Discursos dados por Sai Baba
{SB 19} (30 discursos 1986)
10. ??/05/86 El Mensaje de los Vedas
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 19 cap. 10 )
El Mensaje de los Vedas
Mayo de 1986
La esencia de todos los Vedas y Shastras puede resumirse en una frase:
El Atma que reside en todos los seres y en ti, es uno solo.
Buscando la liberación, el hombre adora a miles de deidades en los tres mundos.
¿De qué sirve esto? La esclavitud permanece.
Si logra desechar el ego en él, no necesita ninguna liberación.
La liberación será suya.
Los Vedas, que son ilimitados y fueron revelados como iluminaciones de la Verdad Eterna a los rishis, fueron codificados y presentados en tres colecciones de himnos por el sabio Vyasa, para beneficio de la humanidad. Son: el Rig, el Yajur y el Sama Veda.
Los Vedas junto con los Brahmanas, los Aranyakas y los Upanishads, proveen los lineamientos para la conducta apropiada de las cuatro etapas (ashramas) en la vida: brahmacharya (celibato), grihastha (jefe de casa), vanaprastha (anacoreta) y sannyasa (renunciante). Además, sirven también como guías esenciales en la persecución de las cuatro metas básicas de la vida (purusharthas):
dharma (rectitud), artha (bienestar material), kama (deseo de realización) y moksha (liberación).
La cultura y tradición de la India se basan en la autoridad y el mensaje de los Vedas. Veda significa aquello que demuestra el principio Divino. Los Vedas impregnan el universo. Son la personificación de la verdad. Fluyen en ocho corrientes: manifestándose como el sonido cósmico omnipenetrante (shabdabrahmamayi); impregnando todos los objetos móviles e inmóviles (characharamayi); la refulgencia ominipenetrante (jyotirmayi); la palabra sagrada (vangmayi); la bienaventuranza eterna (nityanandamayi); la personificación de la voluntad omnipotente (paratparamayi); la manifestación de la maya (mayamayi) y la personificación de toda prosperidad (shrimayi).
Las Purusharthas o Metas de la Vida humana De todas estas diferentes maneras, los Vedas han servido para promover el bienestar de la humanidad. Los Vedas, sin embargo, han sido considerados como el conocimiento inferior (apara vidya) al confrontarlos con el conocimiento de lo Absoluto (para vidya). El ritualismo védico era considerado como de ayuda para tratar con los asuntos mundanos, pero no así con respecto a la comprensión de lo trascendental. Los Vedas fueron útiles para lograr placeres mundanos y celestiales, superar el dolor y dar ánimo y apoyo en la persecución de tales objetivos. Su principal preocupación fue con las tres primeras purushartas: dharma, artha y kama. La liberación espiritual (moksha) puede ser alcanzada sólo por medio del conocimiento (jñana) no con rituales y sacrificios (yajñas) realizados con mantras védicos. La sabiduría más alta se puede obtener, no por medio de rituales, riqueza o progenie, sino solamente gracias al sacrificio o renunciamiento.
Los oponentes que deben vencerse en la vida espiritual Todas las disciplinas o prácticas (sadhana) que ahora se llevan a cabo se relacionan con intereses mundanos, motivados por deseos egoístas. La meta espiritual trasciende estos objetos mundanos.
Está más allá de la razón y de los límites establecidos por los textos sagrados. Es el concepto de la liberación o moksha.
“Mohakshayam= moksham” o la eliminación de moha (el engaño) es moksha. El concepto de moksha se relaciona con el concepto del Amor por el Supremo (Parama Prema).
En el proceso de realizar este estado de Amor Supremo, hay que superar varios oponentes. Primero, entre éstos figuran los seis “enemigos”: la pasión (kama), el odio (krodha), la codicia (lobha), el engaño (moha), el orgullo (mada), la envidia (matsaryam). Si el individuo logra superar estos seis enemigos, se enfrenta a ocho formas de orgullo que están en el camino de su progreso espiritual. Entre éstos: el orgullo por la riqueza, por la fuerza física, la juventud, la belleza, la erudición, el poder o las penalidades. Estas diferentes formas de orgullo alejan al hombre de su verdadera meta. El hombre moderno está lleno de una u otra de estas formas de orgullo.
Así que el primer requisito para el hombre es desechar el orgullo.
Un hombre sin riquezas simula ser un millonario. Uno sin erudición simula ser un erudito. Y un miserable enteco se pavonea como un King Kong o campeón de lucha. ¿Cuál es la base de este orgullo?
¿Cuánto tiempo puede durar? El que ejerce el poder puede perderlo al día siguiente. Henchido de orgullo por la riqueza o la posición, los hombres olvidan su Divinidad interna. Están confiando en cosas que son esencialmente transitorias e impermanentes. Un pájaro que se mece en la rama de un árbol no siente ningún temor porque confía para su seguridad no en la rama sino en sus alas. El hombre, por el contrario, no tiene ninguna confianza en su propio Ser interno.
Depende de otros. Está presto a rebajarse por una posición o un cargo. La razón básica de esta lamentable actitud es el ansia irracional por cosas indeseables.
La alegría está en dar, más que en poseer Los deseos del hombre son ilimitados. El hombre está atado a cosas que no lo acompañarán cuando muera. Él debe darse cuenta de que hay mayor alegría en dar, que en poseer y acumular. El renunciamiento es tan esencial como el adquirir. Si no hay espiración de aliento después de la inhalación, el hombre no puede sobrevivir.
El apego a los bienes o a la posición, nacido de un sentido de posesividad, es la causa de la aflicción y la infelicidad del hombre.
El hombre debe esforzarse por librarse de este sentimiento del “yo” y “lo mío”, para experimentar la felicidad duradera. Cuando todo parece ir bien, el hombre olvida todo, hasta a sí mismo. Su ego se agranda como resultado de sus logros y adquisiciones. Él debería tomar conciencia de que es sólo un beneficiario temporal de lo que posee y no tiene ningún título permanente sobre ninguno de esos bienes. Debe considerar el poder o la posición como una tarea moral que lleva consigo la obligación de desempeñar los deberes relacionados con la misma. Sólo cuando todas las acciones son hechas en este espíritu de imperativo moral, puede el hombre experimentar felicidad y satisfacción genuinas.
El nacimiento y las gunas Los Vedas han establecido las regulaciones básicas para la conducta apropiada del hombre. Pero estas regulaciones son honradas más por su violación que por su observancia. El primer deber es inquirir en la propia sustancia Divina. Lo Divino es omnipresente y omnipenetrante. El cosmos está traspasado de los cinco elementos vitales. En el aire que respiramos, en el agua que bebemos o en el suelo que pisamos, hay un sinnúmero de organismos microbianos que son destruidos. En tal situación, la no violencia absoluta es impracticable. Lo que debemos hacer es procurar no causarle daño alguno a cualquier ser viviente, consciente y deliberadamente.
Esto es no violencia (ahimsa). Para observar esta no violencia, deben cultivar el sentimiento de que el Uno Supremo mora en todos los seres. Con esta convicción, no habrá tendencia a hacerle daño a alguien.
Nacidos como seres humanos, muchos son proclives a olvidar sus verdaderas cualidades humanas. Ni el nacimiento ni la forma son los que determinan la naturaleza de una persona; las que la determinan son sus cualidades. El loto, por ejemplo, crece del barro, pero encuentra su lugar en la cabeza del Señor, en un templo. Se ha ganado este honor debido a sus cualidades. De la misma forma, debemos desarrollar nuestras cualidades humanas sin importar nuestros nacimientos o circunstancias. El aire que respiramos o el agua que bebemos no conoce distinciones de casta o comunidad.
El cielo y el fuego tampoco tienen tales distinciones. Sólo la Tierra es arruinada por barreras y diferencias.
Podemos construir barreras alrededor de nuestro pequeño lote de terreno. Pero ¿pueden estas barreras extenderse hasta el cielo, arriba? ¿O al aire, alred
edor? ¿Por qué, entonces, atesorar estas ideas estrechas que restringen nuestros horizontes espirituales?
Toda la riqueza que tenemos, nuestras posiciones, conocimientos y poder son todos transitorios y evanescentes. Nuestra vida misma puede terminar en cualquier momento. En este contexto, es totalmente lamentable que arruinemos nuestras vidas con tales preferencias y aversiones. El precioso tiempo que nos es dado no debería malgastarse en lo más mínimo.
La educación y el carácter Los jóvenes, hoy en día, llevan vidas indisciplinadas y sin sentido.
No se adhieren a ninguna regulación y carecen de reverencia y gratitud. Hasta los perros tienen profunda gratitud, pero los jóvenes no reverencian a los mayores ni muestran reconocimiento a sus padres. La educación es desperdiciada en tales personas.
Puede permitirles ganarse la vida. También los mendigos en la calle, sin educación alguna, obtienen suficiente dinero para vivir. La educación no es necesaria para un mero medio de vida. Aunque vivan sólo tres días, su vida debe ser recta y digna. Si el hombre no se comporta correctamente, su alta posición o rango carece de significado. Si un hombre pretende ser un gran erudito pero cuenta con pocas buenas cualidades, ¿qué reputación podrá tener?
Hasta una persona iletrada pero con buenas cualidades, puede inspirar respeto. Se está llevando las mentes de las personas hacia la riqueza y los cargos y no hacia Dios. El carácter debe ser el propósito primordial de la educación. Una persona educada debe ser respetada por su conducta y sus cualidades.
La ética es de importancia suprema para cualquiera que se llame ser humano. Comprende muchas cualidades. Implica consideración por la sociedad, reverencia por la personalidad humana, amor por el propio país, cuidado por el propio bienestar físico; amor por los propios parientes y anhelo por el conocimiento. Éstos deben ser considerados como los cinco alientos vitales del hombre.
Pero, hoy en día, son casi inexistentes.
Deber primordial de un estudiante El amor por el país de uno significa estar orgulloso de la antigua cultura del país y tener la determinación de no degradarla en manera alguna. El amor y la gratitud por los propios padres es el deber primordial de un estudiante. De la mala conducta de los estudiantes de hoy, debe culparse en gran medida a los padres. No ejercen suficiente control sobre sus hijos. La gente celebra el nacimiento de sus hijos, pero la verdadera celebración debe ser sólo cuando los hijos han ganado un buen nombre y traído el crédito a sus progenitores. Los padres que no crían a sus hijos de manera apropiada no son merecedores de ese rol. El afecto por los hijos no debe significar permitirles descarriarse. Tales padres son como Dhritarashtra, que le permitió a sus hijos hacer lo que les complacía, y, finalmente, tuvo que enfrentar el desastre total. El Mahabharata dice: “El insensato llora por la falta de hijos. Pero ¿qué le sucedió al rey Kaurava que tenía cien hijos? ¿Qué bien le hicieron a él? El sabio Shuka no tenía hijos. ¿Experimentó un destino adverso? Él estaba siempre en suprema bienaventuranza”.
Nuestro nacimiento es el resultado de nuestras propias acciones en vidas anteriores. Los divinos guardianes del Señor Vishnu, Jaya y Vijaya, nacieron como demonios sobre la tierra, debido a la maldición de los sabios Sanaka, Sanandana y otros. Se hicieron acreedores a la maldición debido al dominio de las gunas rajas y tamas en ellos, que los indujeron a mostrar irreverencia por los grandes sabios. A pesar de la alta posición de que disfrutaban en la Presencia Divina, no habían absorbido los valores morales de la humildad y del deber. De allí que fueron anatematizados por los sabios y nacieron como demonios (rakshasas).
Hiranyakashipu era el más grande entre los raskhasas, pero su hijo, Prahlada, fue el más grande devoto del Señor. ¿Cómo sucedió esto? Fue a causa del divino mensaje que Prahlada asimiló del sabio Narada. Un hijo de rakshasa se convirtió en el más grande devoto de Vishnu. ¡Pero aquellos que habían estado más cerca de Vishnu, Jaya y Vijaya, nacieron como rakshasas! Sus cualidades morales son la razón de la diferencia. Del mismo modo, si alguno nacido como un ser humano demuestra cualidades demoníacas, no es un hombre sino un demonio. Si alguno nacido entre los rakshasas tiene virtudes divinas, él es divino de naturaleza y no un rakshasa. Por ende, el que sea bueno o malo debe juzgarse por sus cualidades y no por sus afinidades familiares o su forma.
Aprendan a llevar una existencia virtuosa pues, sin virtud, la vida no tiene ningún significado en absoluto.
Las lecciones que enseñan los Vedas El hombre ha de ser guiado por las directrices de los Vedas. De los tres Vedas: Rig, Yajur y Sama, el Rig Veda contiene la esencia de los tres. Su principal enseñanza es la humildad (vinaya) y el deber (vidheyata). El Yajur Veda enseña la cualidad de firmeza (dharana). Esto significa que no importan las dificultades que puedan encontrar, las penalidades que experimenten: deben cumplir con su deber, con fortaleza y paciencia. Por medio de estas dos, pueden desarrollar sus cualidades humanas al máximo. La enseñanza esencial del Sama Veda es la corrección (vignata). Ésta les dice cómo conducirse con cualquier persona, cómo comportarse con los mayores y superiores, cómo tratar a los huéspedes, cómo acercarse a Dios y cuál es el comportamiento apropiado en cualquier situación. Estos tres Vedas (llamados El Trío, Trayi) proveen las reglas básicas para una vida recta: la devoción al deber (vidheyata), la constancia (dharana) y la corrección (vignata). El principio del amor integra estos tres lineamientos establecidos por los Vedas.
Significación secreta del número tres Los sabios, al compendiar los Vedas, los describieron como un Trío (Trayi). Trayi significa tres. Tres es un número significativo, con asociaciones sagradas. Las cualidades humanas son tres: sattva, la bondad, rajas, la pasión y tamas, la inercia. El cuerpo del hombre está sujeto a enfermedades provenientes de estas tres fuentes: la cabeza, el estómago y los pies. El tres tiene una significación sagrada en la adoración. Al ofrecer hojas de bilva (Aegle Marmelos, también llamado “bel”) al Señor Shiva, los devotos describen a Shiva como poseedor de tres cualidades, tres armas y tres ojos. El tiempo también tiene tres aspectos: pasado, presente y futuro. El caos en el mundo de hoy se debe a que la gente ignora el presente y está cavilando sobre el pasado que no puede revivirse, o especulando sobre el futuro, que es impredecible. La gente debería preocuparse acerca de sus obligaciones en el presente. Su principal deber es tratar de descubrir su Divinidad inherente y transformar sus vidas, reconociendo que lo Divino impregna todo en la Creación.
El presente es el producto del pasado y el futuro es el resultado del presente. Tanto el pasado como el futuro están contenidos en el presente. Por eso, vivan en el presente con buenos pensamientos y buenas acciones. Limpien su corazón de todos los malos sentimientos y háganlo puro y sagrado.
Pueden confrontar muchos problemas. No permitan que ocupen su mente todo el tiempo. Tengan un horario para todas sus actividades diarias. Aparten una media hora o una hora en la tarde para pensar en sus problemas. Entonces, encontrarán soluciones para ellos. Si se preocupan por ellos constantemente, estarán malgastando su tiempo sin resolverlos.
Desarrollen sus poderes de discernimiento Una vez, un adicto al opio vino a mí y expresó su imposibilidad de librarse del hábito a pesar de sus muchos esfuerzos. Swami le sugirió que con una tiza del tamaño del opio que solía tomar, cada día escribiera “Om” tres veces en una pizarra y tomara opio en la cantidad igual al tamaño de la tiza. Amedida que la tiza se iba reduciendo al escribir, la cantidad de opio consumida también iba mermando.
Es con una práctica regular como uno ha de superar los malos hábitos.
Los
estudiantes deben desarrollar sus poderes de discernimiento, saber lo que es correcto y lo que es erróneo, lo que debe hacerse y lo que debe evitarse. Estudian una variedad de temas como física, química, etc., pero hay un conocimiento que, al ser adquirido, les permite saber todo lo demás. Éste es el conocimiento del Espíritu. El conocimiento espiritual es como bañarse en el océano, lo cual equivale a bañarse en todos los diferentes ríos sagrados. La fe en sí mismo y el Ser, y la fe en Dios es el secreto de la grandeza. Aquel que no tiene fe en sí mismo no puede desarrollar fe en Dios.
Shankaracharya, una vez le contestó a un discípulo que vino a él y le dijo: “El mundo es irreal (jagat mitya)”, que “si el mundo es irreal, tratara de averiguar la verdad acerca de sí mismo y sabría la verdad acerca de todo lo demás”. Shankaracharya agregó: “Tú no eres irreal. Tú eres bienaventuranza. Tú, sin embargo, piensas que eres este cuerpo y esta mente veleidosa; éstos son mutables y cambiantes. Busca la conciencia, que es incambiable y eterna. Si te identificas con el cuerpo, no podrás conocer la Realidad.
Aprende a discriminar entre lo permanente y lo transitorio. Usa tu intelecto (buddhi) y no cedas a los caprichos de la mente”.
Ustedes se encuentran ahora en Trayee Brindavan. Los tres Vedas están en Brindavan. Su corazón es un Brindavan. Tiene las tres gunas (sattva, rajas y tamas). Experimentar al Señor en el Brindavan del corazón es bienaventuranza (ananda). Las tres gunas deben ser armonizadas como las paletas del ventilador. Cuando giran armoniosamente, después de haber pulsado el botón de la discriminación y la corriente del sagrado amor fluyó por el ventilador, ustedes experimentan la fresca brisa de la bienaventuranza.
Discurso en el Aniversario de Trayee Brindavan, en mayo 1986.