Discursos dados por Sai Baba
{SB 20} (31 discursos 1987)
10. 06/05/87 De la Madre a la liberación
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 20 cap. 10 ) De la Madre a la liberación 6 de Mayo de 1987 En el habla común oímos los términos “madre”, “padre”, “preceptor” y “Dios” usados en ese orden. Esto tiene un significado propio. Es a la madre a quien el niño ve apenas nace. La madre le muestra el niño al padre. El padre lo lleva al preceptor, y el preceptor lo conduce a Dios. Todos deben comprender el significado interno de las cuatro palabras. Oímos de los aspirantes espirituales estos cuatro términos: devoción (bhakti), sabiduría (jñana), renunciación (vairagya) y realidad (tattvam). El orden en que se mencionan estas voces tiene un significado. La devoción despierta la sabiduría; la sabiduría promueve la renunciación, y la renunciación confiere el conocimiento de la Realidad. Podemos alcanzar la mansión de la liberación (mukti) si subimos por los escalones de la devoción, la sabiduría, la renunciación y el conocimiento de la Realidad. El Bhagavatam atestigua esta verdad en su mismo título. El término Bhagavatamu en telugu se compone de cinco letras: Bha – ga – va – ta – mu. Aquí Bha significa “devoción” (bhakti); ga significa “sabiduría” (jñana); va significa “renunciación” (vairagya); ta significa “tattva” (el conocimiento de la realidad); y mu significa “liberación” (mukti). El Bhagavata nos otorga la liberación llevándonos por la devoción a la sabiduría, la renunciación y el conocimiento de la Realidad. Prahlada nos ha dado un mantra, una fórmula sagrada, de doce letras: “Throva vedhuku konuta dodda buddhi”. Significa que la inteligencia más elevada consiste en encontrar el camino. ¿Cuál es el camino para buscar? El que lleva a la Divinidad. ¿Cómo ha de encontrarse? Por el conocimiento de la fuente de la cual han venido, de lo Divino, sabiendo que tienen que regresar a lo Divino. De Dios hacia Dios La décima estrofa del decimocuarto capítulo del Bhagavad Gita revela que hemos venido de Dios. El Señor declara: “Mamaivamsho jiva loke jiva-bhuthah sanatanah”. Esto significa: “Tú eres un aspecto de Mí. Tú no eres un aspecto de la naturaleza y sus cinco elementos. Como eres un aspecto de mí, no habrá paz ni felicidad para ti hasta que Me alcances y te fundas en Mí”. Así como un hijo no puede existir sin la madre, un río debe buscar el océano del cual ha venido, la rama del árbol no puede sobrevivir si la separan de este, y un pez no puede vivir fuera de su elemento, el agua, tampoco puede el hombre, que ha venido de Dios, tener verdadera felicidad hasta que regrese a Dios. Un devoto cantó en idioma kannada lo siguiente: “Habiéndote olvidado, he venido a este mundo. Dejando al Eterno que Tú eres, me he sumergido en este mundo transitorio y temporal. ¿Qué felicidad puedo cosechar en este pedazo de tierra, si todas las alegrías están solo en Ti?”. Nacimos en este mundo porque hemos olvidado a Dios. Debemos encontrar nuestro camino de regreso a Dios, nuestro destino, desandando los pasos que nos han traído aquí. “Todos los seres vivientes deben regresar a la fuente de la cual han venido a la existencia”, dice el Bhagavata. Lamentablemente hemos olvidado este mensaje fundamental. Recordar la fuente de la cual hemos venido es el esfuerzo espiritual esencial que deben hacer todas las personas. El ser humano no debe conformarse con vivir como los animales El hombre que ha venido a esta tierra en busca del Ser Divino (el Atma) está malgastando su tiempo en la frívola persecución de las cosas materiales. Los animales están siempre ocupados en buscar alimento. El hombre, que ha sido dotado de inteligencia, no debe conformarse con actuar como un animal. Debe esforzarse por alcanzar la Realidad. Alimentarse, dormir, tener miedo y acoplarse son acciones comunes a los pájaros y a las bestias. La vida del hombre actual se reduce, sobre todo, a estas cuatro cosas. El hombre debe aprovechar su nacimiento como ser humano para realizar a la Divinidad dentro de él; no debe desperdiciarlo en perseguir objetivos superficiales. Chaitanya declaró: “Hoy hemos instalado en el trono de nuestro corazón pensamientos y sentimientos viciosos, en vez de hacer de él el asiento del Señor”. Samsara y Samskara Seguramente la mayoría de nosotros lleva una vida de familia normal, pero esa no es la vida en la cual deben estar totalmente inmersos. No es la familia (samsara) la que nos sigue hasta el final. Es la pureza (samskara) que hayan alcanzado la que permanece con ustedes en la vida del más allá. Algunos ancianos vienen a Swami y le piden que les muestre el camino a Dios. ¿Cuál es el camino? El camino es viajar de regreso al lugar de donde hemos venido. Supongan que van a una ciudad y se alojan en un hotel por unos pocos días; después de terminar su trabajo en la ciudad, tienen que regresar. No pueden vivir siempre en el hotel, pensando que es el hogar. El mundo fenoménico es como un hotel al cual han venido para experimentar las consecuencias de sus acciones pasadas. El cuerpo es una habitación del hotel, en la cual tienen que sufrir las consecuencias kármicas. El tiempo y el cuerpo deben usarse para llevar a cabo la misión para la cual han venido. En cambio, se dedican a acumular riquezas, oro y otras posesiones materiales. Es cierto, se necesita dinero para vivir en este mundo, pero debería haber un límite para la adquisición de estos objetos mundanos. La felicidad y el bienestar verdaderos no pueden alcanzarse sin respetar los límites. Una vida sin control reduce al hombre al nivel del animal. Al olvidar la meta primordial de la vida, los hombres están desperdiciando su tiempo. El tiempo es precioso. La muerte está blandiendo su espada sobre la cabeza de cada hombre. Nuestro tiempo de vida disminuye rápidamente como el agua que se escurre por una vasija rota o como un bloque de hielo que se derrite. La muerte alcanza a muchos aun antes de que cumplan su misión en la vida. ¡El cuerpo está compuesto de cinco elementos! Tiene que caer algún día. El Morador del cuerpo es eterno. Libérense del engaño del nacimiento y la muerte. El Morador es en verdad la Divinidad. Esta es la verdad de la que todos deben tomar conciencia. Uno no puede alcanzar la plenitud en la vida si se dedica a comer y beber. El principal mensaje del Bhagavata es la devoción. La madre es símbolo de devoción (bhakti). El padre es símbolo de conocimiento (jñana). El preceptor representa el renunciamiento (vairagya). Dios es la incorporación misma del conocimiento átmico. Solo podemos alcanzar la mansión de la liberación (moksha) ascendiendo los cuatro escalones hacia la Divinidad. La Madre en primer lugar El amor por la madre debe formentarse en todas las personas. Hoy en día este amor está impulsado más por la codicia y la avidez de riquezas que por el afecto espontáneo. Apenas uno en un millón tiene conciencia de que debe su alimento, su sangre y su vida misma a su madre. Dondequiera que se encuentre, la madre es verdaderamente divina. Se dice: “Considera a tu madre como a Dios, a tu padre como a Dios, a tu preceptor como a Dios y a tu huésped como a Dios” (“Matru Devobhava; Pitri Devobhava; Acharya Devobhava; Athithi Devobhava”). La madre está primera entre los cuatro. Ella es en verdad la primera maestra para todas las personas. Es la que más se esfuerza por asegurar el bienestar del niño, derramando sobre él afecto y amor sin límites, y es quien le muestra el niño a su padre. Hoy los niños no se preocupan por obedecer los mandatos de sus madres, pero sí buscan su riqueza. ¿De qué sirve tener hijos de esta clase? Son una maldición para el útero que los dio a luz. “¿De qué sirve el hijo que no eleva las dos manos en oración al Señor, que no proclama el nombre del Señor con su boca hast Si trabaja mucho y lo suficiente con ambas manos, no tendrá que pasar hambre. No hay escasez de alimento. Aquel que no usa sus manos apropiadamente, no tiene ningún derecho a subsistir dependiendo de otros. Los Vedas han prescripto la supremacía de la acción sagrada o karma. Hagan que la lengua sea sagrada La lengua debe cumplir una función sagrada. Debe decir cosas dulces y sagradas, y nunca causar dolor y daño a nadie. Es un pecado abusar de los otros. El Señor reside en cada uno. La persona que abusa de otros está, de hecho, abusando del Señor mismo. Al referirse a la lengua, Jayadeva dijo: “Oh, sagrada lengua, tú sabes lo que es dulce, veraz y beneficioso. Entonces, pronuncia las supremamente dulces palabras: Govinda, Damodara, Madhava”. La lengua siente dolor o sufrimiento en su propia casa sin ir a las casas de otros. Discretamente decide de antemano si algo comestible debe ingerirse o no. Si es dulce, muestra su consentimiento enviándolo abajo para la digestión. Pero si es amargo, lo escupe. Si es usada apropiadamente, la lengua puede ser el medio para alcanzar la Divinidad misma. Dejen que el nombre del Señor baile en la lengua, puesto que la recordación del nombre sagrado es el camino más fácil hacia la liberación en la Era de Kali. Debemos usar la lengua para pronunciar palabras dulces y veraces. Este sagrado instrumento a menudo se usa mal. Los pecados que comete la lengua son cuatro: la mentira, la calumnia, el insulto y la locuacidad. La lengua se santifica si se abstiene de ceder a estos cuatro pecados. Ejemplo de Pundarika en el servicio a los padres Cada uno debe atesorar en su corazón el amor por la madre que lo ha dado a luz y lo ha criado con amor y cuidado. Aquel que pierde el amor de su madre no ganará el amor de ninguna otra persona. Pundarika estaba dedicado al servicio de sus ancianos padres. Al hacerlo, seguía una regla que se había autoimpuesto: no ingería ningún alimento hasta que sus padres se hubieran dormido. Una vez, estaba masajeando los pies de sus padres cuando el Señor Panduranga se dirigió a su casa disfrazado y se paró detrás de él para probar el amor de Pundarika por sus padres, Pundarika continuó con el servicio a sus padres, que no se habían dormido aún. El recién llegado le pidió a Pundarika que lo mirara. Pundarika le dijo que lo estaba viendo. El visitante le preguntó: —¿De qué forma me ves? —Te veo como mi madre —respondió Pundarika. Mientras tanto, el gurú de Pundarika llegó y le dijo a este que el visitante no era otro que el Señor mismo. Pundarika dijo que los padres a quienes estaba sirviendo también eran Dios. El gurú insistió: —¿No te das cuenta de que el que ha venido es realmente Dios? —Mis padres también son Dios —repuso Pundarika. Panduranga, admirando su decisión, preguntó: —Pundarika, ¿no quieres experimentar una visión de mí siquiera una vez? —Hasta que mi madre no se duerma, no buscaré tu visión —dijo Pundarika—. Si estás deseoso de que yo te mire, por favor, espera un poco. Vendré a ti después de que mi madre se haya dormido. Fue esa devoción a sus padres la que hizo que el Señor se le revelara a Pundarika y le prestara servicio a él. De “Ko-ham” a “So-ham” Desde el momento de su nacimiento, el hombre se preocupa por su futuro. El primer grito del niño es “Kua, Kua”, “¿de dónde he venido?”. Si analizan lo que les sucede todos los días, comprenderán por qué un niño llora cuando nace. Al ver la interminable serie de problemas que lo aguardan, el niño grita: “¿Dónde estoy?”. Los hombres olvidan el lugar de donde vinieron, se pierden en deseos mundanos. Pocos hay que, como Prahlada, desde el momento de su nacimiento realizan su divinidad inherente y dicen: “So-ham, soham”. Los mortales ordinarios se preguntan “¿Ko-ham? ¿Koham?”, “¿Quién soy yo?”. No obtienen la respuesta hasta el fin de sus vidas. No se dan cuenta de que la respuesta es: “Yo soy Dios”. Unos pocos buscadores serios empiezan con “Ko-ham, ko-ham” y terminan con el descubrimiento de “Yo soy Él” o “So-ham”. Todo hombre tiende a cometer errores, a sabiendas o no. Pero un error que no debe cometer en ninguna circunstancia es olvidar lo que debe a su madre. El amor de una madre puede redimir la vida de un hombre, cualesquiera sean sus otras fallas. El don más grande de los padres es el cuerpo, con todos sus poderes. Aunque el Señor gobierna sobre todas las vidas, son los padres los que proveen al niño del cuerpo. La arcilla y el agua son los dones de la naturaleza. Pero es el alfarero quien hace las vasijas con ellas. Por eso, la gratitud a los padres es una obligación primordial. La juventud, la riqueza y la fuerza son transitorias Los estudiantes de hoy preguntan: “¿Por qué debemos mostrarnos agradecidos con nuestros padres?”. Recuerden que, si causan aflicción a sus padres con su comportamiento, no deben sorprenderse si en el futuro sus propios hijos les causan una pena similar. Esta es la ley de acción y reacción, que funciona siempre. No se enorgullezcan por su juventud, su riqueza o su fuerza. Todas son transitorias. Adi Shankaracharya advirtió con énfasis: “No sean engreídos debido a sus compañeros, su riqueza o su juventud. El tiempo se los quitará en un instante. Por depositar su confianza en estas posesiones transitorias, los hombres olvidan las verdades eternas y la fuente de la verdadera bienaventuranza. No importa lo que puedan poseer o de qué lujos puedan disfrutar; solo la fe en Dios les otorgará verdadera paz mental. Un aparato de aire acondicionado puede refrescar su cuerpo. Pero solo la gracia de Dios puede refrescar el cerebro recalentado y el corazón perturbado. Esa gracia llegará a los que son agradecidos con sus padres y les prestan amoroso servicio. Empezando con la madre, la gratitud debe extenderse al padre y al preceptor. Si les demuestran gratitud a los tres, tendrán conciencia del Señor Trino y Uno presente en ellos y cosecharán el fruto que se obtiene de la adoración de la Trinidad (Brahma, Vishnu y Shiva). Culpa de los padres al no corregir a sus hijos Desafortunadamente, hoy en día el noventa por ciento de los niños son malcriados por sus propios padres, que no ejercen el debido control sobre ellos. Si las acciones malas de los niños se corrigen en el mismo momento, crecerán en la dirección apropiada. Los padres no deben mostrar ninguna indulgencia con los niños que no se portan bien. Dejar que los niños se descarríen sin corregirlos es una forma equivocada de mostrar afecto. ¿De qué sirve tener hijos que no se comportan adecuadamente? ¿Qué ganó Dhritarashtra de sus cien malvados hijos? No quiso controlarlos a pesar de la advertencia de Krishna y de Vidura. Al final, toda la familia fue aniquilada. De nada sirve regocijarse cuando nace un hijo. El momento para regocijarse vendrá cuando el niño crezca, gane renombre y fama, y traiga buena reputación a sus padres. Todo hijo debe velar por la felicidad de su madre. Debe buscar en ella amor y bendiciones. Las madres deben esforzarse por mantener a sus hijos en el camino recto. Solo tales madres y tales hijos merecen ese nombre. Si madres e hijos se comportan de la forma correcta, la nación avanzará por las carriles apropiados. La rectitud saldrá de la familia y se expandirá por todo el mundo. Hay padres que cuestionan a sus hijos cuando vienen a ver a Swami. “¿Qué es esta locura que te ha agarrado? ¿Para qué vas a ver a ese Sai?” ¿Qué desean estos ¿Prefieren que se conviertan en delincuentes? ¿Quieren que se vuelvan locos por el dinero? ¿Qué les dará el dinero que pueda igualar la gracia de Dios? Lo que cada uno debe buscar es la gracia de lo Divino, que es un tesoro más grande que toda la riqueza del mundo. Dios es el destino de la vida humana por sobre todo lo demás Nada debe interponerse en el camino de búsqueda de Dios. Deben estar preparados para todos los sacrificios, para enfrentar cualquier oposición en nombre de Dios. Prahlada se enfrentó a la ira y al odio de su padre Hiranyakashipu al adherirse a la fe en Narayana. Vibhishana renunció a su hermano Ravana cuando este se opuso a su devoción por Rama. Si la madre se opone a la devoción por Dios, el hijo deben estar dispuesto a abandonarla, como hizo Bharata cuando Kaikeyi intentó separarlo de Rama. Mira estaba decidida a renunciar a su esposo antes que dejar su devoción por Krishna. El emperador Bali rechazó el consejo de su gurú, Shukracharya, cuando este último le aconsejó retirar su ofrenda a Vamana (Vishnu). Estos son ejemplos de los devotos que no vacilaron en optar por su devoción a Dios. La realización de Dios es la meta y el destino de la vida humana. Desde el momento del nacimiento, el sufrimiento persigue al hombre de una forma u otra durante toda su vida. Si en todas estas duras pruebas uno debe mantener la ecuanimidad y la paz, tiene que llevar una vida recta, con fe firme en Dios. No hay necesidad de abandonar los deberes normales de un estudiante o un padre de familia, sino que todo debe hacerse como una ofrenda a Dios. De esta manera, cada acto cotidiano se santifica. El amor a Dios debe expresarse consagrando cada acción. Este es mi mensaje para ustedes en este día sagrado. Discurso pronunciado en Brindavan el Día de Ishvaramma, el 6 de mayo de 1987. Aquellos que están apegados a Dios, que aspiran a Dios, que están conscientes de Dios, que adoran a Dios, llevan una marca que los distingue y por la cual pueden ser identificados. Esas personas tienen un corazón compasivo. Si una persona pasa su rosario con los dedos y está totalmente dedicada a mirarse la punta de la nariz, sin importar la aflicción que reina a su alrededor, podemos cuando mucho llamarla holgazana, esto es todo. Levántense, guarden el rosario en un bolso y ocúpense de aliviar la miseria: ese es el verdadero camino espiritual. No desperdicien sus años con imágenes de piedra, retratos o estatuas. Aprendan a ver en cada ser viviente, vital y activo, la personificación de toda energía, toda belleza, toda beneficencia, es decir, Dios. –Baba |