Discursos dados por Sai Baba
{SB 04} (52 discursos 1964)
07. 17/02/64 Faros de luz
17 de Febrero de 1964
Penukonda
Aniversario de la coronación de Krishnadevaraya ( fundador del imperio de Vijayanagara )
Me alegro de estar hablando a una reunión de artistas, poetas y literatos, así como de personas interesadas en promover las bellas artes. Se han reunido para conmemorar la coronación de Krishnadevaraya, el emperador de Vijayanagara que patrocinó la poesía, el teatro, la escultura, la pintura, la música y la danza y revivió el Dharma hindú por todos estos medios. La cultura de Bharat, crecida de los Vedas eternos, un tiempo estuvo abrumada por la influencia de los modos occidentales de vida y pensamiento debido al escaso apoyo que tuvieron ustedes cuando los occidentales gobernaron este país. Ahora, esa cultura debe ser redescubierta y restablecida, principalmente por medio de la eliminación de las debilidades que aquejan al pueblo de Bharat. ¡La gente se ha vuelto demasiado débil como para ser la receptora del mensaje tremendamente potente del Sanathana Dharma! Nosotros llamamos al individuo vyakti.(1) ¿Saben por qué? Porque esperamos que él haga vyakta, o sea, que manifieste su divinidad. Dice Krishna: «El Señor reside en el corazón de todos los seres, ¡oh Arjuna!» Demostrar que es verdad, realizar al Señor dentro de su corazón, hacer que se manifieste: ésa es la obligación del individuo.
Los rajás de Vijayanagara tenían virtud, valor, patriotismo, amor por el Dharma, generosidad, visión, habilidad de estadistas. Edificaron muchos templos, restauraron los derruidos, construyeron muchos estanques y ciudades. Es bueno recordarlos y agradecer lo que hicieron; pero existe un error que no deben cometer ustedes: contentarse con la mera contemplación del pasado. ¿Por qué mirar el camino que han recorrido? ¿Por qué permitir que los logros del pasado inhiban el entusiasmo del presente? Preguntan: «¿Podemos hoy tallar o construir, pintar o cantar tan bien como en el imperio de Vijayanagara?» Ésta es una señal de debilidad, de atontamiento debido al miedo.
Un renunciante se encontró una vez en el camino con la diosa del cólera, que venía de regreso de un pueblo donde había mermado a la población. El asceta le preguntó cuántos había recogido en su regazo, a lo que ella respondió: «Sólo diez. Yo sólo maté a diez; el resto murió de miedo» (en realidad las muertes habían sido cien). El hombre es la encarnación del Ser o Espíritu; por lo tanto, es la encarnación de la intrepidez. Si él conoce su verdadera naturaleza, no dejará ningún lugar para la debilidad o la cobardía.
Ésa es la meta principal de la cultura: cultivar la calma mental, el valor mental, hacer que cada uno se sienta hermano con cada quien. Ustedes nacen con el grito de «koham» —¿quién soy yo?— en sus labios, pero cuando se van deben tener la exclamación de «soham» —yo soy Él— en su sonriente faz. Ése es el mensaje del dharma que Krishnadevaraya fomentó. Lleven a sus casas la lección de esta reunión. Están viendo ahora con el ojo, con un órgano físico cuyo nombre tiene tres letras, que representan los tres gunas: satva, rajas y tamas. Vean con el yo iluminado, sin prejuicios, desapegado; entonces ustedes verán sólo al Uno. Aunque se vean a ustedes mismos, ustedes son en verdad todo lo que se refiere a sí mismo como «yo».
Sólo porque esta meta ha sido abandonada ha surgido toda esta confusión. Beswada Gopala Reddy acaba de decir que los pandits que se han especializado en las antiguas escrituras y textos sagrados son los sagrados depositarios de nuestra cultura, pero muy pocos honran a tales hombres hoy en día. Hay un desdén general acerca de los aspectos más elevados de la cultura. La gente conoce más los detalles de la vida personal de las estrellas de cine; cada vez más gente se interesa por estas minucias; no se preocupan por los pandits que viven en su misma calle, no conocen los nombres de los poetas y pintores de su propia ciudad. Ésta es la tragedia de las clases educadas: no tienen ningún sentido de los valores.
Este día en que han convocado aquí a eminentes literatos, creo que es un día de bienaventuranza para todos, pues la literatura da o debería dar bienaventuranza y paz. Si honran a un gobernante porque promovió la cultura y la literatura, deben reconocer que aun hoy los gobernantes tienen la responsabilidad de continuar la tradición; deben canalizar la energía y la inteligencia de la gente en actividades morales y programas socialmente armoniosos. Yo siempre aliento las actividades religiosas, culturales y sociales. Si se trata de reavivar los valores reconocidos como grandes por el tiempo o reparar la estructura dañada de la buena sociedad o de restaurar el vigor de algún arte que está declinando, pueden contar con mis bendiciones. Yo siempre exhorto a la gente a obtener no los títulos que vienen a los que claman por apoyo sino el título que los Upanishads proclaman como la más alta condecoración para los aspirantes espirituales: hijos de la inmortalidad.
¿De qué sirve que un hombre alardee de que su abuelo era un gran sabio? Manuja, la palabra sánscrita para hombre, implica un noble linaje, el del propio Manú. Alardeen de su divinidad interior, que es su mayor tesoro. Debo decirles esto a los poetas y escritores que se encuentran aquí: Sarasvati es una diosa a quien todos adoran; ella confiere sabiduría y liberación. Sean fieles a los más altos dones que ella otorga. No se contenten con satisfacer el hambre mundana de los sentidos, no rebajen sus ideales por una fama barata ni vulgaricen el gusto público. En lugar de ello, contribuyan a la expansión del amor, a la purificación de los motivos, a la ampliación de la simpatía, a la tolerancia de las diferencias, al respeto por el esfuerzo individual.
No hay duda que deben expresar su gratitud a los héroes del pasado y los benefactores del presente, pero llénense de entusiasmo para alcanzar la meta por medio de buenos pensamientos, buenas acciones y buenas palabras. Kalluru Subba Rao habló de los años de lucha que ha tenido para celebrar este festival en varias partes del Rayalasima, la lucha que ha sostenido para cambiar el nombre de estos distritos a Rayalasimas (2) en vez del viejo nombre de Distritos Cedidos. Tienen que ayudarlo mucho más, no con simples palabras sino con sacos de dinero. Los festivales como éste deben celebrarse más a menudo, y yo también me uniré a ustedes con más frecuencia.
En realidad, Puttaparti está a sólo 25 kilómetros de aquí, pero he venido a Penukonda solamente dos veces: una cuando Krishnarao me trajo para presidir las competencias atléticas del distrito y ahora, cuando Krishnadevaraya me trajo aquí. Yo espero repartir mi bienaventuranza a todos y, así, considero que sólo tienen que invitarme para que esté con ustedes. Sé que no me han comprendido todavía; me ven desde cierta distancia, me ven a través de los miles que pasan por la ciudad para estar conmigo; pero si sólo tuvieran un poquito de la fe y la felicidad de esas personas, ustedes serían ampliamente recompensados. Me he preocupado —si preocupación es la palabra para este sentimiento— porque mientras miles de personas de los rincones más alejados de este país y aun del extranjero se están beneficiando, la gente de Penukonda se está negando la oportunidad de compartir mi bienaventuranza.
Penukonda, la ciudad cuyo nombre deriva de la montaña, ha sido durante demasiado tiempo un montón de piedras, así sea un montón muy grande. Sus corazones deben volverse picos de montañas (kondas) y, encima de ellos, como en Arunagiri, debe brillar la llama del conocimiento como un faro. Aprendan, experimenten y sean felices. Controlen, canalicen y obtengan la bienaventuranza. No importa si no tienen fe en mí o en Dios; tengan fe en ustedes mismos y eso es suficiente, pues ¿quiénes son en realidad? Cada uno de ustedes es la Divinidad, sépanlo o no.
(1). Aquel que ha hecho manifiesta su divinidad interna.
(2). Dominios imperiales. En los siglos XIV y
XV d.C. formaban parte del imperio de Vijayanagara.