Discursos dados por Sai Baba
{SB 09} (30 de 35 discursos 1969)
09. 16/05/69 La lengua delatora
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 07 cap. 12 ) La lengua delatora 16 de Mayo de 1969 Dharmakshetra, Bombay TODOS USTEDES ESTÁN en la escuela, leen libros, asisten a las clases y dicen: «Somos estudiantes» porque están estudiando muchos temas. Este estudio les ayudará a hacer algún trabajo o a obtener algún puesto cuando crezcan lo suficiente. Aprenden cosas acerca de la salud, juegan y hacen ejercicios para que sus cuerpos se desarrollen fuertes. Esto es muy bueno y deben aprender bien estas cosas, pero hay algunas otras que también deben aprender a hacer y hacerlas eficazmente. Acerca de ellas voy a hablarles hoy. Deben hablar suave y dulcemente a todos. ¿Les gusta la voz de la corneja? No; la ahuyentan en cuanto empieza a croar; su habla es dura, es demasiado fuerte para sus oídos. Han oído al cucú, ¿no es así? Ese pájaro se parece mucho a la corneja; crece en el nido de la corneja mientras el hijo de ésta se cría; es alimentado por la madre corneja junto con sus hijitos, pero nadie le tirará una piedra a un cucú. A todos les gusta su dulce voz. Hablen suave y dulcemente; entonces todos los amarán. Los ojos ven, el oído oye, la nariz huele, el tacto les dice si una cosa es dura o blanda y la lengua saborea. Estos cinco son llamados sentidos. Cada uno hace una tarea y es apropiado sólo para esa tarea. El ojo no puede oír ni oler ni saborear, el oído no puede ver ni oler ni saborear ni decirles si una cosa es blanda o dura. Esto no es cierto de la lengua, pues puede hacer dos cosas, no sólo una. Y las dos tareas que Dios le ha dado a la lengua son muy importantes. Sólo piensen un poco acerca de la primera, el saborear. Si una cosa sabe mal, no les gusta y no la toman. Claro está que si están enfermos, tendrán que tomar la medicina aun cuando la lengua diga que su sabor es malo. Por eso, no deben escupir todas las cosas que saben amargo; algunas los ayudan a curar su enfermedad rápidamente y bien. Recuerden otro hecho también, y es que aunque una cosa tenga buen sabor, puede no ser buena para la salud. La lengua les dice que una cosa sabe amarga o dulce o salada, pero no puede decirles si es buena o no para su salud. Así que deben tener cuidado de no comer demasiado y dañar su salud. Cuando el cuerpo está enfermo, la mente se vuelve débil, el cerebro no puede trabajar bien. Ahora, veamos la segunda tarea que le fue dada a la lengua: el habla. Es una herramienta que pueden usar para expresar sus pensamientos e ideas, sus sentimientos, sus deseos, sus oraciones, sus alegrías y aflicciones. Si están enojados, la usan para gritar palabras duras. Si están contentos, la usan para decir palabras dulces, en una voz baja y agradable. Quiero que usen su lengua sólo para su bien y el de los demás. Si hablan duramente a otro, él también habla alto y duro; las palabras de enojo causan más palabras de enojo. Pero si usan palabras suaves y dulces cuando otro está enojado con ustedes, se calmará, sentirá haber usado su lengua de esta manera. No griten, no hablen más de lo necesario, no hablen cuando no hay necesidad de hablar; si hablan a alguien o a algún grupo de amigos, levanten su voz hasta el nivel que sea el correcto para él o los escuchas y nada más. ¿Por qué van a malgastar su energía hablando más alto y más largo de lo necesario? Nunca utilicen malas palabras contra otro. Esas palabras no deben salir de su lengua ni deben entrar al oído de los demás. Recuerden que Dios está dentro de su corazón así como en el corazón de todos los demás. Él oye y ve todo siempre. ¿No dicen «mi cabeza, mis manos, mis ojos, mi mente, mi idea»? Veamos, ¿quién es este yo que posee el cuerpo, la mente, el cerebro? Ese yo es la chispa de Dios que está en ustedes. Esa chispa está en cada uno, así que cuando usan palabras duras, crueles, airadas o groseras contra otro, el Dios en ustedes y el Dios en la otra persona es lastimado. La lengua es una herramienta, como he dicho. Pueden hacerse daño a sí mismos y a otros con ella, de modo que tengan mucho cuidado; úsenla sólo para su propio bien y el bien de otros. Si la usan para decir palabras bondadosas, para repetir el Nombre de Dios o cantar su gloria o rezarle, entonces le están dando el mejor uso. Voy a decirles algo más acerca de la lengua. Pueden aprender mucho observándola: se queda en su casa y rara vez sale al umbral, se queda tranquilamente adentro; conoce sus límites; no tiene ningún deseo de andar o vagar por allí. Ésta es una lección que deben aprender de ella. Ocúpense y háganse útiles en la casa ayudando a sus padres y hermanos; no anden por la calle de un lado a otro sin ton ni son; no corran a la casa de otros a molestarlos. La lengua nunca entra en la boca de otro; permanece dentro de su propia casa. No es apropiado salir de su casa y malgastar el tiempo parándose o sentándose ociosamente, mirando a todos los que pasan. Deben ganarse un buen nombre, tanto en la casa como en la escuela, por su estricto modo de vida. ¿Saben otra lección que la lengua está tratando de enseñarles? Observen su propia lengua cuando están leyendo en voz alta o hablando con alguien. Se mueve rápidamente de un lado al otro, para adelante y para atrás, a fin de que el aliento pueda salir como diferentes sonidos. Y cuando están comiendo la lengua tiene que moverse bastante rápidamente. ¿Han notado que durante todo este tiempo, debe ser muy cuidadosa para no encontrarse entre los dientes? Hay treinta y dos de ellos alrededor de su pequeña morada, afilados como espadas, que pueden cortar la blanda y gruesa lengua y herirla, haciéndola sangrar. Sin embargo, ¡vean cuán hábil, cuán inteligentemente se mueve dentro de la boca, escapando a los dieciséis pares de despiadados soldados que están al acecho para herirla! También ustedes deben mirar a su alrededor para evitar los peligros y accidentes: no caigan en malas compañías, no se dejen llevar a malos hábitos, no lleven la deshonra a sus padres o a su escuela. Podemos aprender otra lección de la lengua. Ella no siente codicia, no guarda nada para sí; no almacena nada secretamente, lejos de las manos de otros para poder tenerlo todo en exclusiva. Si una cosa es buena, la lengua la envía por la garganta al estómago; si una cosa es mala, amarga o podrida, la arroja fuera de los labios como vómito. No tiene ningún ansia de tener nada para sí, sirve a los demás poniendo sus propias necesidades al último. Ni siquiera guarda un rastro de las cosas que pasan sobre ella al entrar o al salir. Puede ser aceite, crema o mermelada; la lengua está limpia como antes. No tiene gustos ni aversiones. Ustedes también deben abandonar la codicia, no se antojen demasiado de una cosa u otra. Hagan todos sus deberes bien, den plena alegría a sus padres y maestros, ayuden todo lo que puedan, pero aprendan también a quedarse quietos por algún tiempo cada día y a estar tranquilos cuando en el camino sucede algo que no les gusta. Pueden saber algunos saben cómo se atrapan y doman los elefantes. En las selvas, el elefante es una bestia salvaje, moviéndose en manadas y cargando contra todo lo que se atreve a acercársele. Es entrampado, enlazado y amarrado a un fuerte poste para que no pueda escapar; se amansa a tal grado que se puede parar sobre un taburete de tres patas en el circo o arrastrar enormes troncos. Cuando el elefante es amarrado en el poste, toda su fuerza y destreza pasan a ser de ustedes, pues pueden usarlas para sus propias necesidades. La lengua es un poste, los cantos del nombre de Dios son la cuerda; con esa cuerda pueden traer a Dios todopoderoso cerca de ustedes y amarrarlo de manera que su gracia se vuelva suya. Sí, pueden hacerlo. Dios es tan bondadoso que cederá a sus ruegos y se dejará atar; sólo tienen que llamarlo para que él esté a su lado, con ustedes, conduciéndolos y guiándolos. A cada uno le gusta tenerlo que ha obteni Deben leer buenos libros; sólo entonces podrán pretender ser buenos estudiantes. Pero ahora los buenos libros se están volviendo escasos; los libros y revistas baratas cuentan historias de mala vida, tratan de ladrones y hombres crueles, mentirosos y dañinos. Aléjense de tales libros; ensuciarán su mente y la llenarán de ira, de odio y de maldad. Lean los libros de su religión y de otras religiones; lean el Mahabharata, el Ramayana, el Bhagavata, la Biblia, el Corán y otros libros sagrados. En algunas familias la lectura de estos libros se hace diariamente; de ese modo los niños conocen algo acerca de los sabios y santos del pasado. Esta lectura no se hace en la mayoría de las familias; aun los mayores no conocen lo que los libros tienen en sus páginas. ¿Cómo entonces pueden saberlo los niños? Cuando le preguntan a un muchacho acerca de Rama o Krishna, él responde: «¡Oh, es un niño que está estudiando en el mismo grado que yo!» ¡No sabe que Krishna era Dios venido como hombre para ayudar a todos los hombres a llegar a Él! No sabe que Krishna le enseñó a Arjuna el camino a Dios y que la enseñanza se encuentra en el libro de versos llamado el Gita. No sabe que Rama fue un gran rey que vivió como un ejemplo para todos para siempre. Él también era Dios venido como hombre, para mostrar al hombre el camino a Dios. Hay muchos caminos para ir hacia Dios, como hay muchas carreteras para ir a una ciudad o muchos senderos en un pico de los Himalayas para que trepen los sherpas hasta la cima. Encontrarán en su casa algunas imágenes de Dios colocadas en un lugar especial para la adoración. En cada hogar, sin embargo, hay dioses vivientes, a quienes los sabios les dicen que deben servir y adorar. Éstos son sus padres. Ellos les dieron la vida; les deben su salud y felicidad; los aman, los sirven, les dan todo lo que pueden, y a veces hasta más. Sí, a menudo toman menos alimento para que ustedes puedan llenarse, tratan de ahorrar dinero por varios medios para que ustedes puedan ir a la escuela o vivir en el internado o asistir a algún festival o a un viaje escolar. Los libros sagrados quieren que ustedes honren a sus padres y los adoren. «Que su madre sea su Dios, que su padre sea su Dios», ésa es la enseñanza. Sí, ¿y de qué otra forma pueden darles las gracias? ¿Qué otra cosa pueden darles a cambio si no su amor y servicio? Piensen en todo el cuidado y el amor, todo el sufrimiento, toda el hambre y las horas sin sueño que sufrieron y siguen sufriendo por ustedes. Sean buenos, sean suaves y dulces con ellos; no sean duros, traten lo mejor que puedan de hacerlos felices; obedézcanlos, pues ellos saben más que ustedes del mundo y de sus peligros. Ése es el camino para adorarlos. Los sabios también dicen: «Que tu maestro sea tu Dios», pues es el maestro quien les abre el ojo interno y los hace conscientes de la maravilla y belleza del mundo a su alrededor. Él les habla acerca de la verdad de las estrellas y del cielo, les enseña cómo ser sanos y felices, útiles y serenos. El padre y la madre los trajeron aquí y les ayudaron a crecer y los confiaron en las manos del maestro. El maestro los hace brillantes, alegres, hábiles y serviciales con todos. Así, deben honrarlo, obedecerlo y tratarlo con el mismo respeto que a sus padres. En el libro del Mahabharata pueden leer acerca de una gran batalla que se libró entre primos, los Kauravas y los Pandavas. La justicia estaba del lado de los Pandavas, quienes luchaban por la verdad y la rectitud. Así, Dios estuvo de su lado ayudándolos a ganar. El mayor de los Pandavas era el príncipe llamado Dharmaraja. Su abuelo, Bhishma, y su amado maestro, Drona, habían escogido el lado de los Kauravas y se estaban aprestando a pelear contra él y sus cuatro hermanos. Cuando comenzó la batalla, Dharmaraja recordó la regla: «Que tu padre sea tu Dios» y «Que tu maestro sea tu Dios». Así, caminó hacia el campo enemigo y llegó a las tiendas de Bhishma y de Drona, empeñados en vencerlo, cayó a los pies del abuelo y del maestro y les rogó que le desearan lo mejor. Ante esto, ellos se ablandaron y se volvieron dulces con él, sus corazones se llenaron de bondad, y dijeron: «¡Hijo, sólo has hecho lo correcto y lo apropiado, Dios está de tu lado; ganarás! Debemos estar de este lado, obligados por nuestro deber, pero te bendecimos para que puedas vencer a tus enemigos y recobrar tu reino». ¡Vean cómo Dharmaraja obtuvo la bendición de su abuelo y de su maestro al observar el dharma establecido por los sabios! Ustedes son alumnos de la Escuela para Niños Sathya Sai. Deben brillar como ejemplos ante otros niños y niñas. Cuando están en sus casas y algunos amigos de su padre lleguen, deben levantarse de sus asientos, hablar educada y claramente, recibirlos con alegría y ser amables con ellos. Cuando hablen por teléfono, no deben gritar «Hola, hola» a todos. No es de buena educación dirigirse a los mayores tan ásperamente; «hola» es usado sólo entre compañeros. Quisiera que ustedes dijeran «Om». Entonces, aun sus padres y mayores aprenderán de ustedes a decir «Om». Deben usar alguna palabra que sea especialmente india, pues ahora sólo aprenden las maneras de otras tierras y de otros pueblos. En la escuela, la primera lección es «Bee, bee, oveja negra, ¿tienes alguna lana?» y la segunda es «Ding dong bel¡, Puss is in the well». Se han ido los días cuando la primera lección era sobre Rama, Krishna o algún otro gran sabio o santo. El aprender acerca de ovejas negras hará que los niños sean ovejas negras; el aprender acerca de los grandes y los buenos hará a los niños grandes y buenos. Por eso, a los niños de las escuelas Sai se les cuentan historias de Rama, Krishna y otras personas divinas; aprendan estas historias y decidan vivir como ellos. Aprendan las costumbres hindúes, los cuentos, y sean verdaderos hindúes. Es fácil para ustedes y muy necesario. Por ejemplo, ¿por qué decir. «Buenos días,» o «Buenas noches»? El namaskar o namaste es la manera india, la manera realmente humilde. Deben sentir temor, humildad y fe. ¿Temor a qué? Temor a hacer algo equivocado, a caer en la falsedad. ¿Humildad ante quién? Ante sus mayores, maestros y padres. ¿Fe en qué? Fe en Dios y en su propia fortaleza, en su propia victoria. Deseo que cada uno de ustedes crezca como una persona fu «Dharmakshetra», Bombay 16 V 69 |