Discursos dados por Sai Baba
{SB 06} (28 de 45 discursos 1966)
07. 16/03/66 La rueda interna
( Impreso en castellano en Mensajes de Sathya Sai, Tomo 05 cap. 33 )
La rueda interna
16 de Marzo de 1966
Estadio Sardar Patel, Bombay
Renunciando a las varias atracciones y distracciones de esta gran ciudad, han venido aquí, atraídos por el llamado del Espíritu.
Esto es encomiable, porque la luz del Espíritu es el verdadero faro para aquellos que luchan en la oscuridad de los asuntos mundanos.
Esa oscuridad crea confusión y los hace tomar una cosa por otra: el tronco de un árbol parece un ladrón que los acecha en la oscuridad. El conocimiento del Atma es la luz que disipará la oscuridad así como las dudas y divergencias que crea. Sin este conocimiento, el hombre está perdido en la selva; se comporta como si hubiera perdido toda memoria de sí mismo, como si hubiera olvidado su nombre, su lugar de nacimiento y el lugar hacia donde va.
¡Los sabios lo consideran digno de lástima! La conciencia de su identidad, de que es el Atma, es la señal de sabiduría, el encender la lámpara que dispersa la oscuridad. Este Atma es la personificación de bienaventuranza, de paz, de amor; pero el hombre, sin saber que todos éstos existen dentro de él, los busca fuera de sí y se agota en esta decepcionante persecución.
Los pájaros que vuelan lejos del mástil de un barco tienen que regresar a ese mismo mástil, pues no tienen otro lugar dónde posar sus cansadas alas. Si carecen de este conocimiento, todos los esfuerzos por buscar bienaventuranza y paz espiritual son fútiles.
Pueden tener arroz, lentejas, sal, vegetales y tamarindo; pero sin fuego dónde cocinarlos para ablandarlos y hacerlos comestibles, es como si no existieran. Así también, la repetición del Nombre, la meditación, los rituales, las peregrinaciones… todos son ineficaces si el conocimiento de la realidad e identidad básicas no está allí para impulsar el proceso. El Atma es la fuente y manantial de toda alegría y paz; esto es lo que debe saberse y estudiarse. Sin este conocimiento, la vida humana es una oportunidad desperdiciada.
Uno tiene que volver a esta selva una y otra vez con el fin de aprender cómo salir de ella. El alimento consumido, las horas pasadas en dormir, las riquezas ganadas y disfrutadas han sido un desperdicio colosal si el objetivo principal de la vida es descuidado.
La vida es luchar contra los enemigos, es una batalla con los obstáculos, tentaciones, penalidades, vacilaciones. Estos enemigos están dentro del hombre, y por eso la batalla debe ser incesante y perpetua. Como el virus que medra en la corriente sanguínea, los vicios de la lujuria, la codicia, el odio, la maldad, el orgullo y la envidia debilitan la energía y la fe del hombre y lo sujetan a una caída intempestiva. Ravana tenía erudición, fuerza, riqueza, poder, autoridad, la gracia de Dios… Sin embargo, los virus de la lujuria y del orgullo alojados en su mente le trajeron la destrucción a pesar de todos sus logros. Él no podía vivir en paz y alegría ni por un momento después de que lo atacó ese virus. La virtud da fortaleza; el vicio, debilidad.
Los hombres difieren los unos de los otros en esta lucha contra los enemigos internos. Cada cual obtiene el resultado que merece su práctica, que merecen sus actos en éste y en sus nacimientos anteriores. La vida no es una fórmula mecánica en la cual 2 más 2 da 4. Para algunos, puede ser 3, para otros, 5. Depende de cómo valora cada quien el 2. Además, en el camino espiritual cada uno debe ir hacia adelante desde donde se encuentra de acuerdo con su propio paso, a la luz de la lámpara que tiene en la mano. Los rakshasas (demonios) eran demasiado engreídos para rendirse ante el Señor; ponían demasiada confianza en las armas y en su número; ignoraron las fuerzas más sutiles y poderosas del espíritu que hacen mover montañas, puentes y océanos y pueden aniquilar la ira de los elementos.
Deben esforzarse por diagnosticar su propio carácter y descubrir sus fallas; no traten de analizar las fallas de los demás y buscar cómo señalar sus defectos. Este autoexamen es muy necesario para sacar a la luz los defectos que podrían minar su propio camino espiritual.
La gente compra ropa de colores oscuros para que no se vea el polvo y la suciedad; no les gusta la ropa blanca, pues muestra claramente las manchas. Pero ustedes no deben intentar esconder su suciedad en lo oscuro; deben avergonzarse de sus naturalezas manchadas y esforzarse por limpiarlas rápidamente.
Consideren también la verdadera naturaleza de lo que ahora se llama lujo, una cosa que arrastra a la gente hacia lo excitante y los objetos insanos. Toda la variedad en sabor, color y olor de las diferentes clases de alimentos, si lo consideran imparcial y honestamente, es una simple droga para curar la enfermedad del hambre; todas las bebidas que el hombre ha inventado no son sino drogas para aliviar la enfermedad de la sed. El hombre sufre de la fiebre de los sentidos y prueba los remedios de charlatanes, como los placeres, la recreación, los paseos, los banquetes, los bailes, etc., sólo para encontrar que la fiebre no cede. La fiebre puede acabarse sólo cuando el virus oculto es neutralizado: ese virus puede morir sólo cuando los rayos de la sabiduría caen sobre él.
Hay dos cosas que atraen la mente del hombre: lo beneficioso (hitha) y lo agradable (priya). Prefieran lo beneficioso a lo agradable, pues lo agradable puede llevarlos por la pendiente hasta un pozo sin fondo. Vibhishana habló de lo benéfico a Ravana, pero éste escuchó lo agradable que sus lisonjeros ministros le decían.
Desterró a sus hermanos y honró a sus cortesanos; selló su destino al preferir lo agradable a lo beneficioso. El auténtico médico está interesado en curarlos de su enfermedad y por eso les aconseja lo beneficioso para restaurar su salud; el gurú es un médico así. Obedézcanle, aun cuando su prescripción no sea muy sabrosa, pues sólo él puede curarlos.
En la actualidad, este país está persiguiendo lo agradable en lugar de lo beneficioso y ésa es la razón de todo este descontento y aflicción. La cultura de la India siempre ha enfatizado el camino difícil, que es el camino beneficioso, pero ahora la gente sigue culturas que complacen los sentidos, lo externo, las fruslerías y caprichos, los espejismos y lo momentáneo. La cultura de la India aconseja el control de los sentidos, no su complacencia. El automóvil es manejado por medio de un volante que está dentro de él; cuando se gira este volante, las ruedas externas se mueven; así también, la rueda interna debe ser girada en el hombre para que pueda progresar. Tratar de mover las ruedas externas es una señal de ignorancia; es un desperdicio de preciosa energía. La concentración interna debe desarrollarse antes que la distracción externa.
La quietud, la sencillez, la humildad… cultívenlas en lugar del ruido, la complejidad, el orgullo. De las veinticuatro horas del día, usen seis para ganar y gastar, seis para la contemplación de Dios, seis para dormir y seis para servicio a los demás. Ahora no están usando ni siquiera cinco minutos en la contemplación de Dios y no tienen vergüenza de ello. ¡Qué tragedia! Reflexionen sobre su condición actual, la dirección de sus movimientos, sus capacidades y sus inclinaciones. Luego entren en el sendero de la práctica espiritual paso a paso, para que puedan acercarse a la meta cada día, cada hora, cada minuto, con mayor rapidez. Arjuna se hizo merecedor de recibir la enseñanza del Gita directamente del Señor porque había mostrado el desaliento, la entrega total, el desapego y la concentración esenciales para asimilar el gran mensaje. Cuando el anhelo por la liberación se ha vuelto muy intenso, el hombre puede hacer a un lado todas las convenciones sociales, normas y códigos de conducta mundanos que no sirven a ese alto propósito. De ese modo, Prahlada pudo dejar a su padre, Bhishma pudo ir en contra de su gurú, Mira pudo abandonar a su esposo, y Shankar
acharya pudo utilizar un truco para convencer a su madre. Para desarrollar ese hambre por la liberación, la mejor manera es darle vueltas en la lengua y la mente al sabroso nombre del Señor saturado de la dulzura de su esplendor. Éste es un ejercicio que puede ser practicado en todo momento y lugar por todos sin importar credo, casta, sexo, edad, ni posición social. Los mantendrá en constante contacto con el Infini to y, así, les transmitirá a ustedes algo de la sabiduría y poder de ese Infinito.
Estadio Sardar Patel, Bombay, 16-III-66