. Los jóvenes deben creer firmemente en este principio de causa y efecto. La copa de plata sirve para algo; aquélla no existía como tal; existía sólo la plata. De manera similar, la vasija está latente en el montículo de barro como causa; todavía no se ha manifestado como efecto en las manos del alfarero. La causa y el efecto están entrelazados de manera indistinguible. La plata es la causa y la copa el efecto; el barro es la causa y la vasija el efecto; de igual manera, la Divinidad es la causa y la humanidad el efecto.
El efecto revela la causa, la vasija es el efecto del barro. ¿Por qué las vasijas no pueden ser los efectos del agua o de la arena? Cuando la causa (el barro) asume la forma del efecto (la vasija) se revela en el efecto. El dharma (naturaleza innata) de la causa también se hace evidente en el efecto. Dharma significa «vestidura», aquello que se usa. El efecto tiene la misma vestidura, la misma pauta característica que la causa. La sal tiene sabor; si pierde su sabor no es sal; el fuego debe quemar, si no lo hace ya no es fuego. Los chiles deben tener un sabor picante; si no poseen esa cualidad característica y singular no son chiles. Cada cosa tiene una cualidad singular por la cual existe. El hombre también posee una cualidad singular que lo distingue de los demás: es la capacidad y disposición para entregarse, renunciar, sacrificarse; él está dotado con esa cualidad para un propósito sagrado. ¿Cuál es ese propósito? Los Vedas lo enuncian en términos claros»Sólo mediante la renunciación se puede obtener la inmortalidad». La inmortalidad, no la muerte, es el dharma o naturaleza genuina del ser humano; ésta es la razón por la cual el ser humano es la más grande creación entre los seres vivos que habitan este mundo. Pero el hombre ha perdido esta preciosa cualidad y vive esclavo del egoísmo. Cuando el hombre se apega al ego, pierde acceso a los niveles superiores de conciencia, así como toda noción de la realidad. Y cuando la realidad lo elude se encuentra inmerso en la contradicción; esta calamidad del pensamiento trae como resultado confusión mental.
Los estudiantes deben esforzarse por conocer la realidad, entrando audazmente en el campo del espíritu, como lo hizo Svetaketu, el hijo de Uddalaka, como lo relatan las Upanishads. Svetaketu buscó la primera causa, la realidad, aquello que ni nace ni está sujeto a la muerte, que no tiene ni principio ni fin. La hipótesis de que el alimento era la causa de la vida fue rechazada. Su padre lo llevó de una teoría a otra acerca de lo que él concebía como la verdad última. Svetaketu estaba convencido de que la causa no podían ser ni el agua ni el fuego ni el aire ni el éter; sólo podía ser Dios.
La Divinidad única permanece como una sola, aunque se le conoce mediante diversas formas; puede asumir y asume esas formas, es su voluntad ser muchas. «Yo soy uno, seré muchos.» Así, todos los seres y todas las cosas en el Universo tienen a Dios como la causa. Los científicos, que no han alcanzado el conocimiento de la totalidad por falta de fe en la Voluntad Divina, deben superar esa carencia que los debilita y aventurarse con valor en el camino de la revelación. Ése es el propósito de la religión como lo establece la cultura india. No existe ninguna falla en las metas establecidas por la cultura india; el error está en las mentes de aquéllos que la juzgan. Limpien la mente de los deseos materiales y anhelos sensuales, sólo así descubrirán que las enseñanzas de todas las religiones son firmes y satisfactorias.
Los malos deseos le roban la paz al hombre; los tiernos corazones de los estudiantes deben ser protegidos contra la hipocresía, el engreimiento y la vanidad. Karna, el gran héroe del Mahabharata, tuvo al mismo dios Sol como progenitor, así como grandes bendiciones divinas; debido a eso tenía grandes poderes. Nadie podía vencerlo en las batallas. En ocasiones, debido a la terquedad o maldad innata en el hombre, o por su bondad y pureza, las bendiciones se transforman en maldiciones y éstas se subliman en bendiciones. La vida de Karna ofrece una buena lección en este sentido. Se acercó a Parasurama y de este divino sabio quiso aprender a manejar el arco. También quiso adquirir de él, al terminar su entrenamiento, algunas armas divinas como la Brahmaastra. Parasurama había prometido destruir a toda la casta de guerreros, porque los guerreros habían atormentado a su padre, Jamadagni. Debido a esto, Parasurama no aceptaba a ningún muchacho de la casta de los guerreros como estudiante; entonces Karna se disfrazó de brahmín, de la misma casta que Parasurama y éste lo aceptó como si fuese tal y le enseñó a tirar con arco y a usar la Brahmaastra. A1 final, se dio cuenta de que Karna era un guerrero, se enfadó, y le dijo: «Como de mí aprendiste el tiro al arco mediante el engaño, te maldigo para que no puedas usar con éxito este sagrado Brahmaastra». Por lo tanto, cuando se acerquen a un maestro no traten de engañarlo, que no exista ningún vestigio de ego en ustedes, no alardeen ni exageren, ni hagan ostentación de su conocimiento, fortuna o fuerza física. Sean sus alumnos y aprendan de él, con humildad y disciplina. Como Karna era arrogante y astuto, tuvo que sufrir la derrota a manos de los Pandavas.
Les advierto algo más: cuando estén conscientes de la verdad y descubran la acción que el dharma dicta en un momento dado, no se engañen ustedes mismos. Apliquen el conocimiento de la verdad en los momentos críticos de sus vidas; sigan el camino que el dharma (la rectitud) ha establecido: no se desvíen hacia la falsedad o la maldad debido al temor o por obtener algún favor. Bhishma había adquirido gran fama por el voto de renuncia a la vida conyugal, así como al trono al que tenía derecho. Fue el maestro de los Kauravas y de los Pandavas, los bandos rivales, y además un gran guerrero, un luchador valeroso y un guía infalible. Conocía todos los secretos del dharma. Sin embargo, no pudo guiar a Duryodhana y Dussasana en el momento crítico cuando arrastraron a la reina Draupadi por el cabello y la insultaron ante él y los demás. ¿De qué le servía su dominio de los códigos dhármicos? La verdad y la rectitud son inseparables; son las dos caras de la misma moneda. No existe ningún dharma más alto que la verdad, la rectitud se erige sobre la base de la verdad. Como Bhishma, Drona y los demás no se comportaron según lo requería la ocasión y no alejaron la maldad de sus alumnos, se cubrieron de infamia. ¿Cuál fue la razón de su proceder? Fue la consideración de la propia vida, el simple instinto de conservación, dejándose llevar por un sentido de gratitud. Conscientes de que se alimentaban de la mesa de Duryodhana, daban más importancia al cuerpo transitorio y a sus deseos, pasando por alto los valores eternos de la verdad y la moral.
Hoy en día existe la imperiosa necesidad de afirmar y proclamar por todos los medios posibles el poder de la verdad y la moralidad, su santidad y su singular importancia en la vida. Esto debe ser proclamado mediante palabras y hechos. La juventud debe demostrar el valor y la vigencia de la verdad y la moralidad adhiriéndose a ellas bajo todas las condiciones, porque Dios es quien motiva a la práctica de la verdad y la moralidad; el impulso para apoyarlas es el impulso de la Divinidad en nosotros.
Estudiantes: El conocimiento y las habilidades físicas e intelectuales que obtienen serán útiles hasta cierto punto en este mundo material. El conocimiento científico puede ampliarse mediante el dominio de la materia o el conocimiento de¡ mundo y sus constantes transformaciones. Los científicos pueden describir la composición de la materia y su comportamiento, pero no ahondar en el porqué y el para qué de las cosas. El verdadero fin de la educación debe ser ayudar al estudiante a descubrir la Divinidad en cada ser. El santo Vemana dice:
¡Los intelectuales estudian, estudian, estudian, pero los tontos no saben quiénes son! Estudiando, estudiando, estudiando, el intelectual no está libre de¡ vicio ni se ha vuelto sabio. Entonces, ¿por qué estudiar estas mezquinas cosas mortales? Estudien sólo lo que es inmortal.
El tema más deseable para estudiar es el secreto de¡ alma que es inmortal. No se satisfagan con la educación que sólo les ayuda a sobrevivir durante su permanencia en la Tierra; hasta los pájaros y las bestias sobreviven de alguna manera. Tienen que venir al mundo para manifestar totalmente el don específicamente humano de la inteligencia y la intuición. Ésta es la meta que Prashanti Nilayam busca alcanzar mediante la instrucción en las instituciones educativas.
No se limiten sólo al estudio de los libros; expandan el amor latente en sus corazones y transfórmenlo en servicio al hombre. El servicio á la sociedad es la adoración que le ofrecen al Señor; no vivan una vida estéril y egoísta, vivan para otros y fomenten el bienestar de la sociedad, para el progreso y prosperidad de¡ país.
Las condiciones que imperan en el país son críticas y amenazantes, estén conscientes de ello. Hacia dondequiera que miren la gente está ansiosa y agitada, no tiene paz y seguridad; por lo tanto, la responsabilidad que recae en ustedes es muy grande, porque tienen que sacar a la India de este pantano de pobreza, odio, ignorancia y violencia.
Mediante el ejemplo, tienen que restaurar entre la gente la confianza en los valores más elevados de la vida. No descuiden las grandes lecciones contenidas en la Religión Eterna que han sustentado a innumerables generaciones en esta tierra durante muchos siglos. «Que todos los mundos sean felices»; ésta es la meta hacia la cual nos lleva el Sanathana Dharma. Acojan con amor a todos los hombres sin distinción de raza, religión, color o clase social. Instalen en su corazón la imagen de la comunidad humana feliz, unida y llena de amor; esto les otorgará suficiente fortaleza para el cumplimiento de su misión.
Estudiantes: Sólo dos caminos se abren ante ustedes: el de la libertad individual y el de¡ servicio social. Si se adhieren a la libertad individual, no deben caer en el egoísmo. Los estudiantes deben cultivar una vida sencilla y una elevada forma de pensar. En nombre de¡ pensamiento elevado, no se pierdan en leer infinidad de libros ni gasten sus energías en cosas estériles; la mente sólo propiciará confusión y desorden y debilitará su capacidad de movimiento. Utilicen sólo la energía que la situación y la necesidad de¡ momento exigen. Sigan el ejemplo de¡ foco eléctrico: la sala debe tener un foco de mayor capacidad que el de¡ dormitorio; si en todas las habitaciones se instalan focos de alta capacidad, se desperdiciará energía y pagarán tarifas elevadas. La energía también tiene que conservarse. Presten atención cuidadosa al momento, al lugar y al propósito, y su acción será la correcta.
Están cayendo presa de las costumbres y pautas de comportamiento occidentales. Éstas difieren la cultura de la India; su vida social y sus hábitos son adecuados sólo en los países del mismo hemisferio. No pueden adoptar sus formas de vida sin dañar las de ustedes, así que adopten sólo las costumbres que estén de acuerdo con nuestros rasgos culturales y renuncien a todos los hábitos que no tienen ninguna relación con nuestros ideales y nuestras metas.
El hombre tiene dentro de sí vastos recursos de poder. Cuando no los utiliza para cumplir con sus deberes hacia sí mismo y la sociedad que lo sustenta, sólo será blanco de¡ ridículo. Cuando están en la estación de¡ ferrocarril y se enteran de que el tren va a llegar cinco horas tarde, ¿cómo reaccionan? Lanzan improperios contra el tren. Cuando el tren recibe ese «trato» de ustedes, peor es el tratamiento que merecen por no cumplir con su deber y por defraudar las esperanzas puestas en ustedes en su calidad de seres humanos. Usen sus habilidades y conocimientos de manera tan consistente y efectiva como el deber lo exija. A menos que se use, un reloj se oxida; ¿qué se puede decir, entonces, de una habilidad que no se ejerce? Se debe practicar ejercicio para mantener al cuerpo en buen estado, como una herramienta, para servir a sus semejantes. El cuerpo no ha sido otorgado por Dios para que sea alimentado, vestido y ostentado con orgullo. Involúcrense en los problemas que acontecen en la sociedad, asuman la manutención y la educación de su familia y fomenten los intereses de su país, brillen como ejemplos de servicio amoroso.
Éste es el ideal de los colegios Sai: hagan a un lado todo egoísmo, arranquen las raíces del orgullo, destruyan la maleza de la envidia y cultiven la conciencia divina, eso los hará verdaderos estudiantes de estas instituciones.
Prashanti Nilayam
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