Discursos dados por Sai Baba
{SB 04} (52 discursos 1964)
09. 19/02/64 Yanthram y Manthram
19 de Febrero de 1964
Venkatagiri
El hombre lleva en sí inmensas capacidades en estado latente que esperan ser extraídas y aprovechadas. Tiene muchos talentos que debe sacar a la luz. Él siente el impulso de amar a todos los seres y compartir sus penas y alegrías, de saber más y de satisfacer la curiosidad de su intelecto, de atisbar detrás de la reverencia y la admiración que la naturaleza despierta en él. Es capaz de recolectar información acerca de toda clase de cosas de todos los rincones del mundo pero no tiene conciencia de lo que sucede en los rincones de su propia mente. Él sabe quién es quién entre todos los demás pero no puede responder esta sencilla pregunta: «¿Quién soy yo?».
El hecho es que él debe preguntarse a sí mismo y buscar la clave del enigma por sí solo. No se ha hecho conciente de que es esencial que conozca la respuesta; está contento con moverse ciegamente por el mundo, tanteando su camino en la oscuridad. ¡Sin saber quién es él en realidad, juzga apresuradamente, calificando y aun difamando a otros hombres! Ésa es la razón fundamental hoy en día de la vacuidad de la vida humana, del odio y el temor que acechan al mundo.
Los Vedas y los Shastras tienen la clave de esta respuesta; pueden enseñarles el proceso mediante el cual pueden descubrirlo por ustedes mismos, si sienten la inclinación. El alfabeto tiene unas cuantas letras; sin embargo, al combinarlas de varias maneras se escriben miles de libros. Así, las ideas y sugerencias dadas en los Vedas pueden ser unas cuantas, pero su aplicación explica la literatura entera de akshara, palabra que significa a la vez letra e indestructible. Cada persona que ha nacido en Bharat debe ser un ejemplo de estas disciplinas, pues Bha implica esplendor, prakasam, el esplendor que está engastado en el hombre, y rathi implica el deseo de manifestarlo, de probarlo. Vivan de acuerdo con esa gloria y serán transportados a la plenitud.
Ustedes son Lo Sin Forma que ha venido en la forma de hombre, lo Infinito venido en el papel de lo finito, lo Infinito sin forma aparecido como lo infinitesimal con forma, lo Absoluto aparentando ser relativo, el Espíritu (Atma) comportándose como el cuerpo, lo metafísico disfrazándose de lo meramente físico. El Atma o Ser universal es la base de todos los seres. El aire estaba allí antes de que se construyeran casas; las permeó a todas durante un tiempo; luego las casas se derrumbaron y se volvieron montículos, pero el aire no fue afectado en absoluto. Así también, el Atma permea el cuerpo y subsiste aun cuando el cuerpo se reduce a polvo.
La misma corriente eléctrica, invisible e inexplicable, cuando entra a una bombilla, un ventilador o un refrigerador los activa a cada uno o a todos a la vez. De la misma manera, el Principio divino activa a todos los seres. Es el núcleo, la esencia, la chispa divina, más diminuta que lo más diminuto, más grande que lo más grande. Para observar lo diminuto tienen que usar el microscopio; para traer lo más lejano cerca de su vista se sirven de un telescopio; éstos son yantras o instrumentos materiales. Los instrumentos que los ayudan a visualizar ese Principio o esencia que tiene atributos tan extraños y contradictorios se llaman mantras, fórmulas que los salvan si meditan en ellas. También se llaman tantras cuando se enfatiza su aplicación práctica. La fe en la eficacia de estos mantras y en la utilidad del procedimiento prescrito, así como en la existencia del Principio, son esenciales para el éxito en la gran aventura del mismo modo que es necesaria para el científico la fe en la eficacia del yantra, en la exactitud del procedimiento y en la existencia del material que está tratando de conocer.
Deben abordar este problema desde su inicio. La ignorancia puede disolverse solamente con el conocimiento, la oscuridad sólo puede disiparse con la luz. Ningún argumento, amenaza o persuasión puede obligar a la oscuridad a irse; un destello es suficiente y las tinieblas desaparecerán. Prepárense para ese destello de iluminación; la luz ya está allí, en ustedes, pero como está sobrecargada de factores represivos no puede revelarse. «La liberación de la noche», que ocurre cuando la luz es revelada, se llama moksha. Cada uno tiene que lograrla, no importa si está o no tratando de hacerlo. La liberación es el fin inevitable de la lucha, la meta hacia la cual todos avanzan.
¡Pero no tengan miedo de llegar a la meta de la liberación! No conciban ese estado como una calamidad; es el fin de todo sufrimiento, el alborear de la dicha, una dicha que no conoce declinación. Es la muerte de la aflicción, que no volverá a nacer.
Ahora bien, ¿cómo se preparan para esa etapa? Debo decirles que la respuesta está en la misma palabra moksha, liberación; se explica por sí sola: mo indica moha (ilusión, dejarse engañar por lo brillante, lo transitorio y temporal); ksha significa kshaya (declinación, desaparición, destrucción). Requiere que ustedes mantengan su mente alejada de las atracciones engañosas y firmemente asentada en el camino recto hacia la liberación.
Vean cómo el insufrible calor del Sol es controlado y reducido por el mecanismo de su cuerpo a una temperatura soportable de 37 grados centígrados; así deben también mantener rigurosamente bajo control la fuerza destructiva de sus pasiones, que nacen de las ansias de los sentidos, y llevarla a niveles tolerables que les proporcionen comodidad y una vida normal. Ustedes mismos crean la ilusión que los esclaviza; niéguenla, no le den oportunidad de dominarlos; entonces ya no les hará daño. Una vez le dijeron a un hombre: «Allí, dentro del pozo, está tu sombra», a lo que el hombre contestó: «No, no puede ser». Sin embargo, decidió verificar el hecho, miró en el pozo y descubrió que era verdad: ¡el pozo tenía su sombra dentro! El pobre hombre no sabía que la sombra estaría allí sólo si miraba hacia adentro. No pongan la ilusión a prueba. Si tratan de encontrarla, se presentará. Pueden evitarla sólo negándola, pueden escapar solamente concentrándose en la sustancia. No le den ningún valor a la sombra, esté dentro o fuera del pozo; es sólo eso, una sombra.
La ilusión persigue al hombre bajo la forma de deseo; el deseo busca las cualidades de los cinco elementos componentes del hombre. El oído viene del éter (akasha), el tacto del aire (vayu), la vista del fuego (agni), el sabor del agua (jala) y el olfato de la tierra (pritvi). El hombre es impulsado por el éter a deleitarse con sonidos que complazcan al oído, por el aire para correr detrás de objetos suaves que le den placer a la piel, por el fuego para buscar cosas que por su bella forma agraden al ojo, por el agua para ansiar alimentos y bebidas gratos a su lengua y por la tierra para tratar de disfrutar de fragancias y olores agradables.
El deseo tiene un hijo de dos cabezas: el monstruo de la ira y la codicia. La influencia maléfica de los tres los mantiene alejados de la felicidad duradera.
Inconcientes de su condición divina, se regodean en malas compañías, luchan y sudan como esclavos de bajas pasiones que los arrastran a la desgracia. Sean como el loto, que aunque nace en el fondo de las aguas, por su sola fuerza de voluntad se eleva por encima del lodo para ver el Sol e inspirarse en sus rayos. El loto desprecia el contacto con el agua, aunque nace y crece en ese elemento. De la misma manera, deben evitar apegarse a las pasiones elementales a las cuales los empujan los cinco elementos constituyentes de su naturaleza humana. ¿Cuánto tiempo van a estar contentos representando el vergonzoso papel de payasos o tontos? ¿No les da vergüenza? ¿No tienen ambición? ¿Por qué ahogar sus verdaderos talentos bajo una máscara autoimpuesta? Todos éstos son papeles intrascendentes. ¡Asuman el papel de héroes que es su derecho y brillen en él!
Les voy a decir ahora cómo pueden merecer ese papel, cómo obtenerlo del director de este drama. Inscríbanse a un curso de prácticas espirituales; su
misma experiencia les revelará la validez y el valor de ese curso. Enciendan su radiorreceptor, sintonicen correctamente la longitud de onda de la estación que desean oír y escucharán el programa claramente. Su oído comprobará la exactitud con la cual han sintonizado. Todo esto es como si usaran un yantra. Similarmente adopten un mantra, pronúncienlo y mediten sobre él con sumo cuidado y firme atención; sintonícense con la voz de Dios que está dentro de ustedes. Uno de los obstáculos en el camino del aspirante espiritual es la crítica burlona que derraman sobre él los charlatanes que lo rodean. No pongan atención a sus consejos o sus observaciones irónicas; son expertos solamente en las efímeras trivialidades de la vida social o de los placeres mundanos. La mayoría de la gente hoy se interesa más en la vida de las estrellas de cine que en la historia de los yoguis y paramahamsas (grandes almas) que pueden salvarlos del desastre de la arraigada ignorancia.
A Yama, el dios de la muerte, se le describe arrastrando a sus víctimas a su morada con una cuerda. Bien; la muerte no tiene ninguna fábrica de cuerdas; ustedes mismos manufacturan la cuerda y la tienen lista alrededor de su cuello; ¡la muerte sólo tiene que tirar y arrastrarlos! Es una cuerda de tres hilos que son el egoísmo, el apego a los objetos de los sentidos y el deseo.
No tengan respeto por los hombres que están prisioneros en la maraña de los sentidos. Den su respeto de acuerdo con el conocimiento que cada hombre posee de sí, a saber, de lo inmanente y de lo trascendental. ¿Cómo fijan el precio de la caña? De acuerdo con su contenido de azúcar, ¿no es así? Valoran las naranjas por el jugo que contienen. Pues bien, un hombre merece ser honrado en proporción al conocimiento del Ser Supremo que haya adquirido. Sólo ese conocimiento puede conferir firmeza y fortaleza. Sin él, toda declaración de renunciamiento, toda pretensión de devoción, toda exhibición de caridad no es sino superficial, de dientes para afuera.
No es la resolución lo que importa sino la determinación, la firmeza. La resolución puede ser una simple sarta de palabras. Pueden conocer las setecientos estrofas del Bhagavad Gita de memoria, pero créanmelo, el tiempo que gasten en aprenderlas y repetirlas es puro desperdicio si no actúan con firme determinación de acuerdo con una sola estrofa. ¿Por qué? Ese aprendizaje quizá sea un impedimento, pues la destreza habrá afectado su cabeza y la habrá llenado de orgullo.
El Bhagavad Gita es un medio por el cual pueden sumergirse en su propia naturaleza divina. Si lo logran disfrutarán de inacabable bienaventuranza. Ahora, en su ignorancia, se sienten pequeños, se sienten miserables, sienten que los malos, los codiciosos, los crueles, son más felices que ustedes y esto injustamente. Sienten injusto el que ustedes que son tan rectos, tan amorosos, tan buenos, deban sufrir. Mediten un momento en ello. ¿Son ellos tan felices como se lo imaginan, o es la condición de ustedes tan mala como les parece? Sólo investiguen esto y lo descubrirán. Ellos sólo son botes de veneno pintados; la pintura de miel es sólo una delgada capa, pura apariencia. Sus corazones no conocen la paz, son tan miserables como ustedes, si no más.
Confíen en el dharma, la rectitud moral; nunca los engañará, les concederá una felicidad mayor que la que se puede obtener por todos los demás medios. Rama destruyó a Rayana; fue la victoria de una cabeza sobre diez, de la concentración sobre la distracción. Rayana deseaba que prakriti (la naturaleza, Sita) descartara al Purusha que le daba valor y significado (Rama). Si desean a prakriti, al mundo objetivo, ustedes se degradan, niegan su realidad y se unen al séquito de Rayana. No imaginen tampoco que el Señor está fuera de prakriti o fuera de ustedes, que son en realidad una parte de ella. Él está en ustedes, detrás de ustedes, al lado de ustedes, delante de ustedes. Él es el ojo de su ojo; el yo de su yo. Anhelen la unión con él mediante el inconmovible sentimiento de que él es el verdadero Yo de ustedes. Anhelen la unión (yoga) y cualquier satisfacción (bhoga) que realmente necesiten les será concedida a su debido tiempo. Si, por el contrario, anhelan la satisfacción por sí misma estarán perdidos; ¡serán bendecidos sólo con enfermedad (roga), recuérdenlo!
Vivan con la absoluta convicción de que son el Atma. Esta convicción es el meollo de la enseñanza antigua. El Atma es el que ve con los ojos, el que oye mediante los oídos, el que toca por medio de los dedos y hace moverse a los pies. ¡Él es su yo básico! Ese Yo no se alegra con la alabanza ni se desinfla con la crítica. Cuando alguno se burle de ustedes, hagan el siguiente razonamiento: «¿Está lanzando calumnias sobre mi cuerpo? Bien. ¿Por qué habré de preocuparme? Él está haciendo lo que yo mismo debería hacer: desechar el apego por la carne, por esta baja prisión. ¿O las está lanzando al Atma? ¡Nada puede afectar su pureza ni empañar su gloria!». Así, permanezcan tranquilos e imperturbables. Pueden preguntar: «¿Qué sucede entonces con las burlas abusivas?». Como una carta enviada por alguien y rechazada por el destinatario, regresa al remitente.
Vayan a sus casas y reflexionen sobre estas sugerencias e ideas; sobre todo acerca de lo que han oído, especialmente sobre aquello que les han transmitido las joyas contenidas en las Escrituras y probadas en la piedra de toque de la experiencia a lo largo de los siglos. El Sanathana Dharma recomienda el triple camino de escuchar, reflexionar y concentrarse. La sola acción de escuchar únicamente los hace educados; la meditación concentrada sobre el significado de lo que se escuchó les dará el fruto de la enseñanza, como lo pretende el maestro.